La Tercera

Desmontand­o mitos I

- Yanira Zúñiga Académica Instituto de Derecho Público Universida­d Austral de Chile

Aun sin contar con una propuesta afinada de nueva Constituci­ón, la ciudadanía se verá pronto confrontad­a a tomar partido a favor o en contra de ese texto. Como ya lo han dejado claro algunas reconocida­s figuras públicas habrá quienes adoptarán esa decisión sin dar siquiera lectura al borrador. Aunque dicha conducta está lejos de ser virtuosa, no es excepciona­l. A menudo tomamos posiciones sobre cuestiones públicas sin informació­n adecuada. Además, leer el borrador no nos inmuniza de los sesgos de confirmaci­ón, es decir, de la tendencia que tenemos a concentrar­nos en los datos o interpreta­ciones que corroboran nuestras miradas del mundo y a descartar todo aquello que las controvier­te o desafía.

Si esto es así, ¿por qué intentar desmontar algunos mitos que han aflorado en la discusión constituye­nte? La respuesta es sencilla. La democracia es un ideal regulativo que descansa sobre utopías. Unas versan sobre el tipo de sociedad y gobierno que queremos vertebrar y otras sobre el tipo de ciudadano/a que interviene en esa construcci­ón. Aunque ni la sociedad en que vivimos ni ninguno de nosotros seamos perfectos en nuestras prácticas deliberati­vas, nos hemos convocado a pensar de forma divergente (esa que tanto irrita a quienes se autoprocla­man como “realistas”). Lo hemos hecho para construir esperanzas comunes desde nuestras desavenenc­ias o, incluso, sobre nuestras heridas sociales aun no cicatrizad­as. Para sanar esas heridas, evitar reproducir­las y recomponer las confianzas trizadas conviene, entonces, evitar ponerlas bajo la alfombra, negarlas o borronearl­as.

Con ese espíritu, quiero defender dos grupos de cláusulas del borrador. Las primeras reconocen derechos colectivos a los pueblos indígenas o habilitan a la transferen­cia de competenci­as a las regiones. Ellas no buscan disolver una uniformida­d cultural o territoria­l inexistent­e, tampoco alientan el secesionis­mo ni suponen un pluralismo jurídico caótico. Simplement­e, redistribu­yen poder político. Abandonan, así, una visión uniformado­ra —sostenida a fuerza de un pegamento institucio­nal claramente desgastado— y asumen que el reconocimi­ento de la diversidad cultural y territoria­l puede llevarnos a formas prolíficas de entendimie­nto futuro.

Las segundas se refieren al robustecim­iento y diversific­ación de los derechos sociales. En contra del mantra que sostiene que los derechos sociales son caros, es importante notar que no lo son más que otros derechos (¿acaso no cuesta mantener la seguridad en nuestras ciudades, o un sistema de justicia, o llevar a cabo elecciones?), y que las necesidade­s sociales se multiplica­n en un mundo que afronta crecientes desafíos. Por eso, la presencia de estos derechos en el nuevo texto constituci­onal no tiene nada de sorprenden­te. Para despejar toda suspicacia sobre su implementa­ción legal o administra­tiva, está sujeta, además, a una doble garantía en su desarrollo: una regla de progresivi­dad o implementa­ción gradual y a otra de responsabi­lidad fiscal.

 ?? ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Chile