La Tercera

Elevando la discusión: los debates que marcaron la semana

En tiempos de política cuántica

- Por Juan Paulo Iglesias

El último libro del italiano Carlo Rovelli es una reflexión sobre la física cuántica, pero en rigor es mucho más que eso. Es la constataci­ón de que la realidad muchas veces no es lo que aparenta, o que no hay una sola realidad. Como dice en la introducci­ón, “tomar en serio la mecánica cuántica, reflexiona­r sobres sus implicacio­nes (…) nos exige aceptar que la realidad es muy diferente de como la imaginábam­os”. Y a la luz de los debates y los análisis políticos del úl- timo tiempo, parece una lectura recomendab­le por estos días. Al final, en tiempos polarizado­s cada uno ve su propia realidad, como si el debate político no fuera más que otra derivada de la física cuántica.

O tal vez, como apunta Daniel Matamala, es todo culpa de las pasiones -que por estos días parecen más encendidas-, porque “la política, como el fútbol, también se basa en la lealtad a un equipo”. Ya lo decía David Hume, eso de que “los seres humanos solemos usar nuestra razón para dar una justificac­ión racional a nuestras pasiones”. Y todo ello a propósito de las interpreta­ciones que unos y otros hacen de los datos de encuestas sobre el Apruebo y el Rechazo. “La incómoda verdad”, dice, “es que quienes lean completo el texto de la Constituci­ón lo harán buscando munición para defender una opinión “sagrada” ya definida antes que como un intento objetivo de discernir lo bueno y lo malo”. Es eso de la “ceguera voluntaria” de la que escribe María de los Ángeles Fernández.

Y si de municiones se trata, como apunta Matamala para alimentar una u otra postura, varios columnista­s las han ofrecido por estos días. Para algunos como Sylvia Eyzaguirre “da rabia e impotencia haber esperado tanto tiempo para elaborar una nueva Constituci­ón” y tener “que contentars­e con este mamarracho”. Es incluso difícil, dice, encontrar argumentos que defiendan su calidad, entre quienes apoyan el texto. Son más bien del tipo “cualquier resultado será mejor (que una Constituci­ón) escrita por cuatro generales”, como dijo el Presidente, o “un Estado social y democrátic­o de derecho es suficiente para aprobar”, como agregó la candidata a la presidenci­a del PS. Lejos, para Eyzaguirre, de los estándares que uno esperaría del debate sobre las reglas que regulan la convivenci­a nacional. Para Javier Sajuria, sin embargo, el problema de quienes se oponen al texto termina siendo el mismo. Tampoco ofrecen, dice, “ideas concretas que puedan competir con el texto que salga de la Convención”. Sucede con las críticas de Ignacio Briones en una columna en este diario, dice, cuando aseun “que el sistema político aumentará la fragmentac­ión e impedirá que los gobiernos puedan llevar adelante políticas públicas, pero no provee evidencia alguna”. O cuando “se queja de la supuesta falta de ‘pesos y contrapeso­s’, pero de nuevo sin evidencia”. Un desierto de ideas, según Sajuria, “que deviene en críticas contradict­orias”. Realidades paralelas.

Sobre fracciones y divisiones

Pero no sólo conviene revisar la física cuántica, sino también las matemática­s, porque por estos días el debate ha pasado de los 2/3 a los 4/7, pasando por las mayorías simples y los 3/5. Una fiesta de “fracciones” o de “quórum” que para el caso es lo mismo. Todo se trata de calcular cómo hacer más fácil lo que algunos quieren hacer más difícil. Si los argumentos no bastan, bien valen las matemática­s. En la semana en que la encuesta CEP nos recordó que el escenario de cara al plebiscito sigue incierto, con 27% que rechaza, un 25% que aprueba y un 37% que no se ha decidido, el Chile de los consensos parece cosa del pasado -aunque para ser exactos, sólo en parte, porque la propia CEP señala que un 69% de los consultado­s sigue favorecien­do los acuerdos. El asunto para Pía Mundaca es que más allá de que las actuales cifras acierten o de que gane el Apruebo o el Rechazo, “la pregunta que vendrá al día siguiente” del plebiscito “es ¿cómo seguimos viviendo juntos?”. Y en ello, dice, no hay un simple ejercicio teórico, sino “un esfuerzo por asegurar que en tiempos de opciones políticas profundas e intensas logremos converger en mínimos que nos permitan convivir”. Un delicado equilibrio entre “destreza para mostrar las diferencia­s” y “cuidado de los lazos colectivos”. Un escenario, como agrega Ernesto Ottone, “que exige que el gobierno se prepare a gobernar con ambos resultados”. Pero el desafío no siempre es fácil, más aún en tiempos de políticas identitari­as. Lo apunta Joaquín Trujillo, porque “si es verdad que América Latina ha sido precisamen­te una superación de viejas identidade­s nacionales que desangraro­n al mundo con sus repugnante­s luchas y limpiezas étnicas, ¿por qué aplastar ese logro tan nuestro?”, en clara referencia a la plurinacio­nalidad que se tomó el debate constituci­onal. Porque mientras en “Occidente las guerras más crueles han sido identitari­as”, nuestra región “ha sido un ejemplo de baja intensidad bélica”. ¿Por qué entonces no defender esa “no-identidad”?

¿Temores exagerados? Para la académica de Derecho Público de la U. Austral Yanira Zúñiga, sí. Nada de secesionis­mo o pluragura lismo jurídico caótico en lo propuesto, asegura. El reconocimi­ento a los derechos colectivos de los pueblos indígenas o la transferen­cia de competenci­as a regiones no es más que un asunto de “redistribu­ción de poder político”. En lugar de favorecer el conflicto, “abandonar una visión uniformado­ra” y reconocer la diversidad cultural y territoria­l “puede llevarnos a formas prolíficas de entendimie­nto futuro”. Al final es un asunto de optimismo o pesimismo.

Las cuentas de la cuenta

Y mientras el Presidente debutó en el escenario internacio­nal –con perfil de Jon Lee Anderson en el New Yorker de por medio-, por acá siguieron las réplicas de su cuenta pública y las reflexione­s sobre la estrategia gubernamen­tal. ¿Estamos frente al Boric de la primera o de la segunda vuelta? se preguntaba­n algunos, como si de personajes distintos se tratara. Para Max Colodro, parece que el gobierno sigue en modo campaña, haciendo ofertas para las que no tiene recursos asegurados, más aún cuando el IPoM nos advirtió esta semana que la cosa no viene buena y que para 2023 podemos caer en recesión. Aunque en rigor todo se trata de política, porque lo que le importa a Boric, dice, no es el mediano o largo plazo, sino lo que suceda dentro de tres meses. Al final, según Colodro, “lo que se juega en el éxito o fracaso del proceso constituye­nte es tan trascenden­tal para el oficialism­o que vale la pena exponer el capital político”. Distanciar­se y compromete­rse con la nueva Constituci­ón parece ser el dilema. Es caminar por una estrecha senda donde siempre está el riesgo de quemarse. Por algo, como apunta Ascanio Cavallo, en su cuenta pública el Mandatario se distanció de la Convención, pero no de su propuesta, ni de una nueva Constituci­ón. Fue un asunto de tono y de no olvidar que su gobierno seguirá después del 4 de septiembre. Hay algo de manipulaci­ón en todo eso, según Pablo Ortúzar, al refundir en un discurso todo tipo de anhelos de diferentes grupos” y luego sugerir que “todo eso puede ser suyo” si se aprueba la nueva Constituci­ón. Y la ironía de todo eso, para él, es que Boric lidera una izquierda que es el reflejo invertido de Pinochet, porque “creen que acabando con la Constituci­ón de 2005 se acaba el último rastro del general, cuando en realidad están impregnado­s de él hasta la médula. “En el clóset de Atria está Guzmán, en el de Jackson, Cuadra”. ¿Quién habita en el del Presidente? es la pregunta que sigue rondando. Y mientras se intenta responder a ella, es bueno recordar a Rovelli. La realidad nunca es lo que parece o, al menos, es sólo una opción de lo que puede ser.

Y USTED, ¿QUÉ OPINA?

 ?? ??
 ?? ??
 ?? ??
 ?? ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Chile