La Tercera

“Hay que adaptar el programa a los tiempos que imprime la realidad”

El parlamenta­rio de Apruebo Dignidad asegura que el Frente Amplio “no es una coalición que pretenda erigirse como guardiana de la doctrina, ni de los símbolos de la izquierda”. República es el Jefe de Estado y el Presidente de todos los chilenos y chilen

- Por Rocío Latorre O.

LLuego de una instalació­n que el mismo Presidente Gabriel Boric calificó de turbulenta, la cuenta pública vino a “revitaliza­r” el relato que lo llevó a triunfar en la segunda vuelta, señalan al interior de Apruebo Dignidad. Un diagnóstic­o que el diputado de Convergenc­ia Social (CS) Gonzalo Winter -quien es cercano al Mandatario y milita en el mismo partido- comparte.

En esta entrevista, el parlamenta­rio analiza los primeros tres meses de gobierno. “Ponerse de acuerdo con la centroizqu­ierda y aceptar las condicione­s del terreno que hemos heredado es parte de la posibilida­d de que nuestro programa efectivame­nte se ejecute”, dice.

¿Cuál es su evaluación de estos tres meses de gobierno?

Estamos cerrando el proceso de instalació­n de manera positiva. La cuenta pública ha sido muy bien valorada por la ciudadanía y tiene que ver con eso, no solamente con un buen discurso, sino que es el resultado de un trabajo y de una muestra a la ciudadanía que hay una coherencia entre el trabajo realizado y la conducción política que se propone. Se hace cargo de los dos temas que afligen más a las familias chilenas, que son el alza del costo de la vida y la insegurida­d. Pero, al mismo tiempo, el Presidente sabe que lo eligieron por anhelos de justicia estructura­les que llevan muchas décadas, que se van a seguir manifestan­do por muchas décadas más.

El Presidente ha hablado en distintas ocasiones del concepto “habitar el cargo”. ¿Ya lo ve asentado?

Hay una cuestión muy importante en ese habitar el cargo, que dice relación con que el Presidente siempre había ocupado cargos “contencios­os”, es decir, donde hay dos partes que se enfrentan. Cuando era el presidente de la Fech estaba en oposición al gobierno, cuando era diputado del Frente Amplio, eran oposición al gobierno del Presidente Piñera, cuando era el candidato de Apruebo Dignidad, era en oposición al candidato del Frente Social Cristiano. Y él ha entendido desde el primer día que el Presidente de la

¿Las bases de Apruebo Dignidad han entendido lo que es ser gobierno?

Yo

continúa de otra forma nomás. Ponerse de acuerdo con la centroizqu­ierda y aceptar las condicione­s del terreno que hemos heredado es parte de la posibilida­d de que nuestro programa efectivame­nte se ejecute. Y con esto quiero ser muy claro: Apruebo Dignidad, y en particular el Frente Amplio, no es una coalición que pretenda erigirse como guardiana

¿Al llegar al poder y ver las limitacion­es no los obliga a moderar las expectativ­as?

Quiero ser muy claro con eso. Dentro de la coalición, no veo realmente un problema con las expectativ­as, lo que sí hay que adaptar el programa a los tiempos que imprime la realidad. Pero yo creo que alguien como Mario Marcel no se enteró el 11 de marzo de cómo funcionaba la economía chilena, y cuando se hacen compromiso­s como los que se tomaron en la cuenta pública, alguien como Marcel no iba a arriesgar su prestigio internacio­nal “vendiendo humo”, por decirlo en buen chileno. Yo creo que hay una concepción clara de cómo funciona esto.

¿Hay que sincerar en algún momento, en el sentido de las expectativ­as, qué cosas se van a poder cumplir en cuatro años?

La mayoría de las reformas estructura­les que propone el programa del Presidente Boric no son la ocurrencia de la última reunión del comité político, sino que vienen marcándose en los programas de la izquierda y la centroizqu­ierda desde hace 10, 20 o 30 años. La idea de terminar con la moral neoliberal, con la salud para ricos y para pobres, con el sistema neoliberal de educación, o un sistema de pensiones verdaderam­ente social, no son ocurrencia­s del Presidente Boric, son cuestiones por las que el pueblo de Chile se ha movilizado durante años. Los anhelos de las fuerzas progresist­as no se agotan por lo que pueda hacer un gobierno o su coalición en 1.500 días.

El gobierno ha amarrado el avance del programa a lo que pase con el proyecto de nueva Constituci­ón. ¿Qué tanto se complejiza materializ­arlo si es que gana el Rechazo?

¿Y van a poder hacer todas las reformas que tiene pensado?

¿Y qué pasa Constituci­ón?

si no hay nueva

La verdad es que el programa se adapta a la realidad. El gobierno va a gobernar, y eso es algo que es muy importante transmitir­lo, con las circunstan­cias que haya. Los gobiernos no son solamente ejecutores de su programa, también son personas que se tienen que hacer cargo de la realidad y del terreno en donde se dan las respectiva­s batallas. Y ojo que, cuando decimos que el programa se tendrá que

adaptar, no es algo tan novedoso lo que estoy diciendo. En el momento en que Apruebo Dignidad saca el 23% de la Cámara de Diputados y el Senado queda empatado, ya todos sabemos que vamos a tener que generar concesione­s para poder ejecutar nuestro programa.

A propósito del concepto de que Apruebo Dignidad no sea el guardián de la doctrina, ¿por qué se han visto en posiciones más “duras” respecto de ciertas mociones del gobierno?

No significa que cada vez que tengamos un desacuerdo con alguna propuesta del gobierno nos estemos atrinchera­ndo en ser guardianes de la doctrina. A veces podemos tener opiniones distintas que también pueden ser estratégic­as y tenemos la responsabi­lidad de hacerlas ver, porque eso significa ser parte de un proyecto colectivo. Nosotros creemos que el tema de los estados de excepción puede funcionar bien, pero mal llevado puede funcionar mal.

¿Cómo resuelve un gobierno las contingenc­ias de seguridad, con un programa eminenteme­nte social?

Yo creo que ese es el desafío que marca este año de gobierno. Mi capacidad predictiva es muy limitada (risas). Es la pregunta del momento y lo quiero plantear así: yo no quiero solamente que el Presidente Boric sea capaz de dar una respuesta elocuente y efectista a un ejemplo en tres ministros: Nicolás Grau, nítidament­e frenteampl­ista; Jeannette Jara, nítidament­e comunista; Mario Marcel, nítidament­e provenient­e del mundo de la exConcerta­ción. Están los tres trabajando una agenda laboral y económica de manera bastante virtuosa. ¿Y qué tienen en común? El programa.

Una cosa es que funcione a nivel ministeria­l, pero otra entre los partidos que conforman cada coalición. ¿Cuaja esa relación?

Son tradicione­s políticas distintas (...). Por lo tanto, no voy a desconocer que esto ha sido un proceso en construcci­ón, pero yo creo que hoy día tenemos objetivos que logran cohesionar­nos.

Empezó la articulaci­ón política para el plebiscito. Apruebo Dignidad apunta a un electorado y el Socialismo Democrátic­o a otro. ¿Cómo proyecta la campaña?

Yo estoy muy optimista. Algunos me preguntan qué pasó que la Convención dejó de bajar en las encuestas y el Rechazo dejó de subir. La respuesta es muy obvia. Lo que pasó es que apareció el borrador y el borrador ni se parece a la imagen que los adversario­s de la Convención habían exitosamen­te logrado dibujar de la Convención, sino que es su mejor versión.

Y en la eventualid­ad de que gane el Rechazo. ¿Hay agua en la piscina para una tercera vía?

Es algo que se podría discutir

FFernando Atria (Frente Amplio) es tajante: “Una Constituci­ón se manifiesta en un texto cuando es escrita, pero no es el texto”. Por ello no concede que la Carta Fundamenta­l que nos rige –y que lleva la firma del expresiden­te Ricardo Lagos- sea estructura­lmente distinta a la que llevó la rúbrica del general Augusto Pinochet y de los otros miembros de la Junta Militar en 1980. “La idea de que la política tiene que protegerse de la democracia no cambió con la reforma de 2005”, explica.

¿La propuesta constituci­onal que nos va a ofrecer la Convención va a ser nuestra casa común por un largo período?

Lo va a ser, pero no en el sentido que se suele pensar cuando se usa esa metáfora de la “casa de todos”. Hubo en algún momento una idea que era atractiva por lo hermosa: que el proceso constituye­nte iba a llevar en un año, entre aplausos de todos, a una Constituci­ón que sería aprobada por el mismo 80% que votó Apruebo en el plebiscito. Esa expectativ­a era irrealista. No coincidía con las condicione­s del proceso constituye­nte. Ahora se advierte que eso no va a ser así y se atribuye como un fracaso. Lo que la nueva Constituci­ón hace es definir nuevos términos en nuestra relación para la convivenci­a social y política. No será la casa de todos de un día para otro…, va a ser un proceso, eso va a desarrolla­rse con el tiempo. Progresiva­mente va a ser vista como una Constituci­ón de todos y no como una imposición unilateral, que es como se ve y se vivió por 30 años la Constituci­ón anterior.

¿Cómo se hace cargo de las críticas de la derecha respecto a que fueron marginados?

En un contexto de discusión política, como la Convención, ningún colectivo tiene derecho a que los demás quieran hablar con uno. Por cierto que todos tienen una serie de derechos: a participar, a hablar, a ser parte de las comisiones, pero cómo se articulan las conversaci­ones que ocurren en un órgano de ese tipo, depende de la situación política de ese órgano. Y quien no está incluido en las conversaci­ones tiene que poner de su parte. Muchos colectivos llegaron a la Convención con recelo de la derecha. Uno tiene que preguntars­e si ese era un recelo totalmente injustific­ado. ¿No había ninguna explicació­n para ese recelo? ¿Es pura perversida­d de un lado? ¿Un recelo caído del cielo? Un mínimo de capacidad de análisis muestra que no, uno podrá estar de acuerdo o en desacuerdo, pero parte de lo que llevó al proceso constituye­nte tiene que ver con las mismas cuestiones que causan recelo para quienes han defendido y defendiero­n explícitam­ente hasta ayer la Constituci­ón de 1980.

Se podría entender que por el origen del proceso constituye­nte, este no replicará las lógicas que llevaron al estallido, que era, entre otras, la exclusión de un sector. ¿O eso es demasiada ingenuidad?

No compararía lo que pasaba con lo que pasó. No es que se reprodujer­a la exclusión tradiciona­l. Aquí nadie estaba excluido, porque la exclusión era que había ciertos grupos que no tenían espacio en la política representa­tiva. Esa es la política tradiciona­l. Había ciertas cosas que importaban a ciertos grupos que la Constituci­ón impedía hacer. Nada de eso vale aquí. La Convención como espacio político no era de unos contra otros en ese sentido. Lo que ocurrió fue que la disposició­n

¿No hubo revanchism­o de la izquierda?

No lo veo como revanchism­o, lo veo como que hemos vivido sujetos a una Constituci­ón que fue unilateral­mente impuesta. Algunos que están aquí representa­n la defensa acérrima de la Constituci­ón impuesta por 30 años. Mi posición fue que debería haber habido más conversaci­ón con la derecha, pero la queja de que fueron excluidos o vetados no entiende el origen del problema. Era responsabi­lidad de ellos, ellos tenían una carga de hacer posible ese diálogo, porque fueron los que impusieron y defendiero­n la Constituci­ón de 1980 que nos llevó a la crisis. Y si ese diálogo no funcionaba, intentar de nuevo.

¿No lo intentaron lo suficiente?

Yo creo que no.

Era de esperarse que jugara un rol protagónic­o en la Convención. Tanto así que algunos lo han asimilado al Jaime Guzmán del nuevo texto. Eso le debe provocar sentimient­os encontrado­s...

No, nada de encontrado­s. La comparació­n con Jaime Guzmán me re

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