Todas las familias de Siri Hustvedt
Ya está en Chile el libro que compila una serie de ensayos de la destacada autora estadounidense. Habla de su familia sanguínea, pero también de su inquieta búsqueda intelectual, sin olvidar la neurociencia o el feminismo. Son las claves del pensamiento de la Premio Princesa de Asturias 2019.
Era una veinteañera rubia descendiente de noruegos. En esa edad donde la palabra explorar es la más pronunciada, o pensada, la idea de Siri Hustvedt era buscar un mentor o mentora. Una persona referente con quien discutir sus siempre crecientes dudas intelectuales. La idea era entablar una relación dialogante.
Probó con académicos hombres y mujeres, y nadie la tomó en cuenta. Mantuvo el ejercicio cuando cursaba un postgrado en Literatura Inglesa, en la Universidad de Columbia. Ahí, se acercó a una de las profesoras mujeres que había. Pero la académica la rechazó de forma algo hiriente: “¿Qué estás haciendo en una escuela de postgrado? Te pareces a Grace Kelly”.
Años más tarde, en una entrevista con iNews, en 2022, todavía recordaba el hecho: “Nunca me he parecido en nada a Grace Kelly…Una buena amiga mía que conoció a la profesora más tarde me dijo que ella tenía un problema con las mujeres bonitas”. Finalmente, su búsqueda de mentor tuvo resultado con un académico de Historia intelectual rusa.
La anécdota es parte de los ensayos que componen el volumen Madres, padres y demás, que la destacada autora estadounidense publica en el país a través de Seix Barral. En ellos, Hustvedt habla de su familia “real y literaria”, porque aborda tanto los lazos de sangre como los intelectuales, que tanto la identifican. De alguna manera, esa búsqueda de mentor estaba emparentada con una idea filial.
Nacida en Minnesota en 1955, Hustvedt ha alternado su vida entre el gigante del norte y temporadas en Noruega e Islandia. Fue allí, a los 13 años cuando se encontraba en Reikiavik, donde definió que lo suyo era la escritura, en esas noches en que el sol no se ponía nunca y todo su panorama era la lectura. Desde ahí, inició una destacada trayectoria que la vio recibir el Premio Princesa de Asturias de las Letras, en 2019. En sus ensayos ha abordado problemáticas como la filosofía, el feminismo y la ciencia, también ha publicado poesía e interesantes novelas, como Los ojos vendados (1992), su título más elogiado.
El feminismo, por cierto, está presente en las reflexiones de este libro, y además, aborda sin tapujos un tema que le causa molestia: que opaquen su trabajo adjudicándoselo a su marido, el también escritor Paul Auster. “Una peculiaridad de mi historia personal es que se me asignó desde la distancia un mentor que no es, no fue y no ha sido nunca mi mentor: mi marido”. Y lo ejemplifica citando además su interés en la ciencia: “Palabras de un periodista en Chile en 2017: ‘¿Sus conocimientos de la neurociencia le vienen de su marido? El señor Auster lee sobre neurociencia, ¿no?’. El señor Auster no ha leído un artículo de neurociencia en su vida”.
Ese interés por la ciencia también lo tradujo en textos sobre la pandemia del coronavirus. Tanto ella como su marido se contagiaron del Covid-19, en Nueva York, donde ambos residen. Por lo mismo, se ha