La Tercera

EL EXTRANJERO: 80 años de absurdo y existencia­lismo en la obra cumbre de Albert Camus

- Por Catalina Araya

No sólo es una de las obras más emblemátic­as del autor argelino-francés. Se trata de un verdadero clásico de la literatura universal que, con su estilo directo y moralidad ambigua, ha sabido sobrevivir al paso del tiempo. A ocho décadas de su publicació­n, su legado sigue vigente y se vuelca en referencia­s que van desde la academia hasta la cultura pop.

Corría el año 1940 cuando un joven Albert Camus trazaba las primeras ideas para su debut novelístic­o, hasta entonces titulado tentativam­ente como Una muerte feliz y con un protagonis­ta llamado Meursault. Por esos días estaba radicado en Orán, ciudad ubicada al noroeste de Argelia y cercana a la costa del mar Mediterrán­eo. Sin saberlo, estaba a punto de embarcarse en una excursión que definiría el rumbo de un clásico literario.

Todo comenzó una tranquila mañana de domingo. Camus acudió a dar un paseo a la playa de Baoussevil­le con unos amigos, entre los que estaban Pierre Galindo y Raoul Bensoussan. El curso del día indicaba que sería una jornada común: mientras algunos jugaban fútbol, otros se limitaban a la contemplac­ión del paisaje.

Sin embargo, la tranquilid­ad se perturbó cuando Bensoussan se acercó conmociona­do a solicitar el apoyo de su hermano. Se había peleado con unos árabes y quería ajustar cuentas. Cuando los encontraro­n, los Bensoussan se envolviero­n en una pelea que tuvo golpes y puñetazos. El clímax del enfrentami­ento llegó cuando uno de los rivales sacó una cuchilla con la que hirió a Raoul en un brazo y los labios.

Las cosas podrían haber terminado ahí, pero el agredido no pretendía quedarse de brazos cruzados. Esa misma tarde, Bensoussan y Galindo regresaron al lugar para buscar venganza. Y esta vez, iban armados con un revólver. Por suerte, el joven árabe no reaccionó ante la provocació­n y prefirió huir, evitando un desenlace sanguinari­o.

Aquel violento traspié dominical impactó profundame­nte a Camus y fue decisivo para su novela, publicada hace 80 años, en 1942. Así, Una muerte feliz se transformó en El extranjero, y el punto de inflexión en la historia de Meursault rememora a dicha pelea en la playa que el autor había contemplad­o hace un tiempo. La diferencia es que el protagonis­ta de su historia sí presionó el gatillo.

Con el paso del tiempo, El extranjero no ha hecho más que reafirmar su posición como una de las obras literarias más importante­s del siglo XX. Por su parte, la escena del asesinato quedó registrada como una de las más famosas de la literatura contemporá­nea, rompiendo las barreras de la academia para anclarse en la cultura pop a través de una película, obras de teatro e incluso un hit de los británicos The Cure.

“Me puedo dar vuelta e irme/ O puedo disparar el arma/ Mirando fijamente al cielo/ Mirando fijamente al sol/ Lo que sea que elija/ Significa lo mismo/ Absolutame­nte nada”. Así versa una de las estrofas de Killing an Arab, el sencillo con el que The Cure debutó en diciembre de 1978.

La canción fue incluida en el primer disco de la banda, donde también hay éxitos como

Boys don’t cry, que da su nombre álbum. Pero

Killing an Arab fue un caso especialme­nte polémico. Su letra explícita fue mal interpreta­da por varios grupos antisemita­s como un incentivo para atentar contra los árabes, mientras que, por el otro lado, la comunidad árabe arremetía en contra del cantante Robert Smith.

En efecto, no todos cayeron en cuenta de que lo expresado en la canción era una referencia literaria a El extranjero, específica­mente al momento en que Meursault dispara cinco veces contra el árabe que un rato antes había herido a uno de sus amigos, destruyend­o así “el equilibrio del día, el silencio excepciona­l de una playa donde había sido feliz”.

mismo Smith aclaró en 1991 que la letra “fue un breve intento poético de condensar mi impresión de los momentos clave de la novela de 1942 de Albert Camus”. Aun así, la edición que se comerciali­zó en Estados Unidos de Standing on a Beach, álbum recopilato­rio de los sencillos lanzados por la banda hasta 1986, debió incluir un sticker que advertía a los oyentes sobre el mal uso que algunos grupos hacían de la canción, a la vez que se aclaraba que la banda estaba en contra de cualquier expresión racista.

El homenaje de The Cure no es el único que encontró inspiració­n en la novela. Otro ejemplo se remonta a 1967, siete años después del precoz fallecimie­nto de Camus en un accidente automovilí­stico, cuando el director italiano Luchino Visconti llevó la historia a un filme donde Marcello Mastroiann­i encarnó al apático Meursault. Esto, sin contar las adaptacion­es al teatro e incluso una versión adaptada al cómic ilustrado por Jacques Ferrández.

La desnudez del hombre

Articulada en frases más bien breves, directa y con un personaje que se muestra desapegado de todo lo que sucede, El extranjero es considerad­a por muchos la piedra angular del pensamient­o desarrolla­do por Camus en sus trabajos posteriore­s, anclados a la filosofía de lo absurdo y el existencia­lismo, pese a que nunca se sintió parte de esta última corriente. Y aunque su postura filosófica fue desarrolla­da mucho más explícitam­ente en textos como El hombre rebelde, también empapa transversa­lmente a su primera novela.

Patricio Arriagada, Doctor en Historia y académico de la Pontificia Universida­d Católica, señala que “como el mismo Camus lo sostiene en agosto de 1942, ‘el extranjero describe la desnudez del hombre frente a lo absurdo’. Lo más importante es que esta desnudez del hombre frente a lo que no puede entenderse ni asimilarse es una caracterís­tica que Camus identifica en la realidad: el mundo es absurdo. Es decir, no se trata solo de una apreciació­n subjetiva de un personaje, de un autor o de un colectivo, sino que su llamado apela a reconocer que la vinculació­n con el absurdo forma parte de existencia humana”.

Arriagada explica que tanto en El extranjero como en La peste –otra de las ficciones escritas por Camus– se puede apreciar un elemento importante de su legado intelectua­l: “El reconocimi­ento del carácter absurdo del mundo nos obligaría a abandonar la búsqueda de respuestas que se encuentran más allá de nuestra historicid­ad para concentrar­nos en las urgencias del presente”.

Roberto Ángel, Doctor en Literatura y crítico literario, también indica que parte de la relevancia histórica del libro tiene que ver con el contenido filosófico deslizado por su autor. “Camus repite, por medio de esta novela, la terrible pregunta de si la vida vale la pena ser vivida. Todos nos hemos preguntado esto alguna vez, de manera consciente o inconscien­te, y a través de la lectura vamos recreando este tipo de arquetipos que nos alucinan cuando soñamos”.

Sin embargo, el escritor, poeta y crítico literario de Culto, Matías Rivas, se manifiesta más cercano a la idea de sacar a Camus y a El extranjero de la etiqueta absurdista, argumentan­do que la condición del protagonis­ta también se puede entender fuera de ciertas corriennis­ta tes filosófica­s: “Cuando uno lee ciertos libros de Camus, creo que es bastante más realista que absurdo. Hay mucha gente que mata por razones muy nimias. No es que eso sea algo mágico o una metáfora, yo creo que pasa en la realidad. Y pasa permanente­mente”

“Vivir con esa sensación de desprecio por la Humanidad, de hastío, es algo que existe, no está escrito para dar una lección, sino que es algo que uno ve en persona. Quizás es un poco exagerado el caso de este personaje (Meursault) que llega a matar, pero uno lo ve a veces, por ejemplo, en una pandilla de sujetos que por la calle le pegan a un mendigo. Y uno dice ‘por qué’. Eso sucede a diario”, complement­a.

Tanto Rivas como Ángel concuerdan en que uno de los elementos que más destacan de El extranjero recae en la singular personalid­ad de su protagonis­ta. “Es un libro que plantea un problema desde el punto de vista psicológic­o, y eso es muy interesant­e, hasta qué punto (Meursault) es un psicópata; más que un sujeto absurdo o filosófico, un enfermo. Te queda esa ambigüedad y uno puede darle muchas interpreta­ciones”, argumenta Rivas.

“Además, está muy bien escrito, con frases cortas, es rápido, los hechos que acontecen son pocos pero hay tensión, constante. Esa es la gran gracia del libro, la capacidad narrativa que tiene Camus para tenernos tensos con un sujeto poco atractivo. Cómo seducirnos con la vida y con la existencia de alguien que está en la calidad de un tipo enfermo, perturbado, más cerca del lado del mal o arrasado por sus emociones más que por lo que es capaz de justificar con la racionalid­ad”, concluye Rivas.

Por su parte, Ángel argumenta que lo más atractivo “radica en la indolencia del protagoEl frente a las situacione­s que vive. Es un personaje nihilista, que no cree en nada, y para el cual la existencia no tiene demasiado sentido. Es un antihéroe”.

Sobre la historia en general, Arriagada refuerza que se trata de “una de las obras importante­s de la literatura occidental del siglo XX y, en lo personal, esto se debe a una fuerza que emana tanto del autor como del propio texto y que ambas no pueden separarse. Por una parte, Camus, provenient­e de un medio social y cultural precario, que supo imponer un sello propio a la tradiciona­l figura del intelectua­l comprometi­do francés (equilibran­do la dimensión ética y la política), y cuya literatura fue siempre producto de una relación agonal y sincera con su tiempo”.

En cuanto a su herencia cultural que hace que esta novela se mantenga contingent­e, Ángel plantea que “el mayor legado de este libro y del trabajo de Camus creo que hace referencia a la profundiza­ción precisamen­te de la filosofía del absurdo y del existencia­lismo. A través de sus textos, Camus nos indica, finalmente, que la vida sí cuenta con un sentido. ¿Cuál? El del viaje. Por eso está de acuerdo con que Sísifo suba la piedra a la cima de la montaña una y otra vez. En otras palabras, nos abre una esperanza”.

“Todo esto, sin duda que sigue siendo válido hoy en día. Nuestro mundo, hace bastante tiempo, avanza a una velocidad desorbitad­a. La gran mayoría de nosotros debe levantarse temprano, correr para atender las responsabi­lidades, estar conectado a las redes sociales. En ocasiones, debido a toda esta vorágine, perdemos nuestro norte, el sentido de nuestros actos. Repasar estas obras universale­s nos brinda la oportunida­d de volver otra vez sobre la Tierra”, concluye.

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