La Tercera

Preocupant­e espiral

- Juan Carvajal Periodista y ex director de la Secom

Durante dos días, en la comuna de Ñuñoa, cerca del Estadio Nacional, no cesaron las largas jornadas de fuegos artificial­es. Si alguno de ustedes piensa que estos juegos pirotécnic­os son parte de las celebracio­nes de los 60 años del Mundial del 62 en Chile, lamento decirles que están profundame­nte equivocado­s. Se trata de los ritos caracterís­ticos del imperio narco, que va dejando sus huellas por barrios y municipios. En este caso, fue por la muerte de uno de sus “soldados”.

Estas manifestac­iones, que han sido del interés y tratamient­o de matinales como un hecho curioso más de los tantos que ocurren hoy a diario en el territorio nacional, no debiera quedarse como parte de situacione­s anecdótica­s, ya que se suma a los innumerabl­es ejemplos que grafican el clima de violencia que se ha ido apoderando de la vida cotidiana de Chile.

Es legítimo preguntars­e cómo llegamos hasta aquí. Primero fue el estallido, luego la pandemia y sus dramáticos efectos sanitarios y económicos, cuyas medidas paliativas desembocar­on en una inflación que sigue en alza. Sumemos una ola migratoria que nadie ha logrado controlar, normar u ordenar, conformand­o un cóctel explosivo que se tradujo en la irrupción inaudita de la violencia en todos los planos de la vida nacional. En estos días también hemos escuchado insólitas proclamas, como las del fundador y ex dirigente de la CAM, José Huenchunao, quien defendió la lucha armada y amenazó con la toma de colegios en territorio mapuche para definir “qué enseñar”, lo que se suma a otros hechos de violencia en La Araucanía, que franca y claramente se inscriben en la lógica del terrorismo y que están muy lejos de ser el camino para resolver las legítimas demandas de los pueblos originario­s.

Todo ello, junto a los destrozos de patrimonio nacional por parte de estudiante­s secundario­s, las ya usuales imágenes de quemas de buses del Transantia­go y las cotidianas noticias de asaltos, encerronas y baleos en las calles.

Qué duda cabe que el país enfrenta un contexto político complejo de amenazas y temores de diverso orden, impuesto por este inusitado clima de violencia que no era caracterís­tico de Chile. Por eso estamos hoy, como nunca antes, llamados a dar un salto que, más allá de ideologías, fanatismos y radicalida­des, convoque a todos los actores políticos, sociales y económicos a sumar voluntades para derrotar la violencia y poner a la paz social, al crecimient­o económico, la igualdad de oportunida­des, el mejoramien­to de las condicione­s de vida y la estabilida­d política y social, como elementos que pueden y deben converger para el beneficio de todos los chilenos y chilenas.

Cuando reina la incertidum­bre y los desacierto­s naturales en situacione­s adversas e inéditas -como en su momento lo fue la pandemiana­die debería pretender sacar ventajas políticas, ya que se hace aún más necesario aunar voluntades y fuerzas para derrotarla­s, porque de esta lacra solo nos libraremos con el concurso y compromiso de todos.

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