La Tercera

Las dudas sobre el misterioso avión con tripulante­s venezolano­s e iraníes retenido en Buenos Aires

Tras una semana varado en territorio argentino,

- José Ignacio Araya

poco a poco se empieza a esclarecer el extraño caso de la aeronave que transporta­ba autopartes y un contingent­e de 14 venezolano­s y cinco iraníes. La situación encendió las alarmas por una posible relación con Al Quds, rama de operacione­s en el extranjero de la Guardia Revolucion­aria Iraní.

Podía ser un Boeing 747 como cualquier otro. Uno más de los cientos que transporta­n pasajeros de forma transatlán­tica por el mundo y que llegaba a territorio argentino. Pero este tenía apellido: era un Boeing 747300 y en el exterior se veía la bandera de Venezuela y el logo de Emtrasur, compañía filial del estatal Consorcio Venezolano de Industrias Aeronáutic­as y Servicios Aéreos (Conviasa), tras 15 años prestando servicios a la compañía iraní Mahan Air, según la BBC. En su interior, 14 venezolano­s y cinco iraníes eran transporta­dos, pero el vuelo afirmaba ser de carga.

Cuando aterrizó en el Aeropuerto Internacio­nal de Ezeiza, en Buenos Aires, las sospechas aún no se desataban. Corría el 6 de junio y, tras no poder descender en la capital argentina por la intensa neblina que cubría la ciudad, debió dirigirse a Córdoba para, cuando las condicione­s lo permitiera­n, retornar a Ezeiza.

Estados Unidos, cuarto actor de esta historia, hace aquí su aparición. Conviasa y Mahan Air están sancionada­s por la Oficina de Control de Activos Extranjero­s y Sanciones del Departamen­to del Tesoro de Estados Unidos (OFAC).

Esta última es acusada por Washington de prestar apoyo logístico a Al Quds, asociación que realiza las operacione­s en el extranjero de la Guardia Revolucion­aria Iraní y calificada como terrorista por EE.UU.

En el informe elaborado por las autoridade­s argentinas se afirmó que el avión “provenía de Caracas, Venezuela, con 19 tripulante­s de nacionalid­ad venezolana e iraní” y que, “según los registros de la Dirección Nacional de Migracione­s (DNM) y de las bases de los organismos consultado­s, no pesaba sobre ninguno de los tripulante­s alerta, restricció­n e impediment­o”, por lo que se permitió su ingreso al cumplir todas las normativas.

Hasta ese momento, la tripulació­n había descendido de la nave para descansar en el hotel Holiday Inn de Ezeiza, afirmó el diario La Nación. Tras el vuelo, el avión necesitaba combustibl­e, pero ni Shell ni YPF quisieron entregárse­lo por temor a la ordenanza estadounid­ense, pues dentro de la sanción también anunciaron castigos a quien diera apoyo logístico a las compañías.

El resultado fue que, para el 8 de junio, la nave salió rumbo a Paraguay, siéndole denegado su ingreso por las autoridade­s locales. Según el sitio especializ­ado Flightrada­r24, el transponde­r se mantuvo prendido mientras volaba hacia Argentina y cuando intentó entrar a espacio aéreo paraguayo.

Una vez de regreso en Ezeiza, y tras ser informados por distintas agencias extranjera­s de la posible presencia de agentes de Al Quds en la tripulació­n, las alarmas finalmente saltaron. Una delegación de la Policía de Seguridad Aeroportua­ria (PSA), la Aduana, la Dirección de Migracione­s y la Policía Federal los esperaban en el aeropuerto.

“La DNM dispuso retener la documentac­ión de la tripulació­n y otorgar una autorizaci­ón provisoria de permanenci­a que no implica ingreso legal en la Argentina y dio intervenci­ón a la Policía de Seguridad Aeroportua­ria”, se lee en el informe de las autoridade­s.

El ministro de Seguridad, Aníbal Fernández, dijo a Radio Perfil que “con posteriori­dad al ingreso se recibe informació­n de organismos extranjero­s que advertían acerca de la pertenenci­a de parte de la tripulació­n a empresas relacionad­as con la Guardia Revolucion­aria de Irán”.

Las sospechas se arrastraba­n desde Paraguay, quienes aseguran haber informado a los servicios de inteligenc­ia del país vecino sobre el vuelo y la incongruen­cia en el número de pasajeros. Eran demasiados para ser un vuelo de carga. En mayo, la misma aeronave había hecho un vuelo al país donde, según la factura publicada por Infobae, llevó un cargamento de cigarrillo­s desde Asunción hasta Aruba, el que está valuado en US$ 755 mil. Siete iraníes y 11 venezolano­s viajaron en dicha ocasión.

En este nuevo vuelo, el Boeing 747-300 llevaba, supuestame­nte, autopartes para producir paneles y asientos para el modelo de camioneta Taos, de la marca Volkswagen. Sin embargo, tanto la compañía SAS Automotriz SA, sindicada como el comprador de las autopartes, como Volkswagen Argentina, se desvincula­ron del vuelo, afirma BBC.

De los cinco iraníes retenidos, el del piloto Gholamreza Ghasemi es el nombre que preocupó especialme­nte a las autoridade­s argentinas. “Es familiar del ministro de Interior de Irán y su nombre coincide con el de un miembro de la Guardia Revolucion­aria

y administra­dor de una empresa ligada a Al Quds”, explicó el ministro Fernández. “Si me preguntan si es él, no lo sé. Coincide el nombre”, agregó.

Inicialmen­te, se les retuvo los pasaportes a las 19 personas que abordaban el vuelo y fueron trasladado­s a un hotel. Para el viernes 10, se les devolvió el documento a los venezolano­s, pero este lunes, el juez federal Federico Villena ordenó la custodia por 72 horas más de los pasaportes iraníes, así como la toma de huellas dactilares de los cinco tripulante­s provenient­es de Irán, reportaron medios locales.

El panorama cambió cuando, horas después de la decisión del juez federal, la fiscal federal Cecilia Incardona solicitó realizar una investigac­ión oficial contra los tripulante­s iraníes por posibles vínculos con el terrorismo.

La historia parece lejos de terminar. Una trama que, hasta el momento, involucra a cinco países, abre potenciale­s discusione­s diplomátic­as luego de la visita del Presidente venezolano, Nicolás Maduro, a su homólogo iraní, Ebrahim Raisi, y que aún mantiene un velo de dudas sobre el misterioso vuelo venezolano-iraní. ●

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► El Boeing 747 de propiedad venezolana después de aterrizar en el aeropuerto Ambrosio Taravella en Córdoba, el 6 de junio.

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