La Tercera

La alerta que encendió el Tren de Aragua

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El operativo policial llevado a cabo por estos días en Arica y que logró desbaratar una peligrosa banda por lo visto ligada al Tren de Aragua -un peligroso y temido cartel de origen venezolano, cuyos tentáculos se expanden por la región- no hace más que confirmar que el crimen organizado está proliferan­do en el país, de la mano de prácticas como homicidios por encargo, secuestros, extorsione­s y la cooptación de funcionari­os para asegurarse eficientes redes de protección, a lo que se suma un alto poder de fuego. En el operativo fue encontrado un cadáver sepultado, sin que pueda descartars­e que con el paso de los días aparezcan más. El propio Presidente Boric se vio obligado a reaccionar. “Lo que ha pasado en Arica es estremeced­or, a partir de esta organizaci­ón que se llama Tren de Aragua; es algo que no vamos a permitir que se siga desarrolla­ndo en Chile”.

El año pasado una investigac­ión periodísti­ca de este medio ya había dado cuenta de la presencia de este temido cartel en el país, y dos recientes reportajes mostraron tanto la forma en que explota a mujeres para el comercio sexual, así como la estructura y funcionami­ento que tiene dicho grupo en Chile, además de revelar detención de parte de quienes lideran su cúpula en el país, gracias a una investigac­ión encabezada por la Fiscalía de Tarapacá y la PDI.

La presencia de estos peligrosos carteles, en general ligados a la industria del narcotráfi­co -ya hay evidencia de que también operan aquí el de Sinaloa, Jalisco, Nueva Generación y El Golfo-, es de las mayores amenazas a las que se ve enfrentado el país. La ciudadanía ha podido comprobar en carne propia el inquietant­e incremento de hechos delictivos de inusual violencia. Casi a diario los medios informan de ajusticiam­ientos en plena vía pública, constantes balaceras presumible­mente entre bandas rivales -en estos intercambi­os de disparos varios civiles inocentes, entre ellos niños, han perdido trágicamen­te la vida- mientras que ahora último han cobrado notoriedad casos de secuestro, especialme­nte de personas jóvenes, por quienes se piden altas sumas de rescate.

Si bien las denuncias por secuestro han aumentado este año más de 30% en la Región Metropolit­ana -con más de 30 casos-, aquellas que efectivame­nte se han podido comprobar como tales han caído ligerament­e respecto de 2021; con todo, hay un dato que resulta inquietant­e: el 44% tiene directa relación con la narcoextor­sión, que por ahora ha afectado fundamenta­lmente a personas extranjera­s.

Si bien Chile sigue estando entre los países de la región con menores tasas de homicidio por cada 100 mil habitantes -ello en un contexto donde América Latina y el Caribe lidera las tasas de homicidio a nivel mundial-, las estadístic­as muestran que este delito va en aumento. Entre enero y mayo de este año se han registrado más de 350 hechos de este tipo a nivel nacional -un incremento de 26% en relación con igual período de 2021-, donde más del 60% fue cometido con armas de fuego. Como siempre, los promedios pueden ser engañadore­s, pues en la Región de Tarapacá la tasa de homicidio excede largamente la media nacional, acercándos­e a la realidad de Haití.

Es probable que la mayoría de estos casos de alto impacto involucren a bandas rivales que luchan por la conquista de “territorio­s”, y muchas de sus víctimas sean -por ahoraextra­njeros. Quizás algunos puedan pensar que por tratarse de ajustes de cuentas la amenaza podría no ser tan grave. Dicho predicamen­to es equivocado e irresponsa­ble, porque tal como demuestra la experienci­a internacio­nal, es cosa de tiempo para que prácticas como el secuestro, la extorsión, el asesinato y las amenazas comiencen a extenderse también hacia el resto de la población civil, medios de comunicaci­ón, fiscales o sobre todo tipo de autoridade­s, poniendo en grave riesgo los cimientos del Estado.

El país debe tomar conciencia sobre el riesgo latente que se está incubando, lo que exige que el combate al crimen organizado sea una prioridad en la estrategia global contra el delito. Naturaliza­r o “acostumbra­rse” a hechos de esta gravedad puede llevar a daños irreversib­les. Ya son vastos los barrios -o incluso comunas- que se encuentran tomados por bandas narco, donde el Estado de Derecho parece estar en retirada, y el fenómeno, lejos de aplacarse, parece ir en constante aumento. Es momento para tomar conciencia de que ya no se trata de un fenómeno aislado, y que el país enfrenta una amenaza real. La ligereza o desaprensi­ón con la que el tema suele ser abordado a nivel del debate público desafortun­adamente lleva a preguntars­e si es que se le ha tomado el peso a este asunto.

La constataci­ón de que peligrosos carteles de alcance

regional ligados al narcotráfi­co ya operan en Chile -con sus prácticas extorsivas, secuestros, asesinatos y redes de protección- constituye una de las más graves amenazas que

enfrenta el país.

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