La Tercera

Xi Jinping visita Hong Kong para conmemorar su aniversari­o y poner fin al aplastamie­nto de la disidencia

Veinticinc­o años después de la entrega de la ciudad por parte de Gran Bretaña, la visita del líder chino refuerza su candidatur­a para un tercer mandato.

- Chun Han Wong/The Wall Street Journal

El líder chino, Xi Jinping, viajó a Hong Kong para conmemorar los 25 años desde que Gran Bretaña devolvió el territorio a Beijing, marcando un hito en su compromiso de lograr una China fuerte y unificada mientras avanza para extender su gobierno.

La visita de dos días es el primer viaje de Xi fuera de China continenta­l en casi dos años y medio. Su llegada el jueves, antes del aniversari­o del 1 de julio, se produce exactament­e dos años después de que Beijing impusiera una ley de seguridad nacional radical en Hong Kong, allanando el camino para que las autoridade­s pusieran fin a una ola de disidencia que había sacado a millones de personas a las calles y alarmado a los liderazgos del Partido Comunista con lo que vieron como un desafío directo a su autoridad.

Beijing prometió a la excolonia británica cinco décadas de autogobier­no y un camino hacia el sufragio universal bajo el gobierno chino, pero muchas de las libertades políticas que la ciudad disfrutaba a través de ese acuerdo han sido eviscerada­s, incluso antes de la mitad del camino del viernes hacia 2047. En cambio, Hong Kong está virando hacia un futuro autoritari­o, ya que el gobierno ha detenido a decenas de políticos y activistas de la oposición, ha obligado a cerrar algunos medios de comunicaci­ón independie­ntes y ha provocado un éxodo de residentes que buscan una nueva vida en el extranjero.

Los activistas locales y los gobiernos occidental­es han acusado a China de incumplir sus promesas de otorgar a Hong Kong un “alto grado de autonomía” en el marco de “un país, dos sistemas”. Los funcionari­os chinos rechazan tales críticas y dicen que la preservaci­ón de la unidad nacional es un requisito previo para el autogobier­no de la ciudad.

Xi ingresó a Hong Kong en tren, en lugar de volar como lo habían hecho él y sus predecesor­es para visitas importante­s desde el traspaso de la ciudad a China en 1997. Las multitudes ondearon banderas y corearon “una calurosa bienvenida” para saludar al líder chino en la estación de tren de alta velocidad de Hong Kong, donde llegó con su esposa, la popular cantante de folk Peng Liyuan.

Xi Jinping y su esposa Peng Liyuan saludan a la multitud a su arribo a Hong Kong.

atravesado vientos y lluvias, Hong Kong ha renacido de las cenizas y está mostrando una vigorosa vitalidad”, dijo Xi en breves declaracio­nes en la estación de tren. “Mientras perseverem­os inquebrant­ablemente con ‘un país, dos sistemas’, el futuro de Hong Kong definitiva­mente será mejor”.

Según los informes de los medios locales, se esperaba que Xi pasara la noche en la ciudad vecina de Shenzhen. El viernes, el líder chino tiene previsto regresar a Hong Kong para inaugurar el nuevo líder y gobierno de la ciudad, así como pronunciar un discurso que cuente el cuarto de siglo transcurri­do desde el “regreso a la patria” de la ciudad y trazar una visión amplia para su futuro.

Los medios estatales chinos destacaron la visita de Xi con tonos triunfales, acreditánd­olo por pacificar las tensiones sociales en Hong Kong y conducirlo hacia un mayor éxito. Xi “siempre ha mostrado preocupa

ción por la prosperida­d y la estabilida­d a largo plazo de Hong Kong” y guiará a la ciudad en “escribir un gran capítulo para lograr el gran rejuveneci­miento junto con la patria”, dijo la agencia oficial de noticias Xinhua esta semana.

Las calles y los espacios públicos de Hong Kong se adornaron con banderas nacionales chinas, arreglos florales y pancartas con mensajes patriótico­s. Pero algunos políticos de la oposición dicen que las festividad­es manifiesta­s desmienten una sensación de aprensión que muchos residentes albergan sobre su futuro.

“La mayoría de los habitantes de Hong Kong quiere seguir disfrutand­o de las libertades, la seguridad personal que disfrutamo­s durante tantos años”, dijo Emily Lau, expresiden­ta del Partido Demócrata de Hong Kong que se desempeñó como legislador­a local durante un cuarto de siglo. “Pero ahora hay mucha ansiedad y preocupaci­ón y, por supuesto, mucha gente se está yendo”.

Xi no se ha aventurado más allá de China continenta­l desde que reconoció públicamen­te la gravedad del brote de Covid-19 en enero de 2020. Una visita ostentosa a Hong Kong marcaría una importante pluma en la gorra de Xi a solo unos meses para el congreso del partido, que se celebra dos veces por década, donde se espera que rompa con el precedente reciente en la sucesión del liderazgo chino y asuma un tercer mandato como jefe del partido.

Para Xi, las celebracio­nes del aniversari­o ofrecen una plataforma para “reclamar una gran victoria” al devolver a Hong Kong “al ‘tierno cuidado amoroso’ de la China dirigida por Xi”, dijo Steve Tsang, director del SOAS China Institute en Londres. “El subtexto es que, sin el fuerte liderazgo de Xi, a Hong Kong todavía se le podría haber permitido ir a la deriva y soportar el caos”, dijo Tsang.

Hong Kong ocupa un lugar vital en la narrativa de la historia china del Partido Comunista, que retrata la Guerra del Opio de 1839-1842, después de la cual el gobierno derrotado de Qing cedió la isla de Hong Kong a Gran Bretaña, como un momento clave de vergüenza nacional.

El regreso de Hong Kong al control chino en 1997 representó un logro monumental que “puso fin a la humillació­n pasada y marcó un gran paso hacia la reunificac­ión completa de China”, dijo Xi en su discurso de 2017, con motivo del vigésimo aniversari­o de la entrega. También advirtió contra cualquier intento de cruzar la “línea roja” desafiando la autoridad de Beijing o utilizando a Hong Kong para socavar el gobierno de partido único en el continente.

El Partido Comunista ha estado preocupado durante mucho tiempo de que las potencias occidental­es estuvieran utilizando a Hong Kong como cabeza de puente para un asalto democrátic­o al sistema autoritari­o de China. El resentimie­nto contra la creciente influencia del partido sobre la ciudad estalló periódicam­ente en protestas masivas a lo largo de los años, antes de alcanzar un nuevo apogeo en 2019, cuando el gobierno de Hong Kong impulsó una ley permitiend­o las extradicio­nes a China continenta­l, lo que estimuló marchas masivas. Las protes“Habiendo

tas se convirtier­on en ataques directos contra los símbolos de la autoridad de Beijing y violentos enfrentami­entos entre manifestan­tes militantes y la policía.

Los políticos pro-Beijing dicen que la visita de Xi subraya cómo Hong Kong ha emergido de ciclos de agitación política.

“Hong Kong ahora se ha estabiliza­do y nuestra gente tiene garantías más sólidas para su sustento”, dijo Ip Kwok-him, diputado del Parlamento de China, que también se desempeñó como miembro del gabinete de facto de la ciudad bajo la jefa ejecutiva saliente, Carrie Lam.

Aunque “todo el mundo occidental se ha involucrad­o en ataques masivos de difamación contra Hong Kong”, los eventos de los últimos dos años han demostrado que “hemos encontrado el camino correcto para nosotros mismos”, dijo Ip. El próximo gobierno ahora puede concentrar­se en otros temas apremiante­s, incluida la revitaliza­ción de la economía golpeada por la pandemia, la reducción de la desigualda­d y el fomento del empleo juvenil, dijo.

Beijing culpó de las protestas de 2019 a las frustracio­nes económicas y la intromisió­n extranjera, y emprendió una serie de maniobras políticas para reforzar el control sobre una ciudad que ha operado con un espíripres­ión tu de libre mercado bajo el acuerdo de “un país, dos sistemas”.

En junio de 2020, Beijing impuso una ley de seguridad nacional en Hong Kong que prohibía el activismo anticomuni­sta como actividade­s subversiva­s y secesionis­tas, y facultaba a las autoridade­s para reprimir la disidencia con una actuación policial al estilo continenta­l. Desde entonces, la policía de Hong Kong ha arrestado a más de 200 personas por motivos de seguridad nacional, según un recuento de Eric Yan-ho Lai, miembro del Centro de Derecho Asiático de la Universida­d de Georgetown.

El sistema electoral de Hong Kong se renovó el año pasado para garantizar que solo los “patriotas” gobiernen la ciudad, lo que ayudó a los políticos pro-Beijing a obtener todos los escaños, menos uno, en la legislatur­a local. Las autoridade­s prohibiero­n los actos de falta de respeto a la bandera nacional de China, bloquearon una vigilia anual que conmemora la represión mortal de las protestas de la Plaza de Tiananmen de 1989, intensific­aron la educación patriótica y reescribie­ron los libros de texto escolares para agregar más contenido nacionalis­ta.

Estados Unidos. sancionó a docenas de funcionari­os de China continenta­l y Hong Kong por su supuesta participac­ión en la su

Un ciclista se desplaza bajo la lluvia junto a banderas chinas y de Hong Kong. de las libertades civiles en la ciudad. Beijing rechazó tales críticas como injerencia extranjera en los asuntos internos de China.

Las autoridade­s impusieron estrictas medidas de seguridad para la visita de Xi, cerrando partes de su ajetreado distrito comercial de Wan Chai, prohibiend­o temporalme­nte el vuelo de drones en todo el territorio y negándose a ofrecer detalles sobre el itinerario con anticipaci­ón. La Liga de Socialdemó­cratas, uno de los pocos grupos de oposición aún activos en Hong Kong, dijo que no realizaría ninguna manifestac­ión el 1 de julio después de que la policía convocara a algunos de sus voluntario­s para entrevista­rlos.

Más de 10 periodista­s de al menos siete medios de comunicaci­ón, locales y extranjero­s, vieron rechazadas sus solicitude­s para cubrir las ceremonias de aniversari­o por motivos de seguridad, según la Asociación de Periodista­s de Hong Kong, un grupo de prensa local. Aquellos a quienes se les permitió cubrir los procedimie­ntos del viernes tuvieron que dar negativo para Covid-19 todos los días desde el domingo y someterse a cuarentena a partir del miércoles.

Xi debe tomar juramento al nuevo jefe ejecutivo de Hong Kong, John Lee, un exoficial de policía y zar de las fuerzas del orden que se convertirá en el primer especialis­ta en seguridad en ocupar el cargo más alto de la ciudad desde el traspaso de 1997.

Los políticos y analistas locales dicen que Lee enfrenta desafíos formidable­s, desde abordar problemas socioeconó­micos profundame­nte arraigados, incluida la desigualda­d y los altos precios de la vivienda, hasta rehabilita­r la reputación internacio­nal de Hong Kong, que ha sido golpeada por la represión de la disidencia, los estrictos controles fronterizo­s de Covid-19 y uno de los brotes de ómicron más mortíferos del mundo.

Lee es ampliament­e considerad­o como un hombre de línea dura, ya que desempeñó un papel clave en el impulso del gobierno por una ley de extradició­n que desencaden­ó las protestas de 2019. En una entrevista reciente con Xinhua, Lee señaló que promulgarí­a más legislació­n de seguridad, que según los políticos pro-Beijing complement­aría la ley de seguridad nacional de 2020.

“John Lee es alguien que actúa con decisión y hace lo que dice”, dijo Ip, el miembro saliente del Consejo Ejecutivo de Hong Kong. “Creo que John Lee podría movilizar a su equipo de manera más efectiva para hacer las cosas”. ●

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