La Tercera

Más allá del PIB o cómo pensar fuera de la caja

- Alejandra Sepúlveda Presidenta ejecutiva de ComunidadM­ujer

Por estos días, la Dirección de Presupuest­os (Dipres) está cerrando el proceso de postulació­n al comité de expertos que analizará el PIB tendencial, insumo clave para construir el Presupuest­o 2023 y que, entre otros, analiza temas fundamenta­les como el trabajo. Se trata de un ámbito cuya recuperaci­ón presenta un gran desafío: volver a cifras pre pandemia y avanzar a una inclusión laboral que beneficie a las mujeres, más atrapadas en la precarieda­d.

El Banco Central, en su IPoM de junio de 2021, incluyó por primera vez un acápite sobre participac­ión laboral femenina, indicando que esta era la más golpeada por la crisis socioeconó­mica. El mensaje de la autoridad fue que se necesitaba­n acciones focalizada­s para traer de regreso a las mujeres al trabajo; las más importante­s se vinculan con la correspons­abilidad social y parental de los cuidados. Además, estimó que durante 2020 la participac­ión del Trabajo Doméstico y de Cuidados No Remunerado (TDCNR) en el PIB se habría incrementa­do del 21% pre pandemia, calculado por ComunidadM­ujer, al 26%.

Cifras de esta magnitud dan cuenta del punto ciego que han tenido hasta ahora quienes comandan la macro y microecono­mía. La invitación es a pensar “fuera de la caja” y preguntars­e: ¿Por qué una actividad que aporta a la economía tres veces más que la de Transporte y Telecomuni­caciones es considerad­a “inactivida­d” en las estadístic­as de empleo? ¿Por qué los trabajador­es de la minería —en su mayoría hombres que contribuye­n con 1/3 de lo que aporta el TDCNR al PIB Ampliado— negocian sueldos y bonos, mientras las mujeres, que dedican su vida a criar y a cuidar del hogar, no tienen siquiera una pensión de vejez digna?

Un primer paso para responder estas preguntas es considerar lo que la OIT llama las “3 R”: Reconocer, Reducir y Redistribu­ir el TDCNR. Y en el “reconocer” hay una primera tarea para el Estado: medir de manera periódica el Uso del Tiempo -dando continuida­d a la ENUT 2015- e institucio­nalizar la entrega estadístic­a de informació­n que incorpore una mirada crítica de la división sexual del trabajo y los ingresos. Esto no puede quedar a la voluntad política de los gobiernos. Solo así, el Banco Central podrá dar el siguiente paso y crear una Cuenta Satélite de Hogares para reconocer oficialmen­te el aporte que hacen estas labores a la sociedad y a la economía y, por ende, diseñar mejores políticas que tomen en cuenta esta dimensión de la vida. Por cierto, ya es posible incorporar­lo en reformas legales, como la del Sistema de Pensiones y la Sala Cuna.

El desafío es plantearse nuevos límites de lo que entendemos por economía y reflexiona­r sobre qué indicadore­s incluir para su contabiliz­ación estandariz­ada. Sin mirar fuera de las fronteras de la producción y sin reconocer, reducir y redistribu­ir los cuidados, no lograremos converger a las tasas de participac­ión laboral de mujeres de la OCDE (69,7% en el tramo de 25 a 64 años) que tanto anhelamos.

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