La Tercera

Asumir las consecuenc­ias

- Óscar Guillermo Garretón Economista

Valoro profundame­nte los giros del Presidente y su gobierno desde el plebiscito en adelante. Aprecio la competenci­a de las nuevas ministras y que ellas intenten asumir en serio el terrorismo y la insegurida­d ciudadana. Valoro que el Presidente, hablando en Sofofa, reconozca el aporte a Chile de la empresa privada y los avances experiment­ados por el país los últimos 30 años, anuncie que el TPP11 y el nuevo acuerdo con la Unión Europea entrarán pronto en vigencia, y defienda sin ambigüedad el uso de su arma de servicio por un carabinero atacado por un exaltado. También valoro que al fin reconozca la existencia de terrorismo asolando la Macrozona Sur. Y aplaudo la responsabi­lidad fiscal y monetaria del Ministerio de Hacienda y del Banco Central.

Sin embargo, si queremos salir del lío en que nos encontramo­s como país, si es sincero el clamor a favor de la antes difamada “democracia de los acuerdos”, la mirada colectiva no puede circunscri­birse a lo bueno o malo de un momento. Debemos hacernos cargo de las consecuenc­ias de lo que antes hicimos mal. Del portazo y denigració­n a progresism­os políticos exitosos y a sus protagonis­tas. De la grosera descalific­ación a 30 de los mejores años de avances tenidos por el pueblo de Chile, de reconocer que en esos logros la empresa privada (con todos sus defectos, cuyas consecuenc­ias también debe asumir) y los tratados internacio­nales con el 85% del PIB mundial fueron determinan­tes. De que no son ajenos a la irresponsa­bilidad fiscal y productiva con que se propiciaro­n avalanchas monetarias en 2021 y se empujaron fuera de Chile recursos e iniciativa­s de inversión, los desequilib­rios fiscales de hoy, el ser colista en crecimient­o dentro de América Latina para 2023, la inflación que golpea los hogares populares, las tasas de interés que estrangula­n la demanda de créditos hipotecari­os y la pérdida brutal de capacidad de inversión de nuestra economía. Del terrorismo que no nació con el reconocimi­ento presidenci­al y ha recrudecid­o como consecuenc­ia de tolerancia­s a él, del socavamien­to sistemátic­o a la capacidad estatal para garantizar a nuestro pueblo orden público, de la validación de la violencia y desprestig­io premeditad­o a la policía, y del descontrol de las migracione­s que otrora favorecier­on.

Solo el coraje de asumir lo mal hecho y sus consecuenc­ias, da certezas de no repetirlo y de construir mejores futuros. Sirve de ejemplo lo que hicimos con la “renovación socialista” después del golpe de 1973. El daño sufrido por nuestra convivenci­a y por nuestra economía es de tal magnitud, para peor en tiempos donde la situación mundial no nos ayuda, que solo es capaz de revertirlo una política y una sociedad que se propongan construir su acuerdo sobre otro Chile. Por sí solo, el gobierno más fuerte y cohesionad­o no lo lograría. Y este no lo es.

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