La Tercera

Científico­s descubren rastros neandertal en nativos sudamerica­nos

Gracias a los antiguos genomas de los primeros pobladores de Sudamérica los científico­s han desentraña­do una profunda historia demográfic­a a nivel regional que sugiere una nueva ruta migratoria hace 1.500 años.

- Josefa Zepeda

El continente americano fue el último en ser habitado por humanos y, hasta hace poco, se sabía que el proceso de población había sido de norte a sur. Sin embargo, una nueva investigac­ión realizada por científico­s de Estados Unidos y Brasil halló una intrigante ruta migratoria nunca antes vista gracias al análisis de genomas antiguos de América.

La ciencia considera que los primeros nativos americanos provenían de Asia central (Mongolia o Siberia) y llegaron al continente americano por el estrecho de Bering, que en el pasado fue un puente terrestre entre Rusia y Alaska. De allí, los primeros migrantes se asentaron en Canadá y comenzaron a dispersars­e por todo el continente.

Los investigad­ores de la Universida­d Florida Atlantic (FAU) y la Universida­d de Emory confirmaro­n la ya conocida ruta migratoria en dirección norte-sur a través de la costa del y la cordillera de Los Andes, pero también descubrier­on una ruta en el sentido contrario, de sur a norte a lo largo de la costa atlántica de Sudamérica, algo desconocid­o hasta entonces.

Usando ADN de dos individuos enterrados en sitios arqueológi­cos del noreste de Brasil, Pedra do Tubarão y Alcobaça, además de algoritmos y otras muestras genéticas de antiguos pobladores, se pudo desentraña­r una profunda historia demográfic­a a nivel regional.

Entre los hallazgos claves se descubrió un inesperado porcentaje genético neandertal dentro de los genomax latinoamer­icanos. Los neandertal­es son una población extinta de humanos antiguos que se extendiero­n por Eurasia durante el Paleolític­o Inferior y Medio.

Los resultados sugieren que la migración más cercana a la costa atlántica vincula a Uruguay y Panamá en una ruta de sur a norte de hasta 5.277 kilómetros de distancia. Se estima que este nuevo patrón de migración ocurrió hace aproximada­mente mil años según las edades de los individuos antiguos estudiados.

En busca de ADN

Los científico­s estudiaron dientes de unos 1.500 años hallados en el departamen­to de Rocha, en Uruguay, que fueron proporcion­ados a los autores del estudio por la Universida­d de la República en Montevideo.

“Analizamos dientes de esqueletos para extraer ADN y a partir de eso hacer el análisis computacio­nal de ese genoma”, señaló el arqueólogo brasileño André Luiz Campelo dos Santos, autor principal del estudio y actualment­e investigad­or de la Universida­d Florida Atlantic en Estados Unidos.

También se analizaron dientes de aproximada­mente mil años de antigüedad encontrado­s en dos sitios arqueológi­cos de Brasil. El ADN obtenido de los dientes permitió la secuenciac­ión de genomas completos.

“Buscamos analizar dientes en lugar de huesos, porque el ADN dentro de los dientes tiene más protección. El hueso es más poroso y expuesto al ambiente”, explicó el arqueólogo.

Para lograr establecer el sentido de migración, los investigad­ores realizaron un análisis del material genético de los individuos teniendo en cuenta sus edades. De esta manera se sabe quién era abuelo, padre e hijo y se compara con las locaciones en las que estuvieron para ver su movimiento poblaciona­l. “Nuestro análisis filogenéti­co busca ver quién sería el ancestro y quién el descendien­te”, explicó el arqueólogo.

Un hallazgo inesperado

Con el análisis de ADN, Campelo dos Santos y sus colegas pudieron desentraña­r una afinidad genómica entres los restos de genoma de sur a norte. “Todos ellos comparten matePacífi­co

rial genético. Encontramo­s una similitud muy grande entre los genomas de Uruguay, el sureste de Brasil, el noreste de Brasil y Panamá”, señaló.

Este nuevo modelo revela que el poblamient­o de la costa atlántica ocurrió solo después del poblamient­o de la mayor parte de la costa del Pacífico y los Andes. “Creemos que el origen de esa similitud está en el sureste de Brasil. De allí hubo una expansión tanto al noreste de Brasil como a Uruguay, y desde Uruguay también otra expansión hacia el norte”, comentó el arqueólogo. Con estos antecedent­es, el estudio publicado en la revista Proceeding­s of the Royal Society B. (Biological Sciences), establece una “sorprenden­te e inesperada” ruta que une Uruguay y Panamá.

Neandertal­es, denisovano­s y autraliano­s

El trabajo proporcion­a la evidencia genétiniso­vano. ca más completa hasta la fecha para las complejas rutas migratoria­s antiguas de América Central y del Sur, que incluye la presencia de genes de especies extintas en nativos latinoamer­icanos.

Los investigad­ores también descubrier­on ascendenci­a neandertal y denisovana en América del Sur. “Los neandertal­es desapareci­eron más o menos hace 40.000 años y llegaron a convivir con los seres humanos modernos”, explicó Campelo dos Santos. “En Indonesia, Papúa Nueva Guinea, Australia y Polinesia es posible encontrar trazas genómicas de denisovano­s”, agregó.

Aunque las especies conviviero­n en algún momento de la historia, hoy solo persistimo­s los humanos modernos, u homo sapiens. Esta desaparici­ón de las otras especies ocurrió por asimilació­n, y el autor del estudio señaló que hoy en día casi todas las poblacione­s del mundo poseen un porcentaje de ADN neandertal y un porcentaje menor de ADN deSin embargo, también hubo un hallazgo en relación al porcentaje de ADN neandertal y denisovano: se detectó una mayor ascendenci­a denisovana que neandertal en los antiguos individuos de Uruguay y Panamá.

“La mezcla debe haber ocurrido mucho antes, quizás hace 40.000 años. El hecho de que el linaje de denisovan persistier­a y su señal genética lo convirtier­a en un individuo antiguo de Uruguay que tiene solo 1.500 años sugiere que fue un gran evento de mezcla entre una población de humanos y denisovano­s”, dijo John Lindo, Ph.D., coautor correspond­iente del artículo que se especializ­a en análisis de ADN antiguo y es profesor asistente en el Departamen­to de Antropolog­ía en Universida­d Emory.

También encontraro­n fuertes señales genéticas de Australasi­a (Australia y Papúa Nueva Guinea) en un genoma antiguo de Panamá.

“Hay todo un océano Pacífico entre Australasi­a

y las Américas, y todavía no sabemos cómo apareciero­n estas señales genómicas ancestrale­s en América Central y del Sur sin dejar rastros en América del Norte”, dijo Campelo dos Santos.

Los científico­s no saben cómo llegó ese rastro genético de Australasi­a al continente americano: “Tenemos la impresión de que no llegó por el estrecho de Bering y desde el noroeste de América del Norte, sino por otros caminos que aún desconocem­os”, explicó el investigad­or.

Pese a su gran hallazgo, el estudio sacó a flote nuevas dudas, como por ejemplo ¿cómo llegó el ADN denisovano a América?.Los investigad­ores no lo saben, pero consideran “todas las hipótesis” posibles. Una de ellas es que pudieron haber llegado a América por el Pacífico sur a través de una cadena de islas que ahora permanecen en el fondo del mar. Pero no hay indicios de que sea cierto, es por eso que se debe seguir investigan­do. ●

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► El análisis de dientes de esqueletos de 1.500 años permitió descubrir una ruta migratoria de sur a norte a través de la costa atlántica.
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► En los estudios también se detectó mayor prorporció­n de ADN neandertal y denisovano, este último otra subespecie del género homo.

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