La Tercera

Pasó la vieja

- Cristián Valenzuela Abogado

Son 1.097 días que han pasado desde la madrugada del 15 de noviembre de 2019 cuando un grupo de representa­ntes políticos sellaron el acuerdo por la Paz y la Nueva Constituci­ón. Durante este período se han cometido más de dos mil homicidios, la inflación ha subido casi un 20%, la pobreza y la desigualda­d han aumentado y la confianza de los inversioni­stas extranjero­s está por los suelos. Bajo cualquier indicador, Chile hoy es más pobre, violento y desigual que hace tres años, cuando se prometiero­n la paz y una nueva Constituci­ón que nunca llegaron.

Pero a pesar de haber fallado en todas sus promesas, algunos sectores políticos insisten en resucitar el proceso constituci­onal. Ignorando el mandato que ocho millones de chilenos entregaron al país el 4 de septiembre, llevan más de 70 días negociando mecanismos, cupos y garantías para reiniciar la Convención Constituci­onal y comenzar el proceso desde cero.

Es razonable que existan dudas respecto de la decisión de hace tres años, cuando en medio de un clima de extrema violencia, el gobierno fue forzado a rendirse y entregar sin condicione­s la Constituci­ón más exitosa de la historia de Chile. Algunos afirman que fue imposible hacer exigible el Estado de Derecho, porque una decisión así nos habría llevado necesariam­ente a enfrentami­entos en la población y graves consecuenc­ias políticas y sociales. Otros, creemos que fue la abdicación de la autoridad frente al chantaje de la izquierda radical la que nos ha llevado al estado de anomia y desintegra­ción política y social que ha marcado el devenir del país en los últimos años. Pero es fácil opinar con el diario del lunes.

Lo que no es razonable es que, luego de todo lo que ha pasado en Chile, los políticos repitan una fórmula que ya fracasó, que la ciudadanía ha rechazado y que es ampliament­e resistida en los sondeos de opinión.

Hoy Chile no vive un levantamie­nto de violencia callejera irracional como la que vivimos en octubre y noviembre de 2019, que puso en grave riesgo la seguridad de millones de chilenos. Tampoco existe, como si existió entonces, una oposición política al gobierno que de manera irresponsa­ble legitimó esa violencia y que de manera activa validó la insurrecci­ón.

Hoy Chile vive una crisis de seguridad, con un aumento explosivo del crimen y en particular, de los delitos más violentos; una severa crisis económica, fruto del incierto panorama mundial pero también de las acciones irresponsa­bles e irreflexiv­as de la clase política chilena; y una profunda crisis política, porque estamos gobernados por un Presidente amateur y un gobierno que ha sido incapaz de colocar las prioridade­s de los chilenos por sobre la agenda ideológica de su fanaticada.

A diferencia de hace tres años, hoy no existen dos alternativ­as a los complejos desafíos que enfrenta el país en la reconstruc­ción de su camino perdido. Chile no necesita otra Convención Constituci­onal y es de esperar que los dirigentes políticos en vez de escuchar sesudos diagnóstic­os de un grupo de iluminados, escuchen más al ciudadano común y corriente que ha manifestad­o su clara voluntad de terminar con el proceso constituye­nte.

 ?? ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Chile