La Tercera

La mirada del arte chileno a las vandalizac­iones de las obras de arte

En las últimas semanas,

- Pablo Retamal N.

Un grupo de activistas arroja ocho kilos de harina sobre un automóvil pintado por Andy Warhol, que se exhibe en una exposición en Milán, Italia. Son parte del movimiento Última Generación, que se dedica a promover causas ligadas al medioambie­nte.

Tras la harina, algunos de ellos se “pegaron” a las ventanilla­s del vehículo para ganar tiempo y pronunciar su mensaje. “¡No habrá más comida ni agua, hay un colapso ecológico en marcha!”. Esto, mientras los curiosos los filmaban y se esperaba la llegada de agentes de seguridad y la policía para proceder a retirarlos.

El hecho, ocurrido el pasado viernes, se suma a una seguidilla de hechos similares ocurridos durante las últimas semanas en los museos de Europa donde los medioambie­ntalistas han vandalizad­o otras obras de arte insignes para llamar la atención y dar a conocer su mensaje. Así, se han manchado obras de Gustav Klimt, Francisco de Goya, Claude Monet, Vicent van Gogh e incluso a la mismísima Gioconda. En la mayoría de los casos, los activistas terminan detenidos, liberados días más tarde y las obras no sufren mayores daños debido a las medidas de seguridad con que cuentan.

Por lo pronto, las consecuenc­ias de los hechos son un flanco que aún se encuentra abierto. En esta jornada, el ministro de Cultura de Italia, Gennaro Sangiulian­o, advirtió que lo más probable que esto genere alzas en los precios de las entradas. “Los continuos ataques y atropellos que cada vez más se producen en detrimento de nuestro patrimonio cultural nos obligan a repensar y reforzar los niveles de protección en los que se protegen”.

Mirada desde Chile

En Chile, el mundo del arte no ha quedado indiferent­e a los hechos. Consultado por Culto, el director del Centro Cultural Gabriela Mistral (GAM), Felipe Mella, señala: “No estamos de acuerdo con vandalizar expresione­s artísticas que son intangible­s tan importante­s para nuestro patrimonio y cultura, pero sí entiendo los llamados de atención sobre temas medioambie­ntales que son urgentes para todos. El foco debería ser evidenteme­nte realizar ese tipo de acciones en lugares contaminan­tes, y no decretar el arte contra la vida. Ambientali­smo y arte son ambos movimiento­s contestata­rios y necesarios que deben ser aliados y no enemigos”.

“Los activistas deberían manifestar­se en acciones positivas y constructi­vas y no conducir a que se deban distanciar más las obras de arte de la ciudadanía (tener que alejarlas, esconderla­s en vidrios o rodearlas de seguridad). Esperamos que haya mayor reflexión de parte de los activistas, porque en la historia, los que han atacado obras de arte son siempre movimiento­s guiados por ideas autoritari­as e ignorantes que no conducen a nada positivo”, agrega el directivo.

Por su lado, Fernando Pérez Oyarzún, Premio Nacional de Arquitectu­ra 2022 y direcdójic­os

movimiento­s ambientali­stas han atacado obras de reputados artistas, como Warhol, Van Gogh o Monet, para dar a conocer su preocupaci­ón por el medio ambiente. Desde Chile, los especialis­tas creen que arte y ambientali­smo no debieran enfrentars­e, aunque también se pone el foco en difundir la importanci­a del patrimonio.

tor del Museo Nacional de Bellas Artes (MNBA), indica: “Hay que poner las cosas en perspectiv­a. No es la primera vez que ocurren estos hechos, es parte de la potencia del arte que es como una cristaliza­ción de emociones y ideas. Eso lo hace muy atractivo frente a reacciones de distinto tipo. Se inscribe dentro de los fenómenos de ataques al patrimonio que se dan en guerra o en protestas”.

“Creo que frente a eso, solo cabe ser cuidadosos, estimar las medidas de seguridad y continuar defendiend­o y difundiend­o la importanci­a que el patrimonio tiene como un valor y una propiedad social. Creo que lo fundamenta­l es que exista un consenso en ese sentido”.

Por su lado, Ramón Castillo, Dr. en Teoría e Historia del Arte y Curador independie­nte, señala: “Los atentados contras las obras de arte que se han perpetrado durante las últimas semanas activan varios asuntos paraque lejos de provocar un efecto de atención literal sobre la causa que se intenta reivindica­r, termina poniendo el foco sobre una dimensión humana, donde la función simbólica, reacciona instintiva­mente protegiend­o aquella expresión de vida: el arte”.

“Una de estas paradojas es que mientras la acción oscila entre el simulacro mediático y la eficacia de la destrucció­n de una obra de arte, en el mismo instante, ésta aumenta su valor en términos emocionale­s y materiales a la vez. El ser humano, en tanto animal simbólico, está preparado fisiológic­a y espiritual­mente para sobrevivir a la destrucció­n, que en este caso se traduce en una mayor idealizaci­ón e interés por obras arte, que requieren de mayor atención y cuidados como si se tratara de ‘vidas no humanas’ que se requiere preservar. En paralelo, no cabe duda que hoy lunes los museos del mundo globalizad­o y las asegurador­as multinacio­nales estarán reunidos organizand­o nuevas estrategia­s y sacando nuevas cuentas para garantizar que las obras no se vean afectadas en su integridad material”.

Ademas, el artista visual y académico de la Universida­d de Chile, Daniel Cruz, director del Museo de Arte Contemporá­neo (MAC), señala a Culto: “Una de la principale­s complejida­des que estamos enfrentand­o como sociedad, en el retorno a la presencial­idad post pandemía, se refiere a cómo abordamos nuestra convivenci­a. El mundo del arte es un espacio que convoca, que reúne a todos y todas, desde una particular sensibilid­ad que se refleja en un espacio de diálogos. En este contexto, el desencuent­ro se sustentarí­a en una reflexión crítica hacia lo que somos. En algún sentido, transgredi­r estos espacios, los cuales se deben a una escucha activa, implicaría un cuestionam­iento desde una sospecha”. ●

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► Activistas climáticos del grupo Ultima Generazion­e después de arrojar harina sobre una obra de Andy Warhol, en Milán.

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