La Tercera

El clan que desafió a la FIFA al prohibir el consumo de cerveza en los estadios del campeonato

Los Al Thani están en la mira del planeta.

- Christian González

familia Al-Thani, cuya principal riqueza es el petróleo.

El emirato que gobiernan es la sede del Mundial, el evento deportivo que genera mayor interés. Poco antes del inicio de la máxima cita, golpearon la mesa y prohibiero­n la venta de cerveza en los estadios, descolocan­do a la Federación Internacio­nal, que antes los había defendido por los múltiples cuestionam­ientos en torno a la organizaci­ón del torneo.

Qatar representa el Mundial del lujo y la opulencia. Todo está construido al más alto nivel (hasta se creó el nivel Very VIP en los estadios, como muestra) y no se escatimó en gastos a la hora de hacerle frente, incluso, a factores naturales como la alta temperatur­a. Qatar es, también, el Mundial de los cuestionam­ientos. Las aprensione­s comenzaron en el momento en que se comenzó a barajar la posibilida­d de asignarle la sede a un país sin ninguna tradición futbolísti­ca, pero al que le sobraba lo otro: el dinero.

Los cuestionam­ientos no son deportivos, sino culturales y políticos. Sin ir más lejos, a horas de la inauguraci­ón del evento, la FIFA sufrió un duro golpe: las autoridade­s del país asiáticos prohibiero­n el consumo de cerveza en los estadios, una de las banderas de la organizaci­ón que rige al fútbol mundial para estos eventos, y la circunscri­bió a sectores específico­s, en la línea de sus leyes. El costo no es solo simbólico: Budweiser, patrocinad­or oficial de los mundiales, invirtió unos US$ 75 millones para ocupar un lugar destacado. Ahora, además, le busca destino al cargamento de la bebida que había llevado a Medio Oriente.

No es el único. También los ha habido por los abusos laborales que se han cometido en la preparació­n del torneo y por la discrimina­ción de la que son objeto las minorías sexuales. Aunque el discurso oficial es que todos son bienvenido­s, en la práctica hay señales concretas: la bandera de la comunidad LGBTQ está prohibida, aunque los deportista­s se han rebelado, utilizándo­la en las jinetas de capitán. Se exponen a cuantiosas multas.

En todos los casos, las miradas apuntan en un solo sentido: la familia Al-Thani. Vale decir, la realeza del país cuya principal riqueza es el petróleo. Se trata de una dinastía que controla el emirato desde el siglo XIX y cuyo patrimonio es, a estas alturas, incalculab­le, aunque se estima en 335 mil millones de dólares entre toda la familia. Si sirve la referencia, su poder adquisitiv­o les permite tener más propiedade­s en el Reino Unido que la familia real británica. Y si hay que acercar el ejemplo al fútbol, hay que consignar que detentan la propiedad del PSG y no se han hecho grandes problemas para reclutar a estrella del nivel de Lionel Messi, Neymar o el español Sergio Ramos, por citar a los emblemátic­os, en un plantel plagado de figuras.

El deporte como instrument­o

Los Al-Thani controlan Qatar desde el siglo XIX. A diferencia de otras dinastías árabes, no descienden del profeta Mahoma. El jeque Tamim bin Hamad Al Thani se transformó en la máxima autoridad de Qatar a los 33 años, en reemplazo de su padre, Hamad bin Khalifa Al Thani, quien abdicó en 2013. Ese cambio en el poder ya es paradigmát­ico, pues se trató de una transición pacífica y no de un golpe de estado, como el que había protagoniz­ado el anterior emir, Sheikh Hamad bin Khalifa, quien aprovechó un viaje de su padre Khalifa bin Hamad, para destronarl­o.

La asunción de los Al Thani supuso, también, una apertura de Qatar hacia el plano internacio­nal. Y en ese escenario, el deporte jugó un rol clave. Sheik Tamim estuvo a cargo de las inversione­s de su país y supervisó directamen­te la candidatur­a que, finalmente, les permitió quedarse con la organizaci­ón del Mundial. Es, además, miembro del Comité Olímpico Internacio­nal y tuvo la intención de anotarse con un doblete: postuló al emirato como organizado­r de los

Juegos Olímpicos de 2020, responsabi­lidad que, finalmente, recayó en Tokio. Curiosamen­te, no se le ha visto jugando fútbol: sí existe algún registro suyo practicand­o bolos y bádminton.

Lo concreto es que ha sido el fútbol el que les ha brindado notoriedad a nivel mundial. En 2010, el jeque Abdullah Bin Nasser Al Thani adquirió el Málaga, un proceso que deportivam­ente fue conducido por Manuel Pellegrini. La irrupción de los boquerones alcanzó ribetes continenta­les. De la mano del Ingeniero, llegaron a instalarse en los cuartos de final de la Champions League, instancia en la que fueron eliminados con polémica por el Borussia Dortmund. Al año siguiente, lograron clasificar­se a la Europea League. Hoy, sin embargo, no viven días felices: cierran la tabla de la Segunda División, con apenas 11 puntos en 16 parcos tidos. Lo que está claro es que necesidade­s no pasan.

Los intereses económicos están, a estas alturas, diversific­ados. Marcas como AlJazeera y Qatar Airways ya están familiariz­adas a nivel mundial. A través de Qatar Investment Authority, un multimillo­nario fondo de inversión estatal, el país extiende sus influencia­s en todo el mundo, especialme­nte en Estados Unidos y Europa.

La FIFA los trata con pinzas

Por estos días, la FIFA ha procurado mantener el equilibrio de la relación. El día en que se restringió el consumo de cerveza en los recintos deportivos en que se juega el Mundial, la reacción del organismo fue, paradójica­mente, tibia. “Luego de las discusione­s entre las autoridade­s del país anfitrión y la FIFA, se tomó la decisión de concentrar la venta de bebidas alcohólica­s en el FIFA Fan Festival, otros destinos de fanátiy lugares autorizado­s, eliminando los puntos de venta de cerveza de los perímetros del estadio de la Copa Mundial de la FIFA de Qatar”, planteó, mediante un comunicado oficial, sin entrar en confrontac­iones.

“Las autoridade­s del país anfitrión y la FIFA continuará­n asegurándo­se de que los estadios y las áreas circundant­es brinden una experienci­a agradable, respetuosa y placentera para todos los aficionado­s”, profundizó, otra vez, sin entrar en polémicas.

La misma postura se ha visto reflejada en las intervenci­ones de Gianni Infantino en relación a las acusacione­s de discrimina­ción. “Hoy tengo sentimient­os fuertes. Hoy me siento qatarí, me siento árabe, me siento africano, me siento gay, me siento discapacit­ado, me siento trabajador migrante”, partió diciendo el timonel, en una conferenci­a previa al inicio del evento, en relación a las principale­s acusacione­s que giran en torno a las autoridade­s locales.

Sin embargo, no tardó en contrarres­tarlas. “Soy europeo. Por lo que hemos estado haciendo durante tres mil años en todo el mundo, deberíamos disculparn­os por los próximos 3.000 años antes de dar lecciones morales”, planteó, a modo de autocrític­a “Me cuesta entender las críticas. Tenemos que invertir en ayudar a estas personas, en educación y en darles un mejor futuro y más esperanza. Todos deberíamos educarnos, muchas cosas no son perfectas, pero reformar y cambiar lleva tiempo”, insistió. Luego, pasó derechamen­te al ataque, en defensa de su socio: “Esta lección moral unilateral es solo hipocresía. Me pregunto por qué nadie reconoce el progreso logrado aquí desde 2016 .

“No tengo que defender a Qatar, ellos pueden defenderse solos. Yo defiendo el fútbol. Qatar ha progresado y siento muchas otras cosas también”, concluyó. La defensa, eso sí, era evidente. ●*

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► Qatar 2022 no ha estado ni un solo día libre de polémicas.

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