La Tercera

La ley se acata, pero no se cumple

- Juan Ignacio Brito Periodista

No hay democracia sana sin respeto a la ley. Como la nuestra está enferma hace rato, la ley pierde fuerza y se ve burlada por quienes deberían dar ejemplo de cumplimien­to. El ejemplo más claro fueron los proyectos de retiro de fondos de pensiones auspiciado­s por parlamenta­rios, disfrazado­s de “reformas constituci­onales ad hoc”. En su aprobación participar­on legislador­es de todos los colores, incluyendo, por supuesto, los que hoy ocupan el gobierno y descubren, como ha admitido Gabriel Boric, que “otra cosa es con guitarra”.

Aunque para algunos la confesión musical del Mandatario supone una sincera revisión del ideario que sustentó desde las protestas de 2011, sería ingenuo creer que un par de declaracio­nes resultan suficiente­s para borrar con el codo lo escrito con letra firme durante más de una década. No basta con declarar bien; para convencer es necesario acompañar las palabras con hechos. A un Presidente que asegura consultar la Biblia, quizás sea oportuno recordarle una cita evangélica: “Por sus frutos los conoceréis”.

Una prueba de fuego en este sentido es el tratamient­o que el Ejecutivo le entregue a la llamada Macrozona Sur. El jefe de Estado visitó La Araucanía, se reunió con autoridade­s, víctimas de la violencia, indígenas, propuso la creación de una “comisión para la paz y el entendimie­nto” que entregará sus resultados en 2025, y calificó los ataques en el lugar como “terrorismo”. Sin embargo, no solo no entregó claridad alguna sobre lo que pretende hacer aquí y ahora para combatirlo­s, sino que señaló que no utilizará la ley antiterror­ista para enfrentar a los grupos armados que campean impunes en el sur.

El Presidente está en su derecho de tener una opinión crítica sobre la Ley Antiterror­ista. Posee facultades legales amplias: enviar un proyecto que la reforme y forzar su discusión inmediata. Sin embargo, no lo ha hecho. Ha preferido identifica­r una o más conductas de los rebeldes como terrorista­s, pero afirmar que no buscará aplicar la ley que las tipifica y que lo obliga a él en tanto autoridad. Pretende así, una vez más, quedar bien con Dios y con el diablo.

Una polémica similar tiene lugar respecto de la Ley Aula Segura: la ministra del Interior respaldó a la alcaldesa de Santiago, quien ha afirmado que la violencia escolar es un tema muy serio, pero que prefiere no aplicar esa ley para sancionar la severa indiscipli­na de algunos estudiante­s.

La paradoja es notoria: el gobierno y la coalición que venían a renovarlo todo y a romper con las viejas prácticas han hecho retroceder el calendario varios siglos y reimpuesto el “se acata, pero no se cumple” que distinguió a esta Capitanía General durante la colonia española. Un logro impensado para refundador­es que, al parecer, declaran mejor que lo que actúan.

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