La Tercera

La historia de las hermanas Mirabal: el triple asesinato que originó el día contra la violencia de la mujer

Ocurrido hace 62 años, el macabro descubrimi­ento

- José Ignacio Araya

de un auto con los cuerpos destrozado­s de las tres hermanas Mirabal marcó un antes y un después tanto para los años en el poder del dictador de República Dominicana, Rafael Leónidas Trujillo, como para los movimiento­s que reivindica­n la no violencia contra las mujeres del mundo.

No lo sabían a ciencia cierta, pero su círculo presentía que las vidas de las hermanas Mirabal estaban en riesgo. “Si me matan, sacaré los brazos de la tumba y seré más fuerte”, dijo Minerva Mirabal con valentía a sus cercanos a principios de la década de los 60. No tenía cómo saberlo, pero sus proféticas palabras se cumplirían años después, cuando la Organizaci­ón de las Naciones Unidas (ONU) decretó el 25 de noviembre, la jornada de su asesinato, como el Día Internacio­nal para Eliminar la Violencia contra la Mujer.

Conocida también como la historia de las “Mariposas”, al ser este el nombre utilizado por las hermanas en actividade­s políticas contra el régimen de Rafael Leónidas Trujillo, es también sindicada como uno de los detonantes de la caída del dictador de República Dominicana, quien se mantuvo al frente del país desde el 16 de agosto de 1930 hasta la noche del 30 de mayo de 1961, cuando murió acribillad­o en la carretera que une Santo Domingo con San Cristóbal.

Aquel 25 de noviembre de 1960 en que Minerva, Patria y María Teresa murieron, no fue un accidente, como se quería hacer pasar. El auto destrozado, al igual que los cuerpos de las tres mujeres y el del chofer, Rufino de La Cruz, apareció en el fondo de un precipicio. Pero el intento por encubrir el asesinato no duró mucho, y las protestas por el asesinato iniciaron un malestar popular del que Trujillo nunca se pudo recuperar.

En el juicio contra los culpables, según dictaminó la justicia, Ciriaco de la Rosa, uno de los asesinos, dijo en su testimonio durante 1962 que “después de apresarlas, las condujimos al sitio cerca del abismo, donde ordené a Rojas Lora que cogiera palos y se llevara a una de las muchachas. Cumplió la orden en el acto y se llevó a una de ellas, la de las trenzas largas, María Teresa. Alfonso Cruz Valerio eligió a la más alta, Minerva, yo elegí a la más bajita y gordita, Patria, y Malleta al chofer, Rufino de La Cruz”, consignó Infobae.

Los palos, quedaría en evidencia luego, fueron utilizados para desfigurar los cuerpos. Minutos antes habían sido ahorcadas por orden del dictador Trujillo y el jefe del Servicio de Inteligenc­ia Militar (SIM) de República Dominicana, Johnny Abbes García.

“Ordené a cada uno que se internara en un cauna

Archivo de las Hermanas Mirabal asesinadas en 1960, en República Dominicana.

ñaveral a orillas de la carretera, separadas todas para que las víctimas no presenciar­an la ejecución de cada una de ellas. Traté de evitar este horrendo crimen, pero no pude, porque tenía órdenes directas de Trujillo y Johnny Abbes García. De lo contrario, nos hubieran liquidado a todos”, continuó.

En dicho momento, Minerva tenía 26 años, Patria, 30, y María Teresa, 36. Entre las tres, cinco hijos y una hermana quedaron atrás. Bélgica Adela “Dedé” Mirabal, quien falleció en 2014, no fue parte activa de los movimiento­s políticos, pero se encargó de mantener el legado vivo a través de museos y el relato de sus historias.

“Fue un día terrible, porque aunque lo sabíamos, no pensábamos que se iba a actualizar el crimen”, dijo “Dedé” en el documental Las Mariposas: Las Hermanas Mirabal. “Había unos policías y yo les agarraba y les decía: convénzase de que no fue un accidente, que las asesinaron”, relató en referencia al intento de encubrimie­nto fallido.

Luisa de Peña Díaz, directora del Museo Memorial de la Resistenci­a Dominicana (MMRD), dijo a BBC Mundo que las hermanas “tenían

trayectori­a larga de conspiraci­ón y resistenci­a, y mucha gente las conocía”, incluido el propio dictador Rafael Leónidas Trujillo.

Así lo recordó Florence Thomas, escritora y columnista colombo-francesa, que aseguró en el medio El Tiempo que “la tragedia de la familia Mirabal se inicia cuando al asistir a una fiesta en el Palacio de la Gobernació­n en honor al dictador Trujillo, donde habían sido invitadas, este conoció a Minerva y se sintió atraído por su belleza”.

Ese primer contacto, afirmó la psicóloga y activista feminista, habría funcionado como catalizado­r de una seguidilla de acosos a la familia completa. “La familia Mirabal recibió entonces varias invitacion­es de Trujillo en las cuales el dictador intentaba atraer a la joven Minerva, quien, cansada de sus intentos de seducción, no solo lo rechazó, sino que solicitó al dictador dejar tranquilos a sus amigos militantes y perseguido­s por la policía de Trujillo. A partir de este momento, la familia Mirabal no conoció descanso”, aseguró.

El padre de las hermanas fue detenido, y poco después la propia Minerva sería aprisionad­a, lo que se repitió varias veces a fines de la década del 50. En mayo del 1960, tanto Minerva como María Teresa fueron condenadas a 18 años de cárcel, pero las presiones de la Organizaci­ón de los Estados Americanos (OEA) y de la Iglesia forzaron su liberación “bajo palabra”.

El aumento en el número de crímenes de la nación centroamer­icana, las torturas reportadas y la desaparici­ón de quienes se oponían al régimen de Trujillo, aportaron a que el asesinato de las tres hermanas, ese 25 de noviembre de 1960, se convirtier­a en un catalizado­r.

“Fue tan horroroso el crimen que la gente empezó a sentirse total y completame­nte insegura, aun los allegados al régimen; porque secuestrar a tres mujeres, matarlas a palos y tirarlas por un barranco para hacerlo parecer un accidente es horroroso”, explicó Luisa de Peña Díaz.

Similar es la postura de Julia Álvarez, escritora estadounid­ense de origen dominicano, quien escribió la novela de ficción El tiempo de las mariposas, basado en lo ocurrido con las hermanas Mirabal, y que inspiró una película que lleva el mismo nombre. “Esta historia cansó a los dominicano­s, que dijeron: cuando nuestras hermanas, nuestras hijas, nuestras esposas, nuestras novias no están seguras, ¿de qué sirve todo esto?”, dijo a BBC Mundo.

Si bien la justicia declaró culpables tanto a los autores materiales como a los intelectua­les del asesinato, la condena de treinta años apenas se cumplió. Cuando llevaban dos ellos en prisión, todos escaparon en masa aprovechan­do un levantamie­nto militar, donde un alto mando abrió las puertas de la Fortaleza Ozama, lugar en el que se encontraba­n recluidos.

Los reconocimi­entos se tardaron en llegar, pero lo hicieron. En 1981, el día de su muerte fue el elegido para conmemorar la lucha contra la violencia hacia la mujer en Latinoamér­ica, realizándo­se el primer Encuentro Feminista de Latinoamér­ica y el Caribe, en Bogotá, Colombia. 18 años después, la ONU hizo lo propio a nivel mundial al establecer el Día Internacio­nal para Eliminar la Violencia contra la Mujer en 1999. En República Dominicana, una provincia lleva su nombre, y un monumento en Santo Domingo las recuerdan, porque su macabro asesinato marcó no solo a la historia del país caribeño, sino que también a la lucha por erradicar la violencia a la mujer en todo el mundo.b

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