La Tercera

OLAS DE CALOR MÁS FRECUENTES

- Por René Garreaud y Martín Jacques René Garreaud es director del (CR)2, profesor Depto. de Geofísica FCFM Universida­d de Chile, y Martín Jacques, investigad­or del (CR)2, profesor Depto. de Geofísica CFM U. de Concepción.

Las olas de calor –períodos de tres o más días en que las temperatur­as máximas alcanzan niveles muy por encima del promedio– pueden ocurrir en cualquier lugar y estación del año, pero generan situacione­s especialme­nte sensibles y potencialm­ente peligrosas durante el verano en el valle central de la zona centro de Chile.

Estas olas de calor se asocian a la fase de desarrollo de una baja costera que produce alta estabilida­d atmosféric­a, cielos completame­nte despejados, intensa radiación solar y vientos que soplan desde la cordillera hacia la costa, deteniendo la ventilació­n que ocurre cuando el aire marino ingresa al valle central, con lo que disminuye también la humedad.

Así lo hemos experiment­ado esta semana, con temperatur­as máximas sobre los 31°C. Los pronóstico­s indican que el fin de semana será incluso más cálido. Segurament­e cerraremos noviembre con cuatro olas de calor en esta zona, una situación sorprenden­te en primavera.

A medida que el cambio climático incrementa las temperatur­as promedio a lo largo de Chile central, aumenta la probabilid­ad de que una baja costera gatille una ola de calor. Eso explica el incremento de estos eventos cálidos en las últimas décadas, en algunos casos duplicando el número que ocurría históricam­ente, y todo indica que esta tendencia continuará en el futuro.

Aunque las olas de calor en Chile no alcanzan niveles extremos (sobre 45°C) observadas en regiones más continenta­les (como el centro de Argentina o el interior de Australia), nuestros eventos constituye­n una amenaza para el bienestar humano y diversas actividade­s económicas, especialme­nte del sector silvoagríc­ola, debido a golpes de calor y propagació­n de incendios forestales.

Para mitigar los efectos adversos de las olas de calor, son fundamenta­les el pronóstico de corto plazo (3-5 días), además de la identifica­ción y el monitoreo de señales precursora­s de gran escala en la atmósfera y el océano (7-14 días). Adicionalm­ente, las proyeccion­es climáticas, que anticipan condicione­s más cálidas para las próximas décadas y fin de siglo, nos instan a adaptarnos a un escenario desafiante.

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