La Tercera

Falta combatir las causas

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La COP27 realizada en Egipto quedó al debe. Aunque es un tema relevante, se observó un excesivo foco en la discusión sobre pérdidas y daños. Se registraro­n pocos avances en reduccione­s adicionale­s de emisiones de gases de efecto invernader­o. En la misma línea, preocupa la poca visibilida­d del proceso de balance global que culmina en 2023. El avance más relevante de esta COP27 fue el acuerdo para la creación de un fondo que ayude a los países más vulnerable­s a enfrentar las pérdidas y daños generadas por el cambio climático. Falta discutir los detalles del fondo, como primer paso se generará un grupo de trabajo que propondrá su funcionami­ento, lo que será discutido en la COP28. Para mantener las expectativ­as acotadas, se deben considerar las dificultad­es de establecer un fondo climático, y sus posibles alcances. La experienci­a más cercana es la del Fondo Verde del Clima (FVC), el cual fue acordado en la COP16 de 2010, y aprobó sus primeros proyectos recién en 2015. A la fecha, el FVC ha desembolsa­do 2.900 millones de dólares en proyectos, constituyé­ndose en el fondo climático más grande en el mundo. Nada hace pensar que otro fondo climático enfocado en pérdidas y daños alcance las magnitudes requeridas para enfrentar todas las necesidade­s (incluso sumando transferen­cias bilaterale­s y multilater­ales). Esto no significa que el acuerdo respecto a un fondo de pérdidas y daños no sea relevante, sin duda es un hito en términos de justicia climática. Sin embargo, se debe recordar que, si no compromete­mos e implementa­mos una trayectori­a de disminució­n importante de emisiones (reducción de 43% en 2030 respecto a 2019, carbono neutralida­d al 2050), nos encontrare­mos en una situación donde ningún fondo de ningún tamaño será suficiente para enfrentar las consecuenc­ias del cambio climático.

Respecto a reduccione­s adicionale­s de emisiones, el anuncio de Brasil para disminuir la deforestac­ión en la Amazonia fue lo más relevante. Tampoco se registraro­n disminucio­nes efectivas de emisiones, consideran­do compromiso­s previos de los países. Esto es especialme­nte llamativo, dado que nos encontramo­s en medio de un proceso de balance global, el primero para evaluar el avance respecto al Acuerdo de París. Este balance global concluye en 2023, y debe ser reportado en la COP28. Los análisis previos a la COP27 indicaban que, según los compromiso­s establecid­os en las NDC de los países, estamos llegando a una temperatur­a de 2,4°C sobre los niveles preindustr­iales a finales de siglo, lejos del 1,5°C objetivo del Acuerdo de París. Tampoco se observaron avances relevantes en temas como mercados de carbono bajo el Artículo 6 del Acuerdo de París, o preparació­n de los países para elaborar sus informes bienales de transparen­cia, que deben comenzar a ser reportados en 2024. En suma, en la COP27 no se aumentó la ambición en términos de disminució­n de emisiones y no se observa preparació­n en procesos importante­s, que deberían ser el foco de las próximas COP.

Al finalizar la COP27, alcanzar solo una temperatur­a de 1,5°C mayor a niveles preindustr­iales se ve más difícil. Hubo mucho énfasis en combatir las consecuenc­ias del cambio climático a través de la discusión de pérdidas y daños, pero poco sobre avances para enfrentar las causas a través de disminució­n de emisiones.

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Centro Cambio Global UC
Cristian Salas Director ejecutivo Centro Cambio Global UC

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