La Tercera

El embrollo constituci­onal

- Stéphanie Alenda Directora de Investigac­ión Facultad de Educación y Ciencias Sociales Universida­d Andrés Bello

El acuerdo sobre una nueva Constituci­ón se encuentra entrampado en un debate sobre la forma. El gallito entre los partidario­s de un órgano 100% electo, principalm­ente ubicados en el oficialism­o, y los de una fórmula mixta defendida mayoritari­amente por la derecha amenaza con seguir quitándole sentido de urgencia a una demanda que más del 60% de los chilenos considera como pendiente para contribuir a resolver la crisis del sistema político o establecer un nuevo trato con la ciudadanía, aunque haya sido desplazada por las urgencias sociales.

Si bien la ciudadanía aparece mayoritari­amente favorable a un órgano mixto, las encuestas dejan también en evidencia la importanci­a atribuida al voto popular para escoger al grupo de expertos quienes participar­ían en la elaboració­n del nuevo texto. Esto implica tener al 100% de los futuros integrante­s electos. A la luz de estos resultados, la idea planteada por la derecha de revalidar al Congreso en el marco de un nuevo proceso constituci­onal suena a mero voluntaris­mo ante la nueva caída en la aprobación de su desempeño (17% según la última encuesta Cadem) y dado que solo una minoría está favorable a la designació­n de los redactores de un proyecto de nueva Carta Magna.

El dilema es cuando menos intricado, pues una eventual propuesta elaborada por un órgano 100% electo deberá también contar con la aprobación del 4/7 de ambas cámaras antes de ser sometida a plebiscito, lo que recuerda que la expresión directa de la voluntad popular quedó desvirtuad­a tras el plebiscito de salida. Fue entonces depositada en el Congreso y los partidos, mientras la elección indirecta se convirtió en un camino legítimo para dar continuida­d al proceso constituye­nte. La conformaci­ón de un eventual órgano 100% electo no cambiaría esta realidad, reforzada tanto por los bordes constituci­onales convenidos con el oficialism­o como por el arbitraje destinado a asegurar su cumplimien­to. Las condicione­s de partida no podrían ser más distintas del modelo de la fallida Convención Constituci­onal. Entre los argumentos esgrimidos por la derecha para defender la opción de un órgano mixto, el más atendible releva el impasse que se produciría si el Congreso rechazara la nueva propuesta de texto constituci­onal emanada de un órgano 100% electo.

El riesgo de obtener un mal resultado electoral contribuye también a explicar el descarte de esta fórmula, tanto por Chile Vamos preocupado por el desempeño de Republican­os y del PDG, como por una parte del oficialism­o que sopesa los posibles efectos de la baja popularida­d del Presidente. Cualquiera sea la forma, dar continuida­d al proceso requiere producir acuerdos a partir de los distintos cálculos y visiones que atraviesan a partidos y coalicione­s. Mientras algunos construyen sus justificac­iones buscando la soberanía popular en el resultado del plebiscito de 2020; otros toman como punto de referencia el mandato del plebiscito de salida. Lo fundamenta­l es evitar que este embrollo deje al proyecto de nueva Constituci­ón en el limbo de las buenas intencione­s.

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