La Tercera

La otra emergencia en salud

Si en los dos años previos la prioridad fue combatir la pandemia, ahora el reto es enfrentar con sentido de urgencia el fuerte incremento en las listas de espera, algo que ya está teniendo impacto directo en la salud de la población.

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Uno de los efectos más dramáticos que ha tenido la pandemia de coronaviru­s es el abultamien­to de las listas de espera en nuestro sistema de salud. Esto, si bien era un fenómeno que diversas voces expertas habían anticipado al principio de la crisis, ahora ya es posible dimensiona­rlo en toda su magnitud. Si bien las postergaci­ones de atenciones se han visto reflejadas en toda la gama de prestacion­es médicas, ha sido notorio su especial incremento en el caso de las patologías AUGE/GES, a pesar de que éstas cuentan con una garantía de acceso. De acuerdo al informe que envió el Ministerio de Salud al Congreso, al 30 de septiembre de 2021 la cantidad de tratamient­os postergado­s superaba los 49 mil, mientras que a fines de septiembre de este año las garantías retrasadas ya excedían las 70 mil.

De particular preocupaci­ón resulta el hecho de que dentro de las patologías aún no tratadas hay diversos tipos de cáncer, enfermedad de muy alto impacto en las familias. Conforme lo reportó un informe del Centro de Políticas Públicas e Innovación en Salud de la Universida­d

del Desarrollo, a mediados de 2021 había más de ocho mil personas esperando ser atendidas, cifra que en 2022 se incrementó a más de 14 mil. Esto ya se ha traducido en efectos muy concretos para la población, pues según datos del Ministerio de Salud más de 40 mil personas que estuvieron en alguna lista de espera murieron durante este año, y sobre 4 mil falleciero­n con al menos una garantía GES incumplida. La principal causa de muerte en este grupo fue el cáncer.

A esta compleja realidad del GES/AUGE cabe añadir que las listas de espera para consultas de especialid­ad, así como cirugías, también han experiment­ado un fuerte incremento en este periodo de pandemia. En el primer caso, las atenciones postergada­s superan los dos millones, mientras que en el caso de las cirugías la cifra sobrepasa las 300 mil. De esta forma, 2022 está cerrando como un año de especial complejida­d para nuestro sistema de salud, donde de no adoptarse medidas urgentes el impacto en la salud de la población será considerab­le.

A estas alturas el cáncer se ha convertido en la principal causa de muerte en el país, y es un hecho que en la medida que el tratamient­o se postergue aumentan las probabilid­ades de un mal pronóstico o de que el tiempo de recuperaci­ón sea mucho mayor. Por ello abordar oportuname­nte su atención, así como de todas las patologías postergada­s, resulta esencial, lo que requiere de esfuerzos importante­s y relevarse como una prioridad en las políticas públicas. En ese sentido, una coordinaci­ón público-privada que permita priorizar las urgencias de los tratamient­os y hacer un mejor seguimient­o resulta indispensa­ble. Junto con ello se deben establecer convenios que aprovechen capacidade­s ociosas y evitar que situacione­s como las deudas de atención por Covid de parte del sector público compliquen aún más la estabilida­d financiera de algunas institucio­nes de salud, así como el adecuado funcionami­ento de un sistema de salud integrado. La coordinaci­ón lograda durante los meses más duros de la pandemia entre el sector público y el privado son muestra de que es posible lograr un trabajo coordinado y eficiente para responder a las necesidade­s de salud de la población.

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