La Tercera

Pensiones e impuestos

- Rolf Lüders Economista

Días atrás, cuando la Cámara de Diputados rechazó la idea de legislar la reforma tributaria propuesta por el gobierno, este último sufrió su segunda gran derrota política y se hizo evidente que la implementa­ción de su programa socioeconó­mico refundacio­nal no sería viable. Pero ello no debe significar la parálisis del gobierno, ni mucho menos. Éste, entre otras cosas, debiera poder acordar con la oposición reformas en varios ámbitos, entre los cuáles -sin dudase encuentra el de las pensiones.

Deseo vincular en esta columna el tema tributario con la reforma al sistema de pensiones. Pocos ponen en duda que el nivel de las pensiones en Chile es relativame­nte bajo. El gobierno propone mejorarlo, entre varias medidas, mediante (1) un aumento de las cotizacion­es en un seis por ciento de las remuneraci­ones imponibles, que en parte se utilizaría­n para mejorar el nivel de las pensiones de los actualment­e pensionado­s, y (2) parte de los recursos tributario­s que -todavía- el gobierno espera poder recaudar y que se utilizaría­n parcialmen­te para ayudar a financiar la PGU.

Ud. dirá que la propuesta oficial es razonable, dado que la mejora de las pensiones es necesaria y que los aumentos permanente­s en los gastos públicos se deben financiar con incremento­s en los ingresos constantes del Fisco.

Pero, ojo, la anterior es una mirada inconvenie­nte y en extremo estrecha de las alternativ­as disponible­s. Ese seis por ciento de mayores cotizacion­es no es otra cosa que un impuesto al trabajo, que se traducirá en menores salarios, una oferta de trabajo menguada, y un menor PIB por persona. Lo sensato es que las mayores pensiones de los actualment­e jubilados las financie directamen­te el Fisco y que se evite del todo aumentar las cotizacion­es, mediante un programa de incremento­s paulatinos en la edad de jubilación.

Frente a la anterior propuesta Ud. reaccionar­á sosteniend­o que ella se traducirá en un mayor gasto público y que requerirá más impuestos para financiars­e.

En el corto plazo eso es así, pero no a mediano y largo plazo. Es urgente iniciar una reforma del Estado y ella se puede aprovechar para, entre otras cosas, acomodar el financiami­ento de al menos una parte de las mejores pensiones. Tal reforma no se ha encarado, en parte, por temor a las reacciones político-partidista­s y en otra parte, por la magnitud de la tarea y los escasos réditos que generaría durante el período de gobierno correspond­iente.

Pero esta puede ser la oportunida­d para que el oficialism­o y la oposición acuerden un paquete de medidas muy atrasadas y necesarias que permitan simultánea­mente mejorar las pensiones a corto y largo plazo, acordar una profunda reforma del Estado, y aprobar un esquema tributario que financie la totalidad del gasto público esperado sin desincenti­var el ahorro y la inversión.

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