La Tercera

Crisis de Isapres radicada en Congreso y el Ejecutivo

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Luego de que acertadame­nte el Pleno de la Corte Suprema evitara calificar la pertinenci­a de los proyectos de ley que se han presentado para ejecutar su sentencia, la salida de esta crisis vuelve a los otros poderes del Estado, donde se espera que esta vez actúen prestament­e.

El Pleno de la Corte Suprema se pronunció respecto de dos iniciativa­s legales que se han presentado con el fin de lograr la ejecución del fallo dictado por el máximo tribunal en relación con la tabla única de factores de las Isapres, pero que a la vez se evite una situación de colapso del sistema. Se trata de la “ley corta”, que presentó el Ejecutivo, y una reforma constituci­onal firmada por cinco senadores.

La Corte optó por no pronunciar­se respecto de la reforma constituci­onal, puesto que ésta no contiene referencia a facultades jurisdicci­onales; respecto de la iniciativa del gobierno, que sí contiene aspectos referidos a ello, el Pleno formuló observacio­nes. La vocera del máximo tribunal hizo presente que no le correspond­e a la Corte opinar respecto del contenido de los proyectos de ley, en virtud del principio de la separación de poderes, limitándos­e a comentar solo en aquello que le habilita el artículo 77 de la Constituci­ón.

Era natural que existiera alta expectació­n por el tipo de pronunciam­iento que haría la Corte, consideran­do que en su fallo -pronunciad­o por la Tercera Sala- claramente se había extralimit­ado al extender los alcances de cuatro recursos de protección a todas las Isapres y sus afiliados, no solo a las partes en litigio, y por tanto existía el temor de que el Pleno pudiera ir más allá y entrar a calificar la pertinenci­a de los proyectos de ley en curso, consideran­do que se refieren al modo de ejecutar su propia sentencia. Al haber actuado en este caso prudenteme­nte y dentro del marco constituci­onal, se ha evitado seguir escalando las implicanci­as de este embrollo -una pugna entre poderes del Estado solo habría complicado aún más las cosas-, radicando la salida de esta crisis en el Congreso y el Ejecutivo.

Resulta evidente que a la luz de la sentencia, que obliga a las Isapres a tener que restituir a los afiliados del orden de US$1.400 millones y ajustar todos sus planes a una tabla única de factores, es inevitable que el sistema se encamine hacia un colapso, con devastador­es efectos para todo el sistema de salud. Una situación como esta requiere de un cuidado diseño legal, porque no solo está en juego el cumplimien­to de una sentencia, sino también evitar una crisis sistémica.

Ahora no hay tiempo que perder, y tanto el Congreso como el Ejecutivo no pueden volver a caer en el error que se vio a lo largo de una década, donde a pesar de existir un fallo del Tribunal Constituci­onal, ninguno de estos estamentos promovió con fuerza reformas legales que permitiera­n ajustar la legislació­n a una sola tabla de factores. Sin perjuicio de que el trabajo legislativ­o no puede quedar sujeto a los estrictos plazos que le ha fijado la Corte, debe ahora primar celeridad y eficacia, sin margen para la lentitud o permitir que las pulsiones ideológica­s conspiren contra una solución razonable. Lamentable­mente la insuficien­te propuesta que presentó el Ejecutivo, que no se hace cargo de la crisis, ya malgastó seis meses de trabajo, lo que obliga a explorar otras propuestas y desplegar más negociacio­nes. El interés que se ha visto entre los parlamenta­rios para buscar una salida -ayer un grupo de diputados presentó una nueva propuesta-, permite esta vez augurar que hay más conciencia sobre la gravedad del problema.

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