Los males de la política
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Pero reflexiones más, reflexiones menos sobre la izquierda, seguimos transitando por un final de temporada, la culminación de un ciclo histórico y el comienzo de otro, como escribía Pablo Ortúzar. Tiempos para leer a Giambattista Vico y sus edades históricas. O, también, el último libro de Fareed Zakaria sobre La edad de las revoluciones. Según él, todo comenzó por allá por 1600 -no decía yo que el siglo XVII está de moda-. Es una época donde abundan el progreso y el retroceso. Una tesis a considerar en estos días en que vivimos en tiempos confusos, donde, según Max Colodro, por acá incluso cayó “el último reducto” de gobernabilidad, con lo sucedido en el Senado, la última reserva republicana que quedó atrapada también “por los humores de la revuelta”.
El país de los acuerdos “ha dado otro paso hacia su desaparición”, escribe Colodro, uno que celebran “quienes lo aborrecían” y lamentan aquellos que lo añoran. Estamos en el Chile del “fatal voluntarismo”, como dice Rolf Lüders, en referencia al llamado de la ministra del Trabajo a los empresarios a “pagar mejor”. Y también el de “buenos y malos” que reveló, según Gabriel Alemparte, la polémica sobre el confuso “más Narbona, menos Craig”, del Presidente -que obligó a sesudas interpretaciones-. Y que evidencia un problema aún más profundo, según él, el de un gobierno que necesita “llegar a acuerdos”, pero no sabe cómo hacerlo, porque “las mayorías se construyen dialogando, no estigmatizando”. Pero si de acuerdos se trata, el asunto va más allá del estilo de unos y de otros. “Chile vive una profunda debilidad de su sistema político”, apunta Carlos Correa, y es esa, no otra, la madre de todas las batallas. Y si bien “suele decirse que no es de los temas prioritarios de las personas”, sí “provoca un estancamiento que impide tener los incentivos correctos para legislar”. Y sin ellos, seguiremos atrapados en este loop eterno. Más aún cuando, como dice Joaquín Trujillo, se han caído los discretos puentes (políticos) de antaño. El asunto es que “estas reformas”, según Julieta Suárez-Cao, son las más complejas de realizar. Pero en estos “tiempos feroces”, como los describió Héctor Soto, “no queda más que probar”.