ISABELLE HUPPERT: “NUNCA HE SENTIDO UNA OPOSICIÓN DRÁSTICA ENTRE CUANDO HAGO DRAMAS Y COMEDIAS”
Odette Chaumette gozó de una carrera gloriosa en el cine francés a inicios del siglo XX. Una era en que, gracias a sus papeles en las películas mudas, encantó a los espectadores con la expresividad de sus ojos y su corporalidad. Pese al paso de los años, conserva el histrionismo y la elegancia de una diva, y cuando habla lanza las palabras a toda velocidad, con un ritmo que quita la respiración de sus interlocutores.
“Intuitivamente, tras leer el guión, sentí de inmediato que ella tenía hablar muy, muy rápido”, apunta Isabelle Huppert (París, 1953), la encargada de asumir ese papel ficticio en la comedia Ese crimen es mío. “Cada personaje tiene su propia forma de hablar, un cierto ritmo en la manera en que usa las palabras. Y en su caso definitivamente tenía que ser muy rápida. Ella parece que lo ha estado observando todo. Está realmente alerta y quiere tener el control de las situaciones”.
Al teléfono con Culto desde París, la renombrada intérprete francesa profundiza en el personaje al que da vida en la impecable cinta dirigida por François Ozon, que, tras llenar las salas en su país, acaba de debutar en los cines chilenos.
Las protagonistas son Nadia Tereszkiewicz y Rebecca Marder, quienes encarnan a una aspirante a actriz acusada de asesinar a un famoso productor y a su mejor amiga, una abogada que lidia con la ausencia de clientes. El relato –ambientado en la capital francesa en los años 30– se sacude cuando aparece Odette, una estrella de capa caída que reclama lo que cree le pertenece.
“Ella en verdad lucha por sí misma, no lucha por nadie más, pero es muy divertida”, indica sobre su papel en la película, la que describe como “una comedia que toca algunos puntos que pueden hacer pensar a la gente”.
Ud. trabajó por primera vez con François Ozon en Ocho mujeres (2002). ¿Cómo recuerda esa experiencia?
Fue maravilloso. François es un director realmente maravilloso, muy entusiasta y con mucha energía. Él te comparte esta energía y este entusiasmo. Es un gran amante del cine y es muy inteligente. Me gusta la forma en que navega entre varios géneros, desde la comedia hasta el drama, pasando por historias de época a modernas. Es un poco como
Stephen Frears en Inglaterra. Al hacer Ese crimen es mío me sentí muy feliz de repetir la experiencia de trabajar con él.
Esta película explora temas contemporáneos, pero siempre desde una perspectiva cómica. ¿Cómo conectó con eso?
Es una comedia, pero, como siempre ocurre con Ozon, hay algo debajo. En Ocho mujeres, cuando todas las actrices cantan una canción, a través de ese momento tienes una visión y una dimensión del mundo ligeramente diferente, accedes a ciertas profundidades de cada personaje, especialmente del mío. Lo mismo, pero de una manera muy diferente, sucede en Ese crimen es mío. Toma la apariencia de una comedia, pero, detrás de eso, logra que las cosas resuenen de una manera inteligente y contemporánea.
¿Qué es lo más placentero de actuar en una buena comedia?
Para mí es el mismo placer. Es muy divertido. Nunca he sentido que exista una oposición drástica a cuando hago dramas. Además, creo que en los dramas siempre hay un momento en el que se genera una especie de distancia irónica y se pueden añadir algunas dosis de comedia. Eso también aplica al revés. Ese crimen es mío es una comedia divertida, pero en un momento se vuelve melancólica o más dramática.
Ud. ha dicho en más de una ocasión que considera que la actuación no consiste en aprender algo, sino que en estar presente. ¿Sigue pensando de esa manera?
Sí. Hacer una película no es como ir a la escuela, por lo que no aprendes algo, simplemente lo vives, es una experiencia. Experimentas cosas, lo que no es exactamente lo mismo que aprender. Experimentas cada relación diferente con el director, con mundos diferentes, con historias diferentes. Y es un experimento maravilloso. Es realmente lo que me gusta de hacer cine. Es genial. ●