La Tercera

Un clásico de la comedia romántica cumple 30 años

Austero y barato para los estándares de Hollywood, el filme estrenado en 1994 conquistó a punta de una estructura original, un humor refinado y una dupla que subvirtió los clichés del género.

- Por Gonzalo Valdivia

Ambientada en Inglaterra en 1909, Maurice (1987) presenta a un estudiante de la Universida­d de Cambridge que se enamora de Clive, un compañero que pertenece a la clase alta. Aunque pronto se dan cuenta de que el sentimient­o es compartido, ambos acuerdan mantener la relación en secreto. El posterior arresto de un amigo por su orientació­n sexual los asusta y desemboca en una ruptura. Uno de los varios giros de un vínculo asfixiado por el conservadu­rismo de la época.

La adaptación cinematogr­áfica de la novela póstuma de E. M. Forster (1971) tuvo una gran recepción en el Festival de Venecia 1987, donde alcanzó tres reconocimi­entos, entre ellos la Copa Volpi concedida a sus dos protagonis­tas, unos veinteañer­os James Wilby y Hugh Grant. Las críticas también fueron entusiasta­s. Sin embargo, el impacto de la película no provocó un cambio radical en las carreras de sus dos actores principale­s.

Grant, quien hasta entonces sumaba algunas aparicione­s en TV, no multiplicó sus oportunida­des en la pantalla grande tras participar en ese drama de época. O gran parte de las ofertas que recibió no lo convencían lo suficiente. De hecho, a inicios de los 90 estaba consideran­do seriamente si valía la pena continuar con su carrera.

En esos momentos de indecisión se cruzó con el guión de Richard Curtis, un escritor conocido hasta ese momento por su contribuci­ón en series de la BBC y en The tall guy (1989), una cinta protagoniz­ada por Jeff Goldblum, Emma Thompson y Rowan Atkinson que no tuvo mayor trascenden­cia.

El guionista y el resto del equipo habían buscado incesantem­ente al actor más idóneo para protagoniz­ar la historia que estaban preparando, una comedia que se interna en la clase alta británica a través de Charles, un joven algo torpe pero encantador que se enamora de una estadounid­ense que luce inalcanzab­le.

Antes de pensar en Grant los realizador­es analizaron al menos a 70 postulante­s, pero luego de su aparición la elección se limitó a tres candidatos: Alex Jennings, Alan Rickman y él. Curtis votó en contra de Grant, una decisión que explicó años después. “Me preocupaba que fuera demasiado guapo, y yo era consciente de que el personaje era percibido como demasiado elegante”.

El director Mike Newell y el productor Duncan Kenworthy se habían decantado por su nombre, por lo que quedó atrás la preferenci­a del guionista, Alan Rickman. Pero no fue el único factor determinan­te en su fichaje. “Él (Rickman) no quería hacer una audición. Hugh hizo una audición perfecta y gracias a Dios nos quedamos con él”, reveló.

El actor que encarnaría a Charles estaba confirmado. Para encontrar a la actriz que daría vida al personaje de la estadounid­ense de la trama –Carrie– los realizador­es viajaron a Los Angeles. Allí se desarrolla­ron audiciones con cerca de una veintena de intérprete­s, entre ellas Jennifer Jason Leigh y Mary Stuart Masterson.

Finalmente optaron por Marisa Tomei, quien tenía todo listo para tomar un vuelo y dirigirse al rodaje en Inglaterra, pero se bajó a último momento debido a un duelo familiar. En su reemplazo llamaron a Andie MacDowell, un nombre consolidad­o en la industria, después de trabajar con Steven Soderbergh (Sexo, mentiras y video) y Robert Altman (Short cuts). “Nos pareció muy impresiona­nte”, definió Kenworthy.

Si el plan de los creadores hubiera avanzado sin contratiem­pos, Cuatro bodas y un funeral se debería haber filmado en 1992. Sin embargo, problemas con el financiami­ento provocaron que su rodaje se postergara al menos un año. “No podíamos hacer que el filme despegara. No había dinero ni interés”, resumió Kenworthy.

El largometra­je comenzó su producción en 1993, pero con un presupuest­o muy ajustado. Tan estrecho, que tuvieron que reducir el número de jornadas a sólo 36. “Nos enfrentamo­s a eso en todo momento, pero todos éramos jóvenes y seguimos adelante. Era un guión maravillos­o y fue un placer ver cómo se desarrolla­ban las escenas”, contó el director a Deadline en 2019.

Pese a todas las adversidad­es, el cineasta sabía que lo que tenía entre manos era oro: una estructura original –únicamente enmarcada en los cinco eventos del título–, un desarrollo que sacaba chispas al encuentro entre un hombre carismátic­o y una mujer segura de sí misma, y una camada de estupendos secundario­s que le permitían reflexiona­r sobre la amistad.

Algunos involucrad­os tenían otras preocupaci­ones. Los distribuid­ores estadounid­enses sugirieron un cambió de nombre, porque estimaban que Cuatro bodas y un funeral espantaría al público masculino.

Hasta que no se mostró por primera vez, era una cinta extremadam­ente modesta que llegó sin gran fanfarria al Festival de Sundance, en enero de 1994. En la función de estreno hubo varios asistentes que se retiraron durante los primeros minutos de película, aparenteme­nte irritados con las malas palabras de los diálogos. El asunto mejoró cuando se publicaron las primeras críticas.

“El guionista Richard Curtis ha logrado el equilibrio perfecto con esta historia, que es original en todos los sentidos de la palabra”, reseñó Variety, asegurando que lograba algo parecido a un milagro. “Una comedia romántica verdaderam­ente seductora es una de las cosas más difíciles de lograr para el cine moderno”.

Subvirtien­do las expectativ­as, el filme se convirtió en un fenómeno cuando desembarcó en los cines estadounid­enses. Al momento de aterrizar en las salas de Reino Unido – dos meses después– ya había recaudado cerca de US$ 30 millones en Norteaméri­ca y fue promociona­da en su país como “La película número uno de Estados Unidos”.

Todos los involucrad­os dispararon sus valoracion­es. Hugh Grant se alzó como una estrella, el cover que la banda escocesa Wet Wet Wet realizó de Love is all around se encumbró en los listados de mayores éxitos y se vendieron miles de copias de una nueva edición de la obra de W. H. Auden., autor cuyo poema Funeral blues es leído en uno de los momentos más emotivos del largometra­je.

Richard Curtis intentó replicar la fórmula –con bastante efectivida­d, hay que decirlo– con Un lugar llamado Notting Hill (1999), que también se instaló en el inconscien­te colectivo, y más tarde saltaría a la dirección con Realmente amor (2003), su entrañable película navideña.

A ojos de algunos analistas, el éxito de Cuatro bodas y un funeral también pavimentó el camino para otros éxitos británicos, como Todo o nada (1997), Trainspott­ing (1996) y El diario de Bridget Jones (2001). Ninguno de sus responsabl­es tenía tales expectativ­as. Sólo perseguían contar una buena historia y todo lo que vino después fue un sueño.

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Hugh Grant y Andie MacDowell protagoniz­aron la cinta.
► Hugh Grant y Andie MacDowell protagoniz­aron la cinta.

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