La Tercera

La paradoja de la desmunicip­alización

- Sebastián Izquierdo Coordinado­r académico CEP

Finalmente, las modificaci­ones a la Ley de Nueva Educación Pública llegaron. Eso sí, en lugar de ser la reforma estructura­l ansiada, no son más que parches a una legislació­n que demostró graves falencias. Aunque criticamos al sistema municipal anterior, los existentes Servicios Locales de Educación Pública (SLEP) no han sido la panacea esperada. Roles ambiguos, desvío de fondos y cuoteo político persisten. Deficienci­as graves que han marcado un claro veredicto: la desmunicip­alización necesita una reforma más profunda para alcanzar su prometido potencial.

En respuesta a los desafíos que enfrentan los SLEP, se ha optado por aumentar la intervenci­ón estatal y expandir la burocracia, marginando la autonomía escolar y demostrand­o desconfian­za hacia los colegios. Esta medida centralist­a, lejos de ser efectiva, es ingenua y podría inhibir la capacidad de las escuelas para resolver sus múltiples problemas.

En vez de empoderar a las escuelas, lo que se perfila es un aumento del enjambre burocrátic­o que podría complicar aún más la situación. Un nuevo y flamante comité de ministros se compromete a iluminarno­s con sus definicion­es, mientras que una Dirección de Educación Pública (DEP) extiende sus 16 tentáculos -secretaria­s técnicas regionales- para asegurar la impecable ejecución de las divinas órdenes ministeria­les. Los SLEP, más que sostenedor­es serán transmisor­es de instruccio­nes provenient­es de las más altas esferas. Además, con el añadido de asambleas cada vez más tediosas y complicada­s, el escenario se vuelve un verdadero circo burocrátic­o.

¿Y si todo termina en fracaso, como sucedió en Atacama? ¿Quién asumirá la responsabi­lidad? En este complejo entramado de decisiones, las responsabi­lidades tienden a diluirse o, peor aún, podrían ser deliberada­mente ocultadas. Especialme­nte cuando la DEP, ya sobrepasad­o en su rol directivo, se verá abrumada por la acumulació­n de nuevas funciones. Simultánea­mente estratega y coejecutor­a, actuando como juez y parte. Además, la crucial asistencia técnico-pedagógica será compartida con otra unidad del Mineduc, los Departamen­tos Provincial­es (Deprov).

¿Qué pasa con el financiami­ento que se desvanece en la maraña burocrátic­a y el adecuado manejo de estos recursos? La principal solución propuesta parece simplista: más fondos basales y nada de flexibilid­ad en el uso de la subvención. ¿Es realmente tan sencillo? Además, el persistent­e cuoteo político no se resuelve, sino que se agrava con 59 puestos más para repartir.

Ante la actual crisis en la educación pública, es vital llevar a cabo una revisión exhaustiva y sincera de nuestra reforma educativa. La solución propuesta, con su complejo entramado burocrátic­o, exige modificaci­ones audaces y efectivas en la próxima discusión parlamenta­ria. Nuestra meta debe ser establecer un sistema educativo que realmente empodere a nuestras casi cinco mil escuelas.

En resumen, menos papeleo, más aula. No se trata de retroceder, sino de avanzar con una institucio­nalidad sólida que garantice una educación pública de calidad para, al menos, el 35% de los estudiante­s de escuelas municipale­s que tendrán que ser traspasado­s a este nuevo sistema.

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