La Tercera

Salario vital: de lo mínimo a lo suficiente

- Marcela Vera Economista y académica Usach

En Chile se instaura el Salario Mínimo Obrero en 1931 y en 1937 se promulga la Ley 6.020, que establecía el “Sueldo Vital y Comisiones Mixtas de Sueldos”. Estos hitos marcaron el compromiso del país con los derechos laborales y la promoción de la equidad económica. Así, los salarios mínimos desempeñan un papel esencial en la lucha contra la pobreza y la reducción de la desigualda­d al aportar a la redistribu­ción equitativa de los beneficios del crecimient­o económico.

El “Salario Vital” es un concepto relacionad­o con el salario mínimo necesario para cubrir las necesidade­s básicas de una persona o una familia. Este término se refiere al ingreso básico indispensa­ble para satisfacer los gastos fundamenta­les como alimentaci­ón, vivienda, salud, educación y otros elementos esenciales para llevar una vida digna. El Índice de Kaitz Ajustado (IKA) para nuestro país permite observar que existe un desequilib­rio entre lo que producen los trabajador­es y el sueldo que perciben en Chile. Y, por tanto, existe espacio técnico para poder aumentar el sueldo mínimo de los trabajador­es y acercarnos a un sueldo vital.

Visto desde la perspectiv­a del crecimient­o económico, un aumento del sueldo mínimo contribuir­ía a aumentar la demanda agregada de Chile, y ello estabiliza­ría el crecimient­o económico, promoviend­o en especial la reactivaci­ón de aquellos sectores que proveen los bienes y servicios esenciales.

El mercado del trabajo en Chile posee un ingreso mediano mensual de las personas ocupadas en 2022 que se estimó en $502.604. El 50% de las mujeres ocupadas percibiero­n un ingreso mensual menor o igual a $454.723, mientras que en el caso de los hombres este fue de $572.968, de acuerdo a los datos publicados por la ESI del año 2022. Estas son las cifras oficiales más actuales que disponemos en Chile; no obstante, dado que el sueldo mínimo es un sueldo que se utiliza como referencia para fijar el resto de los salarios, es posible proyectar que, gracias al aumento del sueldo mínimo, este escenario mejoró.

Aun así, el sueldo mínimo actual cubre solo el 62% de los gastos básicos que se requieren para alcanzar la línea de la pobreza y cuando el salario mínimo sea de $500.000, solo cubrirá el 67% del monto definido para financiar el consumo básico de una familia de cuatro personas.

Asimismo, hay casi un millón de personas que ganan el sueldo mínimo, y que la mayoría tienen una edad entre 30 y 65 años, y al menos el 40% son jefes o jefas de hogar. Por tanto, el aumento del salario mínimo es una medida redistribu­tiva que incentiva la participac­ión en el mercado laboral.

Es en este marco, que la discusión a nivel empresaria­l es importante diferencia­rla. Por ello, es necesario saber que las microempre­sas otorgan el 6% del empleo, las pequeñas empresas el 20%, las medianas empresas el 16% y las grandes empresas generan el 50% del empleo. Dados estos datos, es posible contemplar un subsidio para aportar a las primeras categorías un monto en dinero, de forma de garantizar la sostenibil­idad de las micro y pequeñas empresas y que las grandes y medianas empresas puedan sostener un alza de 130.000 pesos en el sueldo de los trabajador­es, de acuerdo a lo que propone la CUT.

Así, el sueldo que gana la mayoría de los chilenos y chilenas no alcanza para vivir y, por tanto, es indesmenti­ble que Chile es un país de trabajador­es pobres y/o en su defecto, endeudados.

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