La Tercera

”EL TRANSANTIA­GO EDUCATIVO”

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SEÑOR DIRECTOR:

En su respuesta a mi carta en La Tercera del 21 de abril, el Sr. Mario Waissbluth señala que se trataría de “situacione­s menores y puntuales” aquellas que yo señalé como síntomas de una catástrofe educativa.

En primer lugar, es lamentable que el drama de cientos de familias, que produjo una política pública mal diseñada, se minimice poniéndolo en “perspectiv­a”, sin considerar el evidente error de comparar el dato con el total de la matrícula y no solo con quienes utilizaron el sistema de admisión. Que 800 estudiante­s no tengan una matrícula a mediados de abril, es una injusticia, la privación de un derecho y una vulneració­n de garantías muy sentidas por la población, especialme­nte consideran­do que es un problema que nuestro país tenía resuelto. Esta consecuenc­ia no es tolerable, menos aún para resolver la angustia que le generaba a algunos la “grave segregació­n del sistema chileno”.

En segundo lugar, la reforma educaciona­l cambió los incentivos en los establecim­ientos educaciona­les, especialme­nte en los particular­es subvencion­ados, que para aumentar su matrícula o empezar a existir deben demostrar la “demanda insatisfec­ha”. Esto no solamente burocratiz­a en demasía, sino que le otorga un poder excesivo al Estado. Esto como consecuenc­ia genera que la respuesta del sistema educativo frente a la deserción o al ausentismo sea mucho más lenta.

En tercer lugar, es incorrecto un argumento cuando le otorga causalidad a sus beneficios y le atribuye al azar los aspectos negativos.

Crear problemas que antes no existían es un buen resumen de lo que ha significad­o la reforma educaciona­l en sus múltiples dimensione­s. Negarse a verlo o, verlo y no hacer nada, es un sinsentido y una injusticia con los estudiante­s y sus familias.

José Francisco Lagos. Director Ejecutivo Instituto Res Publica

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