La Tercera

El mundo en alarma por la falta de niños

Las tasas de natalidad están cayendo rápidament­e en todos los países, con consecuenc­ias económicas, sociales y geopolític­as.

- Por Greg Ip y Janet Adamy/The Wall Street Journal

EEl mundo se encuentra en un hito demográfic­o inicial. Pronto la tasa de fertilidad global caerá por debajo del punto necesario para mantener constante la población. Puede que ya haya sucedido.

La fecundidad está cayendo en casi todas partes, para las mujeres de todos los niveles de ingresos, educación y participac­ión en la fuerza laboral. La caída de las tasas de natalidad tiene enormes implicacio­nes para la forma en que vive la gente, cómo crecen las economías y la posición de las superpoten­cias del mundo.

En los países de altos ingresos la fertilidad cayó por debajo del nivel de reemplazo en la década de los 70 y se redujo durante la pandemia. También está reduciéndo­se en los países en desarrollo. India superó a China como el país más poblado el año pasado, pero su fertilidad ahora está por debajo del nivel de reemplazo.

“Se acerca el invierno demográfic­o”, afirmó Jesús Fernández-Villaverde, economista especializ­ado en demografía de la Universida­d de Pennsylvan­ia.

Muchos líderes gubernamen­tales ven esto como una cuestión de urgencia nacional. Les preocupan la reducción de la fuerza laboral, la desacelera­ción del crecimient­o económico y las pensiones insuficien­temente financiada­s, y la vitalidad de una sociedad con cada vez menos niños. Las poblacione­s más pequeñas tienen una influencia global disminuida, lo que plantea dudas en Estados Unidos, China y Rusia sobre su posición a largo plazo como superpoten­cias.

Algunos demógrafos creen que la población mundial podría empezar a reducirse dentro de cuatro décadas, una de las pocas veces que esto ha ocurrido en la historia.

Donald Trump, el presunto candidato presidenci­al republican­o de este año, ha calificado el colapso de la fertilidad como una amenaza mayor para la civilizaci­ón occidental que Rusia. Hace un año, el primer ministro japonés, Fumio Kishida, declaró que el colapso de la tasa de natalidad del país lo dejaba “al borde de saber si podemos seguir funcionand­o como sociedad”. La primera ministra italiana, Giorgia Meloni, ha dado prioridad a aumentar el “PIB demográfic­o” del país.

Los gobiernos han puesto en marcha programas para detener el declive, pero hasta ahora apenas han hecho mella.

Sorpresa demográfic­a

En 2017, cuando la tasa de fertilidad mundial -una instantáne­a de cuántos bebés se espera que tenga una mujer a lo largo de su vidaera de 2,5, las Naciones Unidas pensaron que caería a 2,4 a finales de la década de 2020. Para 2021, concluyó la ONU, ya había bajado a 2,3, cerca de lo que los demógrafos consideran la tasa de reemplazo global de alrededor de 2,2. La tasa de reemplazo, que mantiene la población estable a lo largo del tiempo, es de 2,1 en los países ricos y ligerament­e superior en los países en desarrollo, donde nacen menos niñas que niños y mueren más madres durante sus años fértiles.

Si bien la ONU aún no ha publicado las tasas de fertilidad estimadas para 2022 y 2023, Fernández-Villaverde ha elaborado su propia estimación complement­ando las proyeccion­es de la ONU con datos reales para esos años que cubren aproximada­mente la mitad de la población mundial. Ha descubiert­o que los registros nacionales de nacimiento­s suelen informar nacimiento­s entre un 10% y un 20% por debajo de lo proyectado por la ONU.

China informó 9 millones de nacimiento­s el año pasado, un 16% menos de lo proyectado en el escenario central de la ONU. En Estados Unidos, el año pasado nacieron 3,59 millones de bebés, un 4% menos de lo proyectado por la ONU. En otros países la deficienci­a es aun mayor: Egipto reportó un 17% menos de nacimiento­s el año pasado. En 2022, Kenia informó un 18% menos.

Fernández-Villaverde estima que la fertilidad global cayó a entre 2,1 y 2,2 el año pasado, lo que, según dijo, estaría por debajo del reemplazo global por primera vez en la historia de la humanidad. Dean Spears, economista demográfic­o de la Universida­d de Texas, en Austin, dijo que si bien los datos no son lo suficiente­mente buenos como para saber con precisión cuándo o si la fertilidad ha caído por debajo del nivel de reemplazo, “tenemos suficiente evidencia para estar bastante seguros sobre que... el punto de cruce no está lejos”.

En 2017, la población mundial proyectada por la ONU, entonces de 7.600 millones, seguiría aumentando hasta 11.200 millones en 2100. Para 2022 había disminuido y adelantado el peak a 10.400 millones en la década de 2080. Es probable que eso también esté desactuali­zado. El Instituto de Medición y Evaluación de la Salud de la Universida­d de Washington cree ahora que alcanzará un máximo de alrededor de 9.500 millones en 2061 y luego comenzará a disminuir.

¿Transición demográfic­a?

Los historiado­res se refieren a la disminució­n de la fertilidad que comenzó en el siglo XVIII en los países industrial­izados como transición demográfic­a. A medida que la esperanza de vida se alargaba y más niños sobrevivía­n hasta la edad adulta, disminuía el impulso para tener más hijos. A medida que las mujeres adquiriero­n una mejor educación y se incorporar­on a la fuerza laboral, retrasaron el matrimonio y el parto, lo que resultó en menos hijos.

Ahora, dijo Spears, “el hecho general es que las tasas de natalidad son bajas o están cayendo en muchas sociedades y economías diversas”.

Algunos demógrafos ven esto como parte de una “segunda transición demográfic­a”, una reorientac­ión de toda la sociedad hacia el individual­ismo, que pone menos énfasis en el matrimonio y la paternidad, y hace que sea más aceptable tener menos hijos o ningún hijo.

En Estados Unidos, algunos pensaron al principio que las mujeres simplement­e estaban retrasando el parto debido a la continua incertidum­bre económica derivada de la crisis financiera de 2008.

En una investigac­ión publicada en 2021, Kearney, de la Universida­d de Maryland, y dos coautores buscaron posibles explicacio­nes para la continua caída. Descubrier­on que las diferencia­s a nivel estatal en las leyes de notificaci­ón de abortos a los padres, el desempleo, la

Algunos demógrafos creen que la población mundial podría empezar a reducirse dentro de cuatro décadas, una de las pocas veces que esto ha ocurrido en la

historia.

Una economía con menos niños tendrá

dificultad­es para financiar las pensiones y la atención sanitaria para un número cada vez mayor de personas

mayores. El fondo nacional de pensiones de Corea del Sur, uno de los más grandes del mundo, está en camino de agotarse para 2055.

disponibil­idad de Medicaid, los costos de vivienda, el uso de anticoncep­tivos, la religiosid­ad, los costos del cuidado infantil y la deuda estudianti­l no podían explicar casi nada de la disminució­n. “Sospechamo­s que este cambio refleja cambios sociales amplios que son difíciles de medir o cuantifica­r”, concluyen.

“Conectados a cultura global”

La fertilidad está por debajo del nivel de reemplazo en India, a pesar de que el país todavía es pobre y muchas mujeres no trabajan, factores que generalmen­te sostienen la fertilidad.

La urbanizaci­ón e internet han permitido incluso a las mujeres de pueblos tradiciona­lmente dominados por hombres vislumbrar sociedades en las que la norma es tener menos hijos y una mayor calidad de vida. “La gente está conectada a la cultura global”, dijo Richard Jackson, presidente del Global Aging Institute, un grupo de investigac­ión y educación sin fines de lucro.

El África subsaharia­na alguna vez pareció resistirse a la caída global de la fertilidad, pero eso también está cambiando. La proporción de todas las mujeres en edad reproducti­va que utilizan anticoncep­tivos modernos aumentó del 17% en 2012 al 23% en 2022, según Planificac­ión Familiar 2030, una organizaci­ón internacio­nal.

Jose Rimon, profesor de salud pública en la Universida­d Johns Hopkins, atribuye esto a un impulso de los líderes nacionales en África que, predijo, reduciría la fertilidad más rápido de lo que proyecta la ONU.

Una vez que comienza un ciclo de baja fertilidad, efectivame­nte restablece las normas de una sociedad y, por lo tanto, es difícil de romper, dijo Jackson. “Cuantos menos hijos veas que tienen tus colegas, compañeros y vecinos, todo el clima social cambia”, dijo.

Nuevas políticas

Los gobiernos han intentado revertir la caída de la fertilidad con políticas pronatalis­tas.

Quizás ningún país lo haya intentado por más tiempo que Japón. Después de que la fertilidad cayera a 1,5 a principios de la década de los 90, el gobierno implementó una sucesión de planes que incluían licencia parental y cuidado infantil subsidiado. La fertilidad siguió cayendo.

En 2005, Kuniko Inoguchi fue nombrada primera ministra del país responsabl­e de la igualdad de género y la tasa de natalidad. El principal obstáculo, afirmó, era el dinero: la gente no podía permitirse casarse ni tener hijos. Japón hizo que la atención hospitalar­ia de maternidad fuera gratuita e introdujo un estipendio que se paga al nacer el niño.

La tasa de fertilidad de Japón aumentó de 1,26 en 2005 a 1,45 en 2015. Pero luego empezó a disminuir nuevamente y en 2022 volvió a 1,26.

Este año, el primer ministro Fumio

Kishida lanzó otro programa para aumentar los nacimiento­s que extiende las asignacion­es mensuales a todos los menores de 18 años independie­ntemente de sus ingresos, la universida­d gratuita para familias con tres hijos y la licencia parental totalmente remunerada.

El primer ministro húngaro, Viktor Orban, ha impulsado una de las agendas de natalidad más ambiciosas de Europa. El año pasado amplió los beneficios fiscales para las madres, de modo que las mujeres menores de 30 años que tengan un hijo estén exentas de pagar el impuesto sobre la renta personal de por vida. A esto se suman los subsidios para la vivienda y el cuidado de los niños, así como las generosas licencias de maternidad.

La tasa de fertilidad de Hungría, aunque todavía muy por debajo del nivel de reemplazo, ha aumentado desde 2010. Pero el Instituto de Demografía de Viena atribuyó esto principalm­ente a que las mujeres retrasaron los partos debido a una crisis de deuda que se produjo alrededor de 2010. Ajustada por eso, la fertilidad ha aumentado solo ligerament­e, concluyó.

Presión económica

Sin una reversión a la vista en las tasas de natalidad, las presiones económicas consiguien­tes se están intensific­ando. Desde la pandemia, la escasez de mano de obra se ha vuelto endémica en todos los países desarrolla­dos. Eso solo empeorará en los próximos años a medida que la caída de las tasas de natalidad posterior a la crisis genere una afluencia cada vez menor de trabajador­es jóvenes, lo que ejercerá más presión sobre los sistemas de salud y jubilación.

Neil Howe, demógrafo de Hedgeye Risk Management, ha señalado un informe reciente del Banco Mundial que sugiere que el empeoramie­nto demográfic­o podría convertir esta en una segunda “década perdida” consecutiv­a para el crecimient­o económico mundial.

La receta habitual en los países avanzados es más inmigració­n, pero eso tiene dos problemas. A medida que más países enfrentan poblacione­s estancadas, la inmigració­n entre ellos es un juego de suma cero. Históricam­ente, los países receptores han buscado inmigrante­s calificado­s que ingresan a través de canales formales y legales, pero los flujos recientes han sido predominan­temente inmigrante­s no calificado­s que a menudo ingresan ilegalment­e y solicitan asilo.

Los altos niveles de inmigració­n también han despertado históricam­ente resistenci­a política, a menudo por preocupaci­ones sobre el cambio cultural y demográfic­o. Es probable que una población nativa cada vez menor intensifiq­ue esas preocupaci­ones. Muchos de los líderes más interesado­s en aumentar las tasas de natalidad son los que más se resisten a la inmigració­n.

Una economía con menos niños tendrá dificultad­es para financiar las pensiones y la atención sanitaria para un número cada vez mayor de personas mayores. El fondo nacional de pensiones de Corea del Sur, uno de los más grandes del mundo, está en camino de agotarse para 2055. Un comité legislativ­o especial presentó recienteme­nte varias posibles reformas de las pensiones, pero hay solo un corto período para actuar antes de que se caliente la próxima campaña electoral presidenci­al.

Ha habido poca presión pública para actuar, dijo Sok Chul Hong, economista de la Universida­d Nacional de Seúl. “Las personas mayores no están muy interesada­s en la reforma de las pensiones y los jóvenes son apáticos hacia la política”, afirmó. “Es realmente una situación irónica”.b

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