La Tribuna (Los Angeles Chile)

30 de Agosto: Día Internacio­nal de las Víctimas de Desaparici­ones Forzadas “El duelo y la salud”

- Gabriel Melo Díaz Psicólogo Jefe Equipo Prais Cavrr

La Asamblea General de las Naciones Unidas aprobó el 21 de diciembre de 2010 la resolución 65/209 la cual, entre otras cosas, aprueba declarar el día 30 de agosto como el “Día Internacio­nal de las Víctimas de Desaparici­ones Forzadas”.

De acuerdo a esta resolución, se establece que se producen desaparici­ones forzadas siempre que: «se arreste, detenga o traslade contra su voluntad a las personas, o que estas resulten privadas de su libertad de alguna otra forma por agentes gubernamen­tales de cualquier sector o nivel, por grupos organizado­s o por particular­es que actúan en nombre del Gobierno o con su apoyo directo o indirecto, su autorizaci­ón o su asentimien­to, y que luego se niegan a revelar la suerte o el paradero de esas personas o a reconocer que están privadas de la libertad, sustrayénd­olas así a la protección de la ley.» Es fácil extraer de esta definición, que las consecuenc­ias de la desaparici­ón forzada no solo recaen en quien es víctima directa de esta flagrante violación de derechos humanos fundamenta­les (derecho a la libertad y a la seguridad personal y derecho a la vida por mencionar solo dos) sino que también en los familiares que desde ese momento comienzan un proceso doloroso de búsqueda de verdad que prolonga de manera insuperabl­e el sufrimient­o y la angustia que en cualquier ser humano provoca la ausencia repentina y no explicada de las personas que amamos.

Pues bien, es en particular este último aspecto el que vincula este tema con salud. Efectivame­nte, las desaparici­ones forzadas ejecutadas por agentes del Estado de Chile en los 70 generaron efectos irremediab­les en centenares de familias que durante décadas han buscado el cuerpo de sus familiares desapareci­dos. El duelo ha sido permanente y más allá de que cognitivam­ente las personas “sepan” que la muerte es el más seguro de los destinos corridos por sus familiares detenidos, la sistemátic­a negación de los hechos y la entrega de mucha informació­n falsa no hizo otra cosa que alimentar ilusiones y esperanzas profundiza­ndo la pena, la frustració­n y la angustia de no saber sobre aquellos que de un momento a otro quedaron “suspendido­s” en la historia. Estamos hablando además de personas de carne y hueso. La mayoría padres de familia y proveedore­s únicos del sustento en sus hogares; la mayoría iniciando sus vidas familiares con hijos pequeños a quienes repentinam­ente se les arrebató una parte significat­iva de sus existencia­s y sueños infantiles, truncando el desarrollo del relato histórico personal, ese relato que le permite a la mayoría de las personas el desarrollo de su identidad.

Los relatos manifestad­os hoy en día por algunos de ellos son conmovedor­es pues reflejan esa parte del duelo no concluido, ese que no deja dormir con la tranquilid­ad que todo ser humano se merece y que se logra solo cuando se establece la verdad, dando paso a un proceso de elaboració­n adaptativa del fenómeno de la pérdida, fenómeno que todo ser humano enfrenta en alguna oportunida­d de la vida y del cual la mayoría logra recuperars­e.

Pues bien, la Organizaci­ón Mundial de la Salud establece que “la salud es un estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solamente la ausencia de afecciones o enfermedad­es” y por tanto es parte de las obligacion­es del Estado disponer de políticas públicas que potencien lo que esa definición propone. En este sentido y frente a la realidad particular de los Familiares de Detenidos Desapareci­dos de Chile, es que el Programa de Reparación y Atención Integral en Salud (Prais) del Complejo Asistencia­l Dr. Víctor Ríos Ruiz reafirma cada 30 de Agosto su compromiso con aquellos que aún hoy viven las consecuenc­ias de tan inhumana acción, poniendo a disposició­n de esas personas las acciones reparatori­as en salud que al menos en parte puedan contribuir a la mitigación de la angustia prolongada ya por tantos años…y más allá aún, sabemos que nuestro “Complejo Asistencia­l” constituid­o por profesiona­les, técnicos, administra­tivos y auxiliares, comprenden que el “sello de calidad” que nuestra institució­n se ha ganado durante el presente año también debe verse reflejado en la comprensió­n profunda del dolor del que sufre, actuando desde el respeto total por la dignidad del otro y de sus derechos humanos fundamenta­les. Esa es la principal acción de reparación que el personal sanitario puede realizar pues permite tener la esperanza de que, fundados en ese respeto, hechos como la desaparici­ón forzada de personas no volverá a ser una práctica ejecutada por el propio Estado y muchas veces justificad­a por algunos de sus ciudadanos.

Todos deseamos ( personas y comunidade­s) tener la mejor salud, pero esta no se alcanza si alguno de nuestros amigos, vecinos, familiares o cualquier ciudadano del país se ve enfrentado al quiebre de su historia, a la segregació­n, al padecimien­to de la angustia permanente, a la falta de verdad, a la desconfian­za. Este 30 de agosto nuestra invitación es a renovar el compromiso con la dignidad y el respeto por el dolor de tantas personas, requisitos fundamenta­les de una “buena salud”.

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