La Tribuna (Los Angeles Chile)
30 de Agosto: Día Internacional de las Víctimas de Desapariciones Forzadas “El duelo y la salud”
La Asamblea General de las Naciones Unidas aprobó el 21 de diciembre de 2010 la resolución 65/209 la cual, entre otras cosas, aprueba declarar el día 30 de agosto como el “Día Internacional de las Víctimas de Desapariciones Forzadas”.
De acuerdo a esta resolución, se establece que se producen desapariciones forzadas siempre que: «se arreste, detenga o traslade contra su voluntad a las personas, o que estas resulten privadas de su libertad de alguna otra forma por agentes gubernamentales de cualquier sector o nivel, por grupos organizados o por particulares que actúan en nombre del Gobierno o con su apoyo directo o indirecto, su autorización o su asentimiento, y que luego se niegan a revelar la suerte o el paradero de esas personas o a reconocer que están privadas de la libertad, sustrayéndolas así a la protección de la ley.» Es fácil extraer de esta definición, que las consecuencias de la desaparición forzada no solo recaen en quien es víctima directa de esta flagrante violación de derechos humanos fundamentales (derecho a la libertad y a la seguridad personal y derecho a la vida por mencionar solo dos) sino que también en los familiares que desde ese momento comienzan un proceso doloroso de búsqueda de verdad que prolonga de manera insuperable el sufrimiento y la angustia que en cualquier ser humano provoca la ausencia repentina y no explicada de las personas que amamos.
Pues bien, es en particular este último aspecto el que vincula este tema con salud. Efectivamente, las desapariciones forzadas ejecutadas por agentes del Estado de Chile en los 70 generaron efectos irremediables en centenares de familias que durante décadas han buscado el cuerpo de sus familiares desaparecidos. El duelo ha sido permanente y más allá de que cognitivamente las personas “sepan” que la muerte es el más seguro de los destinos corridos por sus familiares detenidos, la sistemática negación de los hechos y la entrega de mucha información falsa no hizo otra cosa que alimentar ilusiones y esperanzas profundizando la pena, la frustración y la angustia de no saber sobre aquellos que de un momento a otro quedaron “suspendidos” en la historia. Estamos hablando además de personas de carne y hueso. La mayoría padres de familia y proveedores únicos del sustento en sus hogares; la mayoría iniciando sus vidas familiares con hijos pequeños a quienes repentinamente se les arrebató una parte significativa de sus existencias y sueños infantiles, truncando el desarrollo del relato histórico personal, ese relato que le permite a la mayoría de las personas el desarrollo de su identidad.
Los relatos manifestados hoy en día por algunos de ellos son conmovedores pues reflejan esa parte del duelo no concluido, ese que no deja dormir con la tranquilidad que todo ser humano se merece y que se logra solo cuando se establece la verdad, dando paso a un proceso de elaboración adaptativa del fenómeno de la pérdida, fenómeno que todo ser humano enfrenta en alguna oportunidad de la vida y del cual la mayoría logra recuperarse.
Pues bien, la Organización Mundial de la Salud establece que “la salud es un estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades” y por tanto es parte de las obligaciones del Estado disponer de políticas públicas que potencien lo que esa definición propone. En este sentido y frente a la realidad particular de los Familiares de Detenidos Desaparecidos de Chile, es que el Programa de Reparación y Atención Integral en Salud (Prais) del Complejo Asistencial Dr. Víctor Ríos Ruiz reafirma cada 30 de Agosto su compromiso con aquellos que aún hoy viven las consecuencias de tan inhumana acción, poniendo a disposición de esas personas las acciones reparatorias en salud que al menos en parte puedan contribuir a la mitigación de la angustia prolongada ya por tantos años…y más allá aún, sabemos que nuestro “Complejo Asistencial” constituido por profesionales, técnicos, administrativos y auxiliares, comprenden que el “sello de calidad” que nuestra institución se ha ganado durante el presente año también debe verse reflejado en la comprensión profunda del dolor del que sufre, actuando desde el respeto total por la dignidad del otro y de sus derechos humanos fundamentales. Esa es la principal acción de reparación que el personal sanitario puede realizar pues permite tener la esperanza de que, fundados en ese respeto, hechos como la desaparición forzada de personas no volverá a ser una práctica ejecutada por el propio Estado y muchas veces justificada por algunos de sus ciudadanos.
Todos deseamos ( personas y comunidades) tener la mejor salud, pero esta no se alcanza si alguno de nuestros amigos, vecinos, familiares o cualquier ciudadano del país se ve enfrentado al quiebre de su historia, a la segregación, al padecimiento de la angustia permanente, a la falta de verdad, a la desconfianza. Este 30 de agosto nuestra invitación es a renovar el compromiso con la dignidad y el respeto por el dolor de tantas personas, requisitos fundamentales de una “buena salud”.