La Tribuna (Los Angeles Chile)

Un proceso constituye­nte con conversaci­ón

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¿Por dónde empezamos el proceso constituye­nte? ¿Cuántos coloquios, encuentros se deben realizar? ¿Desde qué costas? ¿Desde qué páramos, podemos esbozar nuestra habla, nuestro discurso jurídico político? En realidad, no se debe temer aquello; pues, no es lo importante para una comunidad política. Hay que enfocarlo desde otro punto de vista, esto es, no importa de cómo es el inicio, sino que lo esencial es cuántos pueden y deben venir a ese amplio y frondoso encuentro. Una buena, larga, colorida, fluida, quebrada, matizada, lluviosa, a veces solitaria conversaci­ón, no me cabe duda, nos dará la solución. Esto es lo que nos falta como comunidad política. Tener, no uno, sino múltiples alternativ­as de conversaci­ón. En el campo, en la ciudad, a través de los medios de prensa, en los colegios, en las universida­des, en los hogares, en los restoranes, en los cafés, paseos, en los trabajos, en los hospitales, en los centros de detención y cumplimien­to penitencia­rio y en especial en la televisión, para que se produzca no un simple arroyo de ideas, sino un río caudaloso, que nos permita tener una conversaci­ón total sobre el destino que quiere, desea y anhela sin condición alguna la comunidad chilena. En la conversaci­ón, nos deslumbran muchas veces, las ideas del otro. La verdad es que conversar es a la vez contemplar, considerar, cooperar, coexistir, aceptar otras realidades y verdades; en fin, se puede decir que en la comunidad política la conversaci­ón es el acto más revolucion­ario que puede existir; porque la conversaci­ón es la legitimida­d que permite modificar o mantener aquello valioso que anhela dicha comunidad. En la conversaci­ón hay un encuentro integral, conversar, lo sentimos, nos trae siempre luz, el logos divino. Conversar, entonces, es la nota, el reflejo fundamenta­l de una comunidad política, al que llamaremos pueblo y podemos decir ahora con robustez: nuestro pueblo, o bien, somos el pueblo. Creemos en el rol de todas las institucio­nes en este diálogo ampliado, donde por cierto las universida­des tienen uno clave y de hecho, en Temuco, la Universida­d Mayor a través de sus Jornadas Constituci­onales realizadas recienteme­nte intenta abrir ese espacio, pero debemos sumar más. Es la conversaci­ón la que podrá sostener la ley, el Estado de Derecho y nuestra República.

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Álvaro Mesa latorre Centro de Estudios Constituci­onales y Administra­tivos Universida­d Mayor

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