La Tribuna (Los Angeles Chile)
A CELEBRAR
Señor director: Los que querían salir elegidos y lo fueron, celebran con la espada de lo prometido sobre sus cabezas; los que querían ser elegidos y se salvaron, celebran o sufren, según sea su carácter, pero sin la sombra de esa espada de filo rugoso. Nosotros, los electores, seguiremos según sean nuestras competencias; y a la suerte de haberle achuntado en las competencias de los elegidos.
En general somos un campesinado y una ciudadanía con buena suerte, aun cuando últimamente así no lo pareciese; pero considere que frente al cúmulo de desatinos mayúsculos de nuestra historia reciente, tenemos aún un espíritu de celebración, y siempre hay con qué.
Y aun cuando no hubiese con qué, el sólo hecho de estar vivo ya es una posibilidad digna de ser celebrada en la magnificencia del silencio interior, en la pobreza de objetos ruidosos del exterior.
Por lo demás, en lo que queda de historia, se repetirá, con variaciones de formas y con igualdad de fondos, la misma historia de siempre, o sea: tendremos episodios de aciertos seguidos de desaciertos y así sucesivamente.
A los que fuimos a votar se nos debe todo progreso y todo chascarro de las autoridades que elegimos, somos los que decidimos quiénes nos representan a nosotros y también a los que no fueron a votar. Parece un contrasentido, y lo es; pero es la forma menos mala de gobernar.
Las dictaduras pueden a ratos traer alguna sensación de estabilidad económica, pero permanentemente traen una sensación de miedo; empezando por el propio dictador, que no es otra cosa que un terrorista aterrado. Las dictaduras son sangrientas, fatales.
Desde ahora en más, sólo hay que darse cuenta de que hay que cambiar la receta de pensar y hacer. Un ejemplo: una manzana podrida hace que el resto se pudra más rápido; sí, pero nosotros no somos manzanas, somos algo más complejo; tenemos la posibilidad de que en un “cajón” de humanos con mentes podridas se ponga uno que no lo está y todos los podridos se sanen.
Esa posibilidad es parte de nuestra realidad; basta con que le hayamos apuntado a uno de los concejales para que todo el municipio sea miel sobre hojuelas. Como mínimo debiera haber dos atinados entre diez.
Desde aquí saludamos con entusiasmo a los elegidos; y nos deseamos a todos, elegidos y electores, la mejor de las suertes. Así será. Víctor Fieero