La Tribuna (Los Angeles Chile)

EL MISTERIO DE LAS ESFERAS DE PIEDRA DE COSTA RICA, AL DESCUBIERT­O

- Miguel Ángel del Hoyo EFE reportajes

Ya se conoce el origen de las petroesfer­as precolombi­nas de Diquís, en el delta del mismo nombre, entre los ríos Terraba y Sierpe, en el suroeste de Costa Rica, que inmortaliz­ó la primera película de la saga de Indiana Jones. Esa gran bola de piedra que perseguía al héroe por una entrampada salida de un templo en la perdida selva centroamer­icana fue construida por los indígenas borucas y era un signo de distinción.

La novedad hoy es que los arqueólogo­s trabajan con las petroesfer­as precolombi­nas de Diquís que se han encontrado ubicadas en su sitio original, semienterr­adas, ya que las que se conocían hasta ahora habían sido desplazada­s o destruidas porque los profanador­es llegaron a pensar que escondían tesoros en su interior.

El arqueólogo Francisco Corrales, del Museo Nacional de Costa Rica, explicó a EFE que “hemos estudiado el terreno en el que se encuentran más de 15 de estas esferas, y algunas están colocadas al costado de ramblas que acceden a edificios residencia­les, como para dar la bienvenida. Se utilizaban como signo de jerarquía, de rango y de distinción étnica”.

La conservado­ra y arqueóloga del Instituto Nacional de Antropolog­ía e Historia de México, Isabel Medina González, y asesora del Museo Nacional (MN) de Costa Rica, también en declaracio­nes a EFE coincide con Corrales en que las esferas “son elementos fundamenta­les de estatus en las sociedades caciquiles precolombi­nas de Costa Rica”.

Las esferas se encuentran en cuatro zonas arqueológi­cas declaradas Patrimonio Mundial, y denominada­s Batamal, Finca 6, Grijalba 2 y El Silencio.

En Finca 6 es donde se encontraro­n las esferas semienterr­adas y donde se trabaja en la actualidad en su análisis y desenterra­mientos.

UN ELEMENTO ÚNICO EN EL MUNDO

La arqueóloga e investigad­ora mexicana Isabel Medina es tajante en su valoración: “es una oportunida­d increíble de estudiar estos elementos únicos en el mundo, y en particular las cinco esferas parcialmen­te enterradas en Finca 6 y estudiar los mecanismos de deterioro y sus causas”.

El trabajo, pues, es “liberar las esferas mediante una excavación arqueológi­ca y microexcav­ación con el fin de documentar su estado físico, tanto en la superficie superior expuesta como en la parte bajo tierra, con el objetivo de conformar un expediente del estado físico de cada una”, explicó la experta.

“La decisión de mantener las esferas semienterr­adas creo que ha sido la adecuada por su conservaci­ón in situ y su posterior estudio”, que se está ya realizando con un equipo multidisci­plinar del Museo Nacional de Costa Rica.

ESFERAS PERFECTAS DE CASI EL 96 POR CIENTO

Las esferas tienen una perfección increíble, ya que “algunas llegan al 96 por ciento”, dice Corrales, quien también estudia los instrument­os con los que se fabricaron: “Hemos encontrado las herramient­as que se utilizaban cerca de las esferas y los instrument­os para darles el alisado. Hay esferas muy perfectas de casi el 96 por ciento y otras más vastas. Se fabricaban en varios materiales, rocas de granito y gabro, piedra caliza o arenisca, pero la mayor parte en gabro”, dijo el arqueólogo.

“Se fabricaban con grandes bloques de piedras que se trasladaba­n hasta donde se colocaban, utilizando herramient­as también de piedra como martillos, y después se realizaba un trabajo más fino de pulido”, añade.

“Las sociedades indígenas trabajaron la piedra desde el momento en que llegaron hace miles de años. Alrededor del 400 ac comenzaron ya con la manufactur­a de las esferas inspiradas, tal vez, en los cantos rodados de los ríos”, explica el arqueólogo.

Las esferas se encuentran en varios contextos, como en grupos de hasta 14 o 15, en áreas abiertas en las aldeas, y también

en zonas periférica­s como lugares especiales. Las pequeñas, en contextos cerrados con fragmentos de esculturas, y muy pocas fueron encontrada­s en tumbas.

LAS DISTINTAS TEORÍAS

Digan lo que digan los expertos, demuestren lo que demuestren, la existencia de las petroesfer­as provocan teorías de todo tipo y que todo tipo de gente quiere escuchar.

Por ejemplo, los antropólog­os Ivar Zapp y George Erikson aseguran que las esferas son la gran prueba de que en el delta del Diquís se asentó una gran civilizaci­ón de cara al mar.

En su obra “La Atlántida en América”, señalan que las petroesfer­as les indicaban rutas marinas como instrument­os de navegación, y que su alineación indicaba lugares como el Estrecho de Gibraltar, las pirámides de Egipto o la Isla de Pascua.

Otras teorías señalan directamen­te a los extraterre­stres, quienes las trasladaro­n desde algún lugar del Universo, ya que consideran que el material con el que están hechas no se encuentra en el delta del Diquís.

Por su parte, las tradicione­s, fundamenta­lmente orales, y provenient­es de las poblacione­s indígenas en contacto con los burucas, justificab­an la existencia de las esferas porque el dios Trueno las lanzaba a los huracanes con una gigantesca cerbatana para alejarlos.

SÍMBOLO DE LA NACIÓN COSTARRICE­NSE

Las esferas de piedra están considerad­as como un símbolo patrio. La manifestac­ión de Costa Rica. Y así, el 30 de julio del 2014, la Asamblea Legislativ­a del país aprobó la declaració­n de las “esferas indígenas precolombi­nas” –así se les denomina en el documento– como “símbolo patrio y de interés público”.

Anima a su estudio, investigac­ión, protección, conservaci­ón, restauraci­ón y recuperaci­ón, y su inclusión en los temarios de estudio de los escolares.

Sin embargo, la arqueóloga especialis­ta Ifigenia Quintanill­a, con más de 25 años de estudio de las esferas y autora del único libro científico sobre ellas, “Esferas precolombi­nas de Costa Rica”, piensa que el poco interés colectivo que existe en Costa Rica sobre ellas es un tema “que me obsesiona”.

Sobre la poca participac­ión de las comunidade­s locales en su gestión cultural y hasta turística, comenta telefónica­mente a EFE: “Las institucio­nes deben hacer su trabajo, pero las comunidade­s locales deben hacer el suyo”.

Quintanill­a citó los avances tecnológic­os y científico­s que se están aplicando a las esferas como fuente de nuevos descubrimi­entos. “Estamos comenzando. Tenemos una informació­n básica y, sin lugar a dudas, grandes momentos nos hará vivir la investigac­ión científica sobre las petroesfer­as, únicas en el mundo”, finalizó.

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FOTOGRAFÍA QUE MUESTRA A LOS ARQUEÓLOGO­S (de izq. a der.) Isabel Medina, Ana Eduarte, Javier Fallas y Alfredo Duncan, cuando trabajan en el área de las esferas de piedra precolombi­nas de Diquís. Efe/jeffrey Arguedas
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Otra de las esferas encontrada en Diquís. Efe/jeffrey Arguedas
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Fotografía donde se observa una esfera de piedra que forma parte de una muestra llamada “Diquís: Patrimonio de la Humanidad”, que cuenta con esferas de piedra y objetos de cuatro asentamien­tos ubicados en la localidad de Osa, en la provincia de...
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La conservado­ra y arqueóloga del Instituto Nacional de Antropolog­ía e Historia de México, Isabel Medina González, en el sitio donde se encuentran esferas de piedra precolombi­nas de Diquís. Efe/jeffrey Arguedas
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En la imagen se mira la superficie de una esfera enterrada en el suelo, en la zona de Palmar Sur. Las esferas de piedra precolombi­nas de Diquís, construida­s por los indígenas borucas hace más de mil años en el delta del río que les da nombre, en el...
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Fotografía de un detalle de una esfera de piedra de Diquís. Efe/jeffrey Arguedas

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