La Tribuna (Los Angeles Chile)

Cómo combatir la ansiedad con ejercicios

El ejercicio físico mejora el funcionami­ento de diferentes sistemas corporales: el sistema cardiovasc­ular, locomotor, metabólico, endocrino y nervioso.

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Desde diversas institucio­nes relacionad­as con el ejercicio físico y la salud se insiste en los beneficios que este tiene para nuestro organismo y en la necesidad de que actividade­s de este tipo formen parte de nuestros hábitos cotidianos. El ejercicio físico mejora el funcionami­ento de diferentes sistemas corporales: el sistema cardiovasc­ular, locomotor, metabólico, endocrino y nervioso. Así, por ejemplo, se han descrito sus beneficios en enfermedad­es como la hipertensi­ón, el asma, la osteoporos­is, la diabetes mellitus tipo II y los problemas renales. Previene la enfermedad coronaria, la obesidad, las lesiones lumbares y hernias de disco y ayuda a reducir la probabilid­ad de padecer algunos cánceres. Por otro lado, está implicado en la regulación de diferentes funciones corporales (sueño, apetito, sexualidad).

Los efectos del ejercicio físico a nivel psicológic­o han sido menos estudiados. Sin embargo, se sabe que la práctica regular de ejercicio físico contribuye a mejorar nuestro estado de ánimo y a aumentar la sensación de bienestar. En los últimos años han aparecido estudios que relacionan el ejercicio físico con la ansiedad y la depresión, sugiriendo que podría ser un procedimie­nto natural adecuado para contribuir a la prevención y tratamient­o de estos problemas. En este capítulo se abordará principalm­ente la relación entre la práctica de ejercicio físico y la ansiedad y cuáles son los mecanismos que intentan explicar esta asociación.

EJERCICIO FÍSICO Y EFECTOS EN LA SALUD MENTAL

La práctica de ejercicio físico tiene un efecto beneficios­o sobre la ansiedad y mejora el estado de ánimo. Estos efectos se han observado en diferentes edades (niños, jóvenes, adultos y ancianos) y en ambos sexos. Los beneficios se aprecian tras una sesión puntual de ejercicio y también con la práctica regular de actividad física.

Los estudios que examinan la relación entre ejercicio físico y depresión concluyen que la práctica regular de actividad física tiene efectos antidepres­ivos en pacientes con niveles entre leve y moderado de depresión. Sin embargo, se desconoce la relación entre ejercicio físico y depresión severa, en la que se cree que éste puede tener una eficacia limitada como parte del tratamient­o.

La mayoría de estudios aparecidos sobre la relación entre ejercicio físico y ansiedad concluyen que la práctica puntual de ejercicio puede reducir el nivel de ansiedad estado (reacción de ansiedad experiment­ada una situación concreta y limitada).

Asimismo, algunos trabajos indican que la práctica regular de ejercicio podría reducir los niveles de ansiedad rasgo, es decir, la ansiedad general vinculada a factores biológicos y de personalid­ad propia de per- sonas predispues­tas a ser más ansiosas, impresiona­bles, con tendencia a sobre-valorar los riesgos y mantener un elevado nivel de alerta.

Quizás el trastorno más estudiado al respecto es el trastorno de pánico. Muchas personas que padecen este trastorno tienen miedo de los síntomas físicos que acompañan a un ataque de pánico: taquicardi­a, hiperventi­lación, sudoración, etc. y se muestran hipervigil­antes: están muy atentos a cualquier pequeña variación en su ritmo cardíaco, sudoración, respiració­n… Las personas que padecen ataques de pánico tienden a interpreta­r de forma errónea y catastrófi­ca las sensacione­s relacionad­as con la ansiedad, consideran­do que esas sensacione­s pueden ser perjudicia­les a nivel físico. La práctica de actividad física supone la activación de todo el organismo y, con ello, la activación del sistema circulator­io, respirator­io, etc. Algunas personas con este trastorno, evitan realizar conductas que requieran esfuerzo físico (mantener relaciones sexuales, subir a atraccione­s de feria muy movidas, bailar o hacer deporte, por ejemplo) porque temen que tras un esfuerzo elevado puedan volver a tener un ataque. Nada más lejos de la verdad. En un meta análisis realizado a partir de 15 trabajos publicados desde 1987, de 420 pacientes con ataques de pánico solo 5 presentaro­n un episodio de pánico durante la realizació­n de ejercicio físico (O’connor, Smith y Morgan, 2000), y muy probableme­nte fue debido a que asimilaron los síntomas del ejercicio físico a los de la ansiedad, asustándos­e de ellos y alarmándos­e sobre manera. Este y otros trabajos indican que los pacientes con trastorno de pánico pueden practicar ejercicio físico intenso con un bajo riesgo de experiment­ar un ataque de pánico. De hecho, diversos estudios recomienda­n el uso terapéutic­o de la actividad física de forma complement­aria a los tratamient­os habituales o en aquellos pacientes que se muestran resistente­s a los mismos (Salmon, 2001). En estos casos, no obstante es convenient­e seguir las pautas programada­s por un especialis­ta.

MECANISMOS PSICOLÓGIC­OS Y BIOLÓGICOS ASOCIADOS AL EJERCICIO FÍSICO

Los mecanismos que podrían estar implicados en la relación entre ejercicio y ansiedad son principalm­ente biológicos y psicológic­os. En la actualidad, no se conocen con total precisión los mecanismos que explicaría­n esta relación. Probableme­nte, el ejercicio físico actuaría reduciendo los niveles de ansiedad a través de varios (y no solo uno) de estos mecanismos.

MECANISMOS PSICOLÓGIC­OS

El ejercicio físico regular mejora el estado de ánimo. Diversos estudios han demostrado que facilita el manejo de emociones negativas como la ira y la rabia. Por otro lado, ayuda a mejorar la calidad del sueño.

Las personas que realizan ejercicio físico consiguen evadirse de sus preocupaci­ones o problemas durante la actividad. Mejora la sensación de fortaleza, de seguridad y de control sobre sí mismo y sobre el medio. En este sentido, el ejercicio físico ayuda a mejorar nuestra sensación de autoeficac­ia.

La práctica de ejercicio físico puede mejorar la autoestima. Los cambios en el cuerpo pueden mejorar nuestra imagen corporal y hacer que nos sintamos mejor con nuestro físico. Por otro lado, también puede aumentar el sentimient­o de mayor dominio en habilidade­s y capacidad física.

Finalmente, la práctica de ejercicio físico puede ser una buena oportunida­d de conocer y establecer relaciones con otras personas. Tener relaciones sociales puede ayudar en nuestro proceso de cambio, sirviéndon­os de apoyo social, de distracció­n de nuestros problemas, de refuerzo, etc.

MECANISMOS BIOLÓGICOS

El ejercicio físico mejora la regulación del sistema cardiovasc­ular y respirator­io incidiendo sobre el sistema nervioso autónomo (SNA). Esta mejora podría incrementa­r la habilidad de nuestro organismo para modular nuestra reacción ante las demandas del medio. En un estudio realizado por Mussgay, Schmidt, Morad y Rüddel (2003) se apreció una disminució­n importante de la presión sanguínea y frecuencia cardíaca, en situación de estrés, mediante la práctica regular de ejercicio aeróbico. Los autores concluyen que la práctica de ejercicio podría mejorar el funcionami­ento del SNA.

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la mayoría de estudios sobre la relación entre ejercicio y ansiedad concluyen que la práctica puntual de ejercicio puede reducir el nivel de ansiedad estado.

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