La Tribuna (Los Angeles Chile)
A 100 años de la publicación de la obra “El Problema Nacional” de don Darío Salas Díaz
El 26 de agosto se cumplió un año más de la publicación de la Ley de Instrucción Primaria Obligatoria publicada en el año 1920. Pero el artífice de ella fue el destacado educador de la época don Darío Salas Díaz, quien se dedicó a estudiar el problema de
Don Darío Salas nació el 9 de mayo de 1881 en Baja Imperial, actual Puerto Saavedra, IX Región de La Araucanía donde hizo sus estudios primarios. Ya adolescente fue enviado a estudiar a la Escuela Normal de Chillán y los 18 años se tituló de profesor primario o normalista como se les denominaba en aquellos años. Posteriormente ingresó al Instituto Pedagógico de la Universidad de Chile donde se tituló de Profesor de Castellano y Francés. Participó activamente en los gremios de los profesores de la época, tanto en los de la educación primaria como en los de la secundaria.
Por su destacada actuación profesional y análisis crítico de la realidad educacional, en 1905, el gobierno de la época lo envió a Estados Unidos para que continuara sus estudios de especialización. Se graduó de máster en Pedagogía en 1906 y doctor en Filosofía y Ciencias de la Educación en 1907, en la Universidad de Nueva York, donde fue discípulo del destacado educador, filósofo y psicólogo norteamericano, John Dewey que preconiza una Educación Activa y participativa con nuevos métodos. Su visión educativa y pedagógica reemplazó la mirada de la educación germana predominante al momento con fuerte influencia en el mundo y por supuesto en nuestro país; publicó varias obras entre las que se destacan “Mi Credo pedagógico” publicado en 1905, que Darío Salas lo trae a Chile y lo traduce al caste- llano; y “Democracia y Educación” publicada en 1916. Ambos libros eran materia de análisis en las Escuelas Normales a mediados del siglo pasado.
En 1917 publicó su obra educativa “El problema nacional: bases para la reconstrucción de nuestro sistema escolar”, obra que provocó impacto en el mundo político y en el ámbito educacional del país. En ella realizó una síntesis de los problemas educativos que afectaban a la nación. Para solucionarlos propuso un plan educativo que consistía en aumentar la cobertura y el financiamiento, mejorar la preparación de profesoras y profesores, reformar los métodos de aprendizaje y entregar contenidos que consideraran la práctica como fuente de conocimiento. Su obra sentó las bases de la Ley de Instrucción Primaria Obligatoria que se publicó el 26 de agosto de 1920 que contó con la colaboración del entonces diputado don Pedro Aguirre Cerda y del entonces senador don Arturo Alessandri Palma, quienes defendieron y argumentaron en favor de la ley en el parlamento.
Famosa fue su argumentación en los comienzos de su obra sobre los analfabetos existentes en Chile cuando señalaba:
“Colocados en fila, a 50 centímetros uno de otro, formarían una columna de 800 km., la distancia aproximada entre Santiago y Puerto Montt. Si desfilaran frente al Congreso Nacional en hileras de cuatro, a un metro de distancia, una de otra, y marcharan a razón de 40 km. por día, el ruido de sus pasos turbaría los oídos y la conciencia de nuestros legisladores durante diez días…”
Entre 1918 y 1927 se desempeñó como Director general de Educación Primaria y puso en práctica la Ley de Instrucción Primaria Obligatoria. Durante su gestión aumentó el número de estudiantes matriculados en las escuelas. En 1927 elaboró un proyecto para reformar la Educación Primaria y al año siguiente, gracias a su labor como consejero del Ministro de Educación, participó en la fundación de escuelas primarias experimentales.
En la década de 1930 se integró definitivamente a la Universidad de Chile en la Facultad de Educación, donde llegó a ser su Decano, realizando diversas actividades desde allí en pro del desarrollo de la Educación chilena.
Fue un tenaz defensor de una escuela socializadora, donde imperara la cooperación entre los alumnos y entre la escuela y la comunidad. Al final de su obra se detiene en un aspecto tremendamente importante, cual es la finalidad última de la educación, lo que diversos autores posteriores han llamado el problema de los fines de la educación. Dice sobre el particular: “no es el cómo de la educación lo que interesa principalmente, sino el para qué, su adónde. El cómo es de responsabilidad del docente.”
“Pero el para qué, o sea, el propósito que la educación persigue, es algo que concierne a la sociedad entera. Se trata de averiguar en qué dirección orientaremos nuestro esfuerzo, de decidir sobre la clase de hombres que deberíamos empeñarnos en forjar”. Y culmina señalando:
“El fin de las actividades educadoras no puede ser otro que la eficiencia social; las condiciones primordiales para alcanzar ese objetivo son la igualdad de oportunidades y la preparación para la vida democrática; estas condiciones, a su turno, exigen que la educación popular sea universal y obligatoria, que ella sea costeada y dirigida por el Estado, que sea común en cuanto sirve de base a la ciudadanía, que se adapta a las aptitudes en cuanto es vocacional, que contribuya a mejorar la salud y a aumentar el vigor de nuestra raza,
que desarrollen las virtudes sociales, que haga de cada miembro de la colectividad un ciudadano y un patriota: he ahí, pues lo que debe constituir en materia de enseñanza primaria nuestro credo”.
Sin perjuicio de su importante labor a favor de la educación, muchos de los dilemas expuestos por Salas permanecen vigentes. Aún se discute sobre la formación de los profesores y profesoras, la calidad de la enseñanza y la pertinencia del currículo. Sin embargo, uno de sus mayores aportes fue incorporar en el debate público la idea de que las diferencias en el acceso y la calidad de la educación perpetúan las desigualdades sociales, y destacó el papel de la escuela en la búsqueda de la igualdad de oportunidades.
El perfeccionamiento de la democracia sigue siendo un desafío y la educación tiene un tremendo rol y tareas que cumplir, tanto a nivel de alumnos, como de padres, apoderados y por supuesto los docentes, que deben estar empapados de sus principios como un compromiso ciudadano y patriótico.
El Centro de Estudios Sociales Enrique Mac Iver realizó un acto de conmemoración el miércoles 23, con invitación a los profesores de la comuna, así como a público en general, con el patrocinio del Departamento Comunal de Educación. Por su parte la Agrupación de Académicos Jubilados de la Universidad de Concepción Campus Los Angeles también le rindió un homenaje el miércoles 30 en la Universidad de Concepción con el patrocinio de la Escuela de Educación, dirigido a los alumnos de las carreras de Educación de esta casa de estudios.