La Tribuna (Los Angeles Chile)
Los evangélicos
La gente cercana a alguno de los socialismos existentes, son varios, tienen un problema delicado: Su opción política, la más de las veces, se escapa de la naturaleza de lo que le ha dado identidad. Ese es el principal motivo por el cual, Chile y en general el mundo, a pesar de que en el inicio de la vida ciudadana, sus líderes, son todos de algún origen socialista, un porcentaje muy pequeño se mantiene en esa línea en la adultez. Recuerdo a Regis Debray, en los años sesenta, escritor del socialismo marxista. El Che Guevara, Fidel, otros, fueron motivos de publicaciones vendidas en todo el mundo. El triunfo de Miterrand en Francia, un socialista que llega a la Presidencia de Francia, antaño revolucionarios, luego moderado, ubicó a Debray en el centro periodístico de ese gobierno transformándose en un fiero adversario y más que eso, enemigo, del comunismo. A la consulta de porqué ese cambio, responde: “el que no es comunista a los veinte años, es porque no tiene corazón, el que sigue siéndolo a los 40, es porque no tiene cabeza”. Expresaba de esta forma, los arranques emocionales, que dan origen a posturas pírricas que, ausentes de fundamentos sólidos, adquieren calidades utópicas. Tal estado de cosas, que desespera a quien busca una forma de empoderarse de una idea acto o hecho provocado, lleva al o los individuos a buscar formas no racionales para destruir la idea contraria. Llegan los gritos y las acciones destinadas a provocar miedo. Ambas cosas, lejos del estado de paz éste, ideal para que se explaye la razón y con ello, la sensatez. Por ello, la persona moderada no grita ni mete miedo. Tampoco es la calle su hábitat político ni las pancartas su texto de consulta. La verdad es que no tiene necesidad alguna de vociferar pues los fundamentos d su actuar social, siempre están regido por la naturaleza de las cosas.
A los evangélicos, les gritaron. Los ministros se fueron sin despedirse de nadie en el Tedeum Evangélico. La razón, a través de su pastores mostraron una verdad que sobrepasa la propia ley del Estado: su Fe y contra ello, nada ni nadie se impone.
¿Acaso la Presidenta iría a la Catedral Evangélica a recibir los plausos por impulsar junto a sus parlamentarios, el aborto, el matrimonio homosexual y la ley de género? Si en realidad ella pensó, que al igual que otros años, el Tedeum sería un asunto menor para luego aprovechar el Domingo con su familia, estaba muy equivocada. Los Evangélicos, no tienen segundas voces.
Ahora el problema está en el otro Tedeum que viene, la Iglesia Católica, que se expresará a lo largo de todo Chile, como ocurrió con los hermanos evangélicos. La vara quedó alta. Ahora bien, para muchos el Tedeum pudo haber sido más sencillo, sin embargo, conocida la vocinglería posterior cuyo único fin es castigar al pueblo evangélico creció el apoyo a sus planteamientos y las formas, fueron marginadas de la discusión quedándose en el fondo del problema legislativo.
Los evangélicos han dado una muestra de sensatez admirable.
“¿Acaso la Presidenta iría a la Catedral Evangélica a recibir los plausos por impulsar junto a sus parlamentarios, el aborto, el matrimonio homosexual y la ley de género?”.