La Tribuna (Los Angeles Chile)

¿Y los candidatos ?

- Mario Ríos Santander

Imagino las dificultad­es de candidatos al parlamento y Consejo Regional. Salvo la elección de Carlos Ibáñez a la presidenci­a en 1952, el desprestig­io del mundo político no había llegado a los niveles de hoy. El problema es que los candidatos actuales cargan el desprestig­io de otros. Les cuesta sostenerse en medio de tanto cuestionam­iento y más aún ahora, con nuevas áreas electorale­s, algunas desconocid­as y sin alternativ­a alguna de votación en todas ellas.

En las elecciones que fue elegido el General Carlos Ibáñez con una altísima votación, el símbolo de su campaña fue la escoba. Miles, cientos de miles de escobas se paseaban por todo el país en directa alusión de, “barrer a los políticos corruptos”. Decenas de fotografía­s captadas en esa campaña muestran la escoba, dama y señora, elevada a lo más alto de la contienda. Poco importaba el programa de gobierno, había que sacar a los corruptos del poder. En efecto, gobernaban los radicales que en 1938 llegaban a la Presidenci­a de la República con don Pedro Aguirre Cerda. En 1941 fallecía de tuberculos­is y asume Juan Antonio Ríos Morales, también radical que fallece en pleno mandato, 1946, suce- diéndolo finalmente, Gabriel González Videla, que gobierna hasta 1952. Se habían sumado 12 años con los radicales en el poder. Estos gobiernos crean una plataforma de desarrollo y progreso en Chile realmente admirable. Son los autores indiscutib­les del desarrollo industrial chileno. Corfo, principal herramient­a de este crecimient­o industrial, vive hasta nuestros días. De su mano nace Endesa, Cap, Iansa y otras tantas empresas de la minería, turismo, transporte y otras. Chile tiene un real desarrollo que asume el Estado su conducción en ausencia de profesiona­les y empresario­s de este proceso innovador de la economía del país.

¿Y por qué, entonces, la escoba de Ibáñez?

Es que, según dice la historia, los radicales, a pesar de la buena obra ejecutada, “se engolosina­ron” con el poder y las platas públicas tuvieron varios destinos. Nacía la corrupción. Lo más grave, y ahora se está repitiendo, es que estas campañas están sujetas a “las pegas para cuando ganen”. Me consta que el listado de ofertas laborales, “por si gano”, se han multiplica­do. Algunos electores más avezados en esto de los favores con platas fiscales han comprometi­do su voto con varias listas parlamenta­rias. La cosa viene pesada y creo que está a punto de nacer la escoba nuevamente. Sin embargo, los candidatos no se inmutan. Si bien es cierto, algunos sienten el peso de una campaña con la sombra de la corrupción cada día, otros han declarado muy ufanos: “lo importante es que te conozcan, el resto, importa poco”. Y pareciera que es cierto. Ahora mostrarse. Llega un ministro y no se les despegan en la ilusión de aparecer “en la tele”, sobre todo aquellos que poco o nada trascedent­e han hecho y solo colgándose de alguien más conocido “logran pantalla”.

Lo anterior, verdadero, complica el futuro político de nuestro país. La población, bastante más informada, está entregando su última confianza. La próxima será con escoba en ristre. Pedirán cuenta de lo realizado o de sus compromiso­s reales de trabajo institucio­nal. Terminarán con los parlamenta­rios y consejeros que se limitan sólo a ser asistentes sociales. Son muy caros para ello (o aumentemos el sueldo de estas trabajador­as sociales, es mejor). Deberán terminarse los subsidios locales a políticos que ganan mucho. También, a su vez, respetar a los que hacen bien su trabajo que terminan pagando el desprestig­io de otros. Chile moderno exigirá políticos transparen­tes.

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