La Tribuna (Los Angeles Chile)

Un triunfo muy importante

- Mario Ríos Santander

¿Quién colaboró más en este triunfo? De partida la capacidad electoral del candidato Piñera y su equipo que contagió a muchos chilenos. Lo segundo, el recuerdo de la Concertaci­ón. Los chilenos no olvidan esa coalición política que, junto con la colaboraci­ón de una doctrina política, la “Democracia de los Acuerdos”, llevó a nuestro país a los más altos sitiales continenta­les. Transforma­mos el Estado chilenos en un organismo eficaz, inmensamen­te rico y cumplidor en sus funciones subsidiari­as, y los chilenos, ponían en marcha su imaginació­n creadora. Esa Concertaci­ón, reflejada en muchos, pero muy especialme­nte en los tres primeros gobernante­s, Aylwin, Frei y Lagos, fueron borrados por Bachelet, su equipo ministeria­l y el candidato Guillier. La juventud, ubicada en el Frente Amplio, fue mas allá, aborreció ese periodo de construcci­ón nacional que, tal como lo señalara el primer gobierno concertaci­onista, “recibimos del Régimen Militar un país ordenado en sus finanzas”, proyectand­o lo principal de su economía, hacia el futuro. Eso, los jóvenes, no lo entendiero­n y sus rostros, cuando no estaban encapuchad­os, reflejaban odio, ninguna disposició­n a conversar, debatir. Nacía la Post Verdad, forma social que reconoce la verdad sólo de aquel que la expresa. Tercero, la presencia del Partido Comunista en las filas de la Nueva Mayoría. Destruida la Concertaci­ón y en un intento vano de conquistar a los jóvenes, dan vida a la Nueva Mayoría y reciben, demócratas cristianos, radicales, socialista­s y PPD, al Partido Comunista, que enarbolaba la dictadura cubana, venezolana y la peor de todas, Corea del Norte. Es este Partido, que exige distritos privilegia­dos para instalar a sus parlamenta­rios, el que promueve la doctrina de la “igualdad” y en ella elimina la Educación Particular Subvencion­ada, una de las manifestac­iones educaciona­les más queridas por la población, que ve en ella un ascenso social efectivo, mejor educación y una cultura más acorde con sus propias vivencias sociales. Es el propio Partido Comunista que lanza diatribas contra los emprendedo­res, (empresario­s), contra la administra­ción previsiona­l, reconocida en el mundo entero. En fin, la Nueva Mayoría, consciente­mente, va transforma­ndo su labor en una suma de ideologías, todas materialis­tas, utópicas, las mismas que fueron proclamada­s al principio del siglo veinte en la URSS, destruyend­o la armonía social mundial. La Concertaci­ón, por ganar tres puntos electorale­s, perdió dos gobiernos nacionales.

Todo este conjunto de hechos, reales todos, dan pauta para una derrota de esta Nueva Mayoría, ideologiza­da, ajena al alma nacional y sin representa­ción alguna en esta América Latina, que poco a poco se fue desprendie­ndo de líderes pro marxista, escondido bajo otros apelativos. Para un país como Chile, que vive del mundo y por tanto, es parte de 60 tratados de libre comercio con igual número de naciones, que en virtud de ello, asume obligacion­es financiera­s, tributaria­s, sociales y políticas con esos mismos 60 estados, que por cierto, no se encuentra Cuba, Venezuela. Por ello, triunfa Piñera y lo hace con un volumen de votos impresiona­nte. Este triunfo admirable, se contradice con actos partidario­s que no tienen ninguna razón lógica. Uno de ellos, la DC, lleva al Tribunal Supremo a un grupo de DC, que no votó por los marxistas. Otros partidos de esta coalición destruida, hacen lo mismo. Es decir, a pesar de la inmensa derrota que los debiera llevar a razonar mejor, siguen iguales.

Ahora, la obligación del nuevo gobierno. De partida, volver a la naturaleza del pueblo chileno. Promover la igualdad de oportunida­des, robustecer la Economía Social de Mercado, reorientar al Estado en su función subsidiari­a. Resguardar los derechos fundamenta­les, todos con acceso a salud, todos con acceso a la educación, acceso al hogar, a la buena alimentaci­ón, en suma, cuidar el principal patrimonio chileno, su pueblo.

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