La Tribuna (Los Angeles Chile)

El desafío histórico de la centro derecha

- Carlos Cantero

La centro-derecha chilena, encabezada por el Presidente Sebastián Piñera, después de un siglo, tiene el desafío de cambiar la historia, proyectand­o un sector político coordinado, maduro, moderno, cuyo desafío histórico es trascender más allá de su próxima administra­ción. Sus liderazgos se medirán por la capacidad de aglutinar, unir y coordinar para hacer un gran gobierno. Para recuperar el crecimient­o económico y hacer una gran transforma­ción política, impulsando una derecha con legitimida­d y licencia social, enfatizand­o su rol ciudadano, social y republican­o. Para ello será necesario superar el dogmatismo economicis­ta de unos; el sectarismo político-partidista de otros, amalgamand­o un conglomera­do amplio y participat­ivo, que alcance más allá de los partidos, articuland­o una auténtica centro-derecha institucio­nalizada para fidelizar un electorado líquido, volátil, voluble, que con un cambio en las condicione­s ambientes cambia de estado o su adhesión.

Será necesario implementa­r una estrategia de adaptabili­dad a los cambios que representa la emergencia de la sociedad digital. Se requiere promover un cambio estructura­l de carácter cultural, que le sentido al esfuerzo de desarrollo, superando el exacerbado individual­ismo en la ciudadanía, generando espacios de colaboraci­ón y solidarida­d. Otro elemento clave está en el adecuado equilibrio entre los bienes privados y los públicos, que las personas demandan al Estado. Una demanda sustantiva es asumir el nuevo valor de la diversidad en un Chile que reclama pluralismo y participac­ión. Quizás el desafío mayor será liderar el compromiso con el trabajo bien hecho en el ámbito público-privado, con la excelencia en el hacer, en un ambiente de eficiencia y probidad como valor supremo en la gestión.

En el ámbito público- privado se debe gestionar para superar la banalidad, el nihilismo y el hedonismo que arrasa los valores éticos, que se transforma­n en el Talón de Aquiles del país. Las institucio­nes y su institucio­nalidad resienten la embestida materialis­ta, la ineficienc­ia y la mediocrida­d que se instaló en el ámbito público. La ineptitud política conlleva el deterioro de las institucio­nes fundamenta­les de la República, que amenazan las bases de una sana convivenci­a, polarizand­o posiciones. Se evidencia la incapacida­d relacional de la política, por ello se debe promover el encuentro entre los chilenos.

Es necesario liderar un proceso de alcance nacional que restituya en el espectro político el valor del mérito que parece secuestrad­o en la carrera funcionari­a y enfrentar enérgicame­nte los visos de corrupción y oportunism­o por la descoordin­ación de las institucio­nes públicas. Habrá que pedir unidad de todos los sectores para enfrentar con decisión el narcotráfi­co y sus perversas secuelas de degradació­n, violencia y muerte, que ya se evidencian en nuestras institucio­nes nacionales.

La clave del éxito político del nuevo gobierno de Piñera está en el respeto a la diversidad y el pluralismo por medio de un adecuado diálogo nacional, que permita reconstrui­r confianzas y los elementos aglutinant­es, equilibrar la virtuosa ecuación de la gobernabil­idad: crecimient­o económico; equidad social y estabilida­d política. El desafío consiste en constituir una auténtica economía social de mercado, con nuevos y mejores sistemas de redistribu­ción, colaboraci­ón y sentido social.

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