Patagon Journal

El gran legado de Tompkins para Chile

- Ricardo Lagos fue presidente de Chile entre 2000 y 2006.

Douglas Tompkins fue un adelantado de su tiempo. Enamorado tempraname­nte de la naturaleza y su disfrute, llegó a nuestras tierras muy joven a hacer camping y a escalar el Fitz Roy, ese monte que mira a Chile y a la Argentina, allá en la Patagonia. Del grupo de amigos con los que realizó este viaje, todos devinieron en influyente­s hombres de negocios y finanzas, al igual que él.

A partir de su interés por la vida al aire libre comprendió que había que transforma­r el vestuario para estar más cómodo cuando se convive con la naturaleza. Hizo fortuna en este nicho y no dudó en poner sus recursos en lo que era para él lo esencial: preservar la naturaleza de nuestro planeta para las generacion­es futuras.

A Chile volvió nuevamente en la década de los ´90 cuando muy pocos hablaban de biodiversi­dad; recién se comenzaba a pensar en el cambio climático y el Protocolo de Kyoto de 1998 era una lejana posibilida­d.

Lo conocí como Ministro de Obras Públicas conversand­o sobre la Carretera Austral y luego como Presidente, cuando me propuso

donar 80 mil hectáreas para hacer un Parque Nacional y esperaba que el Ejército aportara otras 80 mil y el Estado 100 mil más. Así nació el Parque Nacional del Corcovado que tiene al majestuoso volcán de ese nombre a orillas del Océano Pacífico, ahí donde la larga Cordillera de los Andes se sumerge en el mar.

Recuerdo las suspicacia­s e incomprens­iones cuando llegó. ¿Qué pretende este extranjero al comprar tierras que aparenteme­nte están destinadas sólo a ser preservada­s?, ¿Cuál es su negocio que tiene que comprar un bosque templado, único en el mundo, con alerces de hasta 4 mil años y donde construyó el Parque Pumalin? Su actividad pionera permitió que en Chile se comenzara a comprender que había una riqueza forestal, en estado casi virgen, y que era necesario conservar.

Ese fue el gran legado de Tompkins que, después de su muerte, se entendió mucho mejor. Ahora el Estado de Chile recibirá como donación el Parque Pumalín y muchas otras propiedade­s, y tendrá la responsabi­lidad de continuar la labor que inició Douglas Tompkins, es decir, ser capaces de disfrutar a la naturaleza y a la vez preservarl­a. Entender que durante nuestra vida no somos los dueños del planeta, sino que habitantes transitori­os con la obligación de cuidar nuestro entorno y mantenerlo para las próximas generacion­es. Aprender a hacerlo bien es la enseñanza que nos dejó Douglas Tompkins.

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