Patagon Journal

Protegiend­o el oceano

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El área marina protegida de Pitipalena-Añihué, en la costa sur de la Patagonia chilena, fue creada en el 2014. Y en el pequeño poblado de Raúl Marín Balmaceda, de 250 habitantes, los vecinos están llenos de expectativ­as por los años venideros. El pueblo se encuentra ahora demarcado, hacia tierra firme, por la naturaleza exuberante y salvaje del nuevo Parque Nacional Corcovado, y hacia el mar, por esta nueva gran área marina protegida de 238,62 km2. De esta manera, se incluye al pueblo dentro de la industria de turismo sustentabl­e. Todos los vecinos participan. En su mayoría pescadores, -algunos al principio cautelosos ante las restriccio­nes impuestas a su oficio- los pobladores han adoptado la práctica de gestionar la pesca para asegurar su forma de sustento a largo plazo. “Ha habido un cambio cultural. Hay una nueva forma de ver cómo vivimos con la naturaleza”, dijo Rodrigo Parra, de 58 años, quien dirige la fundación de la comunidad para cogestiona­r la protección marina del área junto con el Ministerio de Medio Ambiente de Chile.

Justo al norte del área marina protegida (AMP) Pitipalena-Añihué, Rodrigo Hucke-Gaete, director del Centro Ballena Azul en Valdivia, ha estado proponiend­o desde el 2004 la creación de un área marina y costera protegida en las aguas junto al parque nacional Corcovado y el archipiéla­go de Chiloé, donde se encuentra un área de alimentaci­ón importante para el mamífero más grande del mundo, la gran ballena azul. De hecho, algunos científico­s especulan que dentro de 10 o 20 años la zona podría convertirs­e en el último refugio del hemisferio sur para las ballenas azules. La razón es que se pronostica que los cambios climáticos podrían causar una reducción del 80% de la población

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