Luis Sepúlveda
plicó Sepúlveda al periódico argentino La Nación en 2012.
También decidió al completar Últimas Noticias del Sur que estaba presenciando el fin de una era en la Patagonia a causa de la globalización. “Originalmente, este libro era la crónica de un viaje realizado por dos amigos, pero el tiempo, la violencia de los trastornos económicos y la voracidad de los vencedores lo convirtieron en una colección de noticas póstumas, la novela de una región desaparecida”, escribe Sepúlveda en la introducción. “Patagonia y Tierra del Fuego siempre se han considerado como territorios que se pueden robar impunemente. En nombre de la reproducción y el progreso se han exterminado grupos étnicos, razas y bosques, y cuando ya no quede ningún indio vivo, sus restos, sus momias, habrán sido enviadas a museos del mundo”.
El libro rebosa de los extraordinarios personajes que conocieron en el camino. Está Tano, absorto en su interminable búsqueda de un violín en medio de la pampa. Y el legendario Omar Villalba, también conocido como el “Coquito” o el “duende de El Bolsón”, que hizo creer a todos que era millonario y que tenía una herencia enorme, pero resultó ser un impostor.
Sepúlveda valoraba la sencillez de la gente de la Patagonia. Él escribió: “Como en tantos pueblos de las lejanas provincias del sur, en El Maitén la gente acostumbraba sentarse en la estación a ver el paso del tren. Esa costumbre confirmaba la existencia del tiempo y del universo: si el tren pasó es que salió de alguna parte y se dirige a otra”.
Además de su trabajo anterior con Greenpeace, Sepúlveda participó en campañas ambien
their business interests. These “nobodies,” crassly labelled “eco-terrorists,” managed to stop – albeit temporarily – one of the most egregious criminal acts against Patagonia. Mr. President, I myself was one of those “nobodies.” I made a documentary named Corazon Verde that was premiered at the Venice Film Festival and united 40,000 “nobodies” with hundreds of thousands more “nobodies” in the defense of Patagonia, the pristine austral world belonging to all humankind. I am one of many who stopped a “7 billion- dollar investment” and just as the rivers continue to flow into the Aysén Fjord despite attempts to kill it, I wear my actions with pride.
Mr. President, we now find ourselves before another disproportion, a new attempt to end the life of one of the last unpolluted regions of our planet, a place of incalculable value. The value of Patagonia, its vital nature, its peoples and their hopes and dreams cannot be measured. Not by your presidential offices, not by the stock exchange, and much less by the despicable boards of shareholders at the energy companies desperate to approve the Hidroaysén megaproject.
You, Mr. President, rightfully declared the Chilean horse a national monument. When you did so, many people were relieved that your declaration saved this magnificent animal from genetic experimentation. Do you not believe then, Mr. President, that a river running 2,300 kms long and 100 meters wide through our nation also deserves the same dignity you afforded the Chilean horse? Can you visualise a 23,000- hectare stretch of land? It is difficult to translate such numbers into an image. I ask you to imagine 23,000 football stadiums, one next to the other. Picture them filled with trees and forests. Not soulless pine and eucalyptus plantations, but the noble native Chilean forests with their marvellous diversity, their natural fauna and their peoples: Chilean men and women who grew up around these forests and l ove t hem. Mr. President, Hidroaysén will bring total deforestation, annihilation and extermination to 23,000 hectares of Chilean forest.
I can certainly i magine that land myself, because I know Patagonia. Because I love the south and its peoples' hopes and dreams. That is why I oppose the realization of this crime against ecology and humanity calling itself Hidroaysén.
In the near future, a bust of yourself will take its place in the gallery of former Chilean presidents. When the cleaner dusts you off with a feather duster, it is up to you whether he proudly says: “I am dusting the bust of an ex- president who saved Patagonia from destruction,” or whether he simply walks away and refuses to clean the image of the destroyer of one of the most beautiful, purest regions of our planet. It's your decision, Mr. President. realizado por un organismo científico independiente, no por la misma empresa impulsora del proyecto o por un gobierno directamente implicado y partícipe de los intereses empresariales. Y esos “nadie”, que fueron groseramente calificados como eco-terroristas, consiguieron detener, al menos temporalmente, uno de los mayores atentados criminales contra la Patagonia. Soy uno de los tantos que paralizaron “una inversión de siete mil millones de dólares”, y como los ríos que intentaron matar siguen desembocando en el Gran Fiordo de Aysén, asumo esa culpa con orgullo.
Ahora, ciudadano Presidente, nos enfrentamos a una nueva desproporción, a un nuevo intento de terminar con la vida de una de las últimas regiones no contaminadas del planeta, y por eso mismo de un valor incalculable. El valor de la Patagonia, de su naturaleza vital, de sus gentes, de sus sueños y esperanzas, no puede ser decidido ni calculado, ni en sus oficinas presidenciales, ni en la bolsa de valores, y mucho menos en la mesa innoble del consejo de accionistas de la empresas energéticas que pretenden la aprobación del mega proyecto llamado Hidroaysén.
Usted, ciudadano Presidente, declaró monumento natural al caballo chileno, y con razón. Cuando lo hizo, muchos respiramos satisfechos pues su declaración salvó al soberbio caballo chileno de cualquier experimentación genética. ¿No cree usted, ciudadano Presidente, que una línea de territorio nacional de dos mil trescientos kilómetros de largo por cien metros de ancho, también merece el mismo trato digno que otorgó al caballo chileno? ¿Es usted capaz de imaginar una extensión de veintitrés mil hectáreas? Es difícil convertir los números en imagen. Lo invito a imaginar veintitrés mil estadios de futbol, uno junto al otro. E imagínelos llenos de árboles, de bosques, no de burdas plantaciones de pino o eucaliptos, sino del noble bosque nativo chileno, de la maravillosa diversidad forestal, de la fauna que habita en esos bosques, y de las gentes, de los chilenos y chilenas que conocen esos bosques y los aman. Hidroaysén, ciudadano Presidente, significa la completa deforestación, la aniquilación, el exterminio de veintitrés mil hectáreas de bosque chileno.
Yo sí puedo imaginar esa extensión, porque conozco la Patagonia, porque amo el mundo austral, a sus gentes, a sus sueños y esperanzas, y por eso me opongo a la realización de ese crimen de lesa ecología y lesa humanidad que se llama Hidroaysén.
En un futuro próximo un busto suyo ocupará un lugar en la galería de los adustos ex presidentes chilenos, y cuando el encargado de limpieza sacuda el polvo con un plumero, de usted depende que ese hombre diga con admiración: estoy quitándole el polvo al busto de un ex presidente que salvó de la destrucción a la Patagonia, o que simplemente pase de largo y se niegue a desempolvar la imagen del destructor de una de las regiones más bellas y puras del planeta. De usted depende, ciudadano Presidente.
aided a campaign to successfully stop Canadian company Noranda from building an aluminum smelter in the Aysén region by filming a documentary called Corazón Verde (Green Heart), which won an award at the Venice Film Festival.
Refuge
Sepúlveda once said that the people that read his works are people similar to him: nomads, outsiders, and everyday people. He often wrote about animals, for example, because he believed it was his job as writer to portray the underdog or the losers of this world. “My reader is the lady that collects bottles to put them in the container, or the person that goes on humanitarian missions to countries where they might get killed,” he said. “That is the spectrum of my readership, and a species to which I belong.”
Yet, like a bird migrating south each winter, he always went back to Patagonia. His longtime photographer Daniel Mordzinksi says that, when having troubled moments over, say, environmental crises or social conflicts in the world, at the end of the day Sepulveda would find peace and comfort remembering his travels in Patagonia. Sepulveda told him that “those trips brought him great joy and that whenever he was faced with difficult times, he found refuge in re-reading the notes that he had taken along the way.”
Indeed, Peter Hartmann, coordinator of the environmental group Coalición Ciudadana por Aysén Reserva de Vida and a collaborator with Sepúlveda in Patagonian eco-campaigns, says that shortly after Sepulveda's passing, he encountered his son Carlos on a Coyhaique street. “Upon receiving my greetings and hugs,” Hartmann said that his son told him he was sure that “Lucho will return to the Patagonia that he so much loves.” tales en la Patagonia chilena, entre ellas en la lucha contra los planes para las represas de Hidroaysén y el proyecto de aluminio de Alumysa en la región de Aysén.
En mayo de 2011, Sepúlveda escribió una carta abierta ( ver recuadro) al entonces presidente Sebastián Piñera, que fue publicada en el sitio web de Patagon Journal antes del lanzamiento de nuestra revista, en la que le pedía al presidente que detuviera el proyecto Hydroaysén. Una década antes, el escritor había ayudado en una campaña para impedir, con éxito, que la compañía canadiense Noranda construyera una fundición de aluminio en la región de Aysén, grabando un documental llamado Corazón Verde, que ganó un premio en el Festival de Cine de Venecia.
Refugio
Sepúlveda dijo una vez que las personas que leen sus obras son similares a él: nómadas, extraños, y gente común. A menudo escribía sobre animales, por ejemplo, porque creía que era su deber como escritor retratar a los indefensos o los perdedores de este mundo. “Mi lector es la muchacha o el muchacho que en la casa se toma el trabajito de juntar las botellas y las va a botar al contenedor. Un pequeño detalle. O es también aquel que decide jugarse y participa en misiones humanitarias en países donde lo pueden matar”, dijo. “Ese es mi gran espectro de mis lectores, y que es curiosamente la gente a la que yo mismo pertenezco”.
A pesar de todo, al igual que un ave que migra hacia el sur cada invierno, siempre volvió a la Patagonia. Su fotógrafo de toda la vida, Daniel Mordzinski, dice que, cuando vivía momentos difíciles, digamos crisis ambientales o conflictos sociales en el mundo, al final del día Sepúlveda encontraba paz y consuelo recordando sus viajes en la Patagonia: “Él también sintió una gran felicidad haciendo estos viajes, y que cada vez que tenía momentos duros se refugiaba en la relectura de las notas que había tomado durante nuestros viajes”.
Peter Hartmann, coordinador del grupo medioambiental Coalición Ciudadana por Aysén Reserva de Vida, y colaborador de Sepúlveda en eco-campañas en la Patagonia, cuenta que poco después del fallecimiento del escritor se encontró con su hijo Carlos en una calle en Coyhaique. “Al recibir mis saludos y abrazos”, Hartmann dijo que su hijo le comentó que estaba seguro de que “Lucho volverá a la Patagonia que tanto ama”.