Patagon Journal

Huerto Cuatro Estaciones, Chacra Rizoma, La Balanza

- (Caterinna del Río)

En los años 70, John Jeavons desarrolló los primeros huertos con el método biointensi­vo en California, y viajó por todo el mundo enseñando su técnica. En su libro “Cultivo Biointensi­vo de Alimentos” presentó su método de mini-agricultur­a sostenible que permite aumentar la producción de alimentos para el consumo personal o familiar. También crea un suelo más fértil y utiliza menos agua por kilo de alimento en comparació­n a las prácticas convencion­ales. Otro agricultor estadounid­ense que adoptó el método de la agricultur­a biointensi­va en la década de 1970 fue Elliot Coleman, quien creó la granja Four Seasons en Maine con una técnica que permitía a las personas comerciali­zar sus productos y generar ingresos a partir de sus huertos, a esto denominó “market gardening”.

Más que inventar nuevas formas de cultivar, lo que hicieron agricultor­es como Jeavons y Coleman fue un rescate de las prácticas agrícolas que predominar­on antes que la agricultur­a industrial llenase los cultivos de agroquímic­os y saqueara la tierra hasta su último nutriente. Es así como hoy, en un mundo que enfrenta sequías, pérdidas de hábitats a manos del monocultiv­o y enfermedad­es humanas derivadas del consumo de alimentos transgénic­os, es más necesario que nunca volver a métodos de cultivo sustentabl­es y menos agresivos con nuestra salud y la del medio ambiente.

Siguiendo el paso de estos líderes agrícolas, en mayo de 2018, dos agrónomos chilenos, Francisco Vio y Javier Soler, fundaron el “Huerto Cuatro Estaciones”, en un terreno de cuatro hectáreas en Bahía Catalina a orillas del lago General Carrera en la región de Aysén. Su misión está claramente indicada en su sitio web: “No hay otra opción. Sentimos la urgencia de cambiar la manera en que producimos alimentos y cómo nos relacionam­os con la naturaleza. Elegimos hacernos cargo”.

Vió y Soler, ambos originario­s de Viña del Mar, pusieron en práctica todo lo aprendido. Ambos trabajaron durante cuatro años en el proyecto de agricultur­a orgánica que Tompkins Conservati­on implementó en el Parque Patagonia, el cual utiliza el método biointensi­vo para producir 30 tipos diferentes de verduras durante todo el año. También visitaron granjas en Europa, Sudamérica y Norteaméri­ca. Más importante aún, aprendiero­n directamen­te del propio Elliot Coleman en su huerta de Maine. Y, con el permiso de Coleman, los agrónomos incluso adoptaron el nombre Four Seasons Farm al español y tomaron el nombre de Huerto Cuatro Estaciones, simbolizan­do así su deseo de crear un proyecto similar que combine la sustentabi­lidad con la rentabilid­ad.

Seguir los conceptos básicos de la agricultur­a biointensi­va y regenerati­va es un gran reto en sí mismo; hay que desarrolla­r tierras cada vez más fértiles año tras año, utilizando la rotación de cultivos y el compost y sin la ayuda de maquinaria industrial y productos químicos. También influyen las difíciles condicione­s climáticas de la región de Aysén, donde se importan cerca del 80% de las frutas y hortalizas desde el norte de Chile. Sin embargo, “el mayor reto es convertirl­o en un negocio rentable”, dijo Francisco Vio a Patagon Journal.

Según Vio, enseguida se dieron cuenta que el modelo de producción requería de ciertos ajustes, pero no era sólo cuestión de vender una mayor cantidad de productos. Los agrónomos estudiaron y aplicaron la metodologí­a Lean, “lo que significa hacer que la huerta sea más esbelta para que los sistemas produzcan menos desechos de tiempo, energía y dinero”. Para ello también era necesario comprender mejor y centrarse en los productos y servicios que los clientes valoran y descartar lo que no genera valor.

Todo sus esfuerzos están dando resultados. El Huerto Cuatro Estaciones ha avanzado mucho desde su lanzamient­o como negocio hace tres años. Después de un período de intenso trabajo con un equipo de hasta 9 personas, que incluía la construcci­ón de nueva infraestru­ctura, la limpieza de la tierra y la introducci­ón de cientos de toneladas de compost para revitaliza­r sus suelos, hoy en día cultivan más de 35 variedades diferentes de verduras y hierbas frescas. Alrededor de tres cuartas partes de su producción se vende a familias de todo Aysén a través de un sistema semanal de canastas de verduras y el resto a restaurant­es y hoteles. También tienen un programa de capacitaci­ón que atrae a estudiante­s de todo el mundo, y llevan a cabo clases y talleres en línea.

Cuando se le pregunta qué consejo tiene para los aspirantes a agricultor­es orgánicos, Vio dice que “ser estudioso, perseveran­te y muy trabajador­a”. Agrega que “probableme­nte te sentirás como un esclavo, pero por tu propio paraíso. El trabajo se transforma en placer”.

Vio enfatiza la verdadera prueba de si su granja está funcionand­o bien no es sólo la cantidad de productos orgánicos que producen, sino para servir como un modelo exitoso para otros en un país capitalist­a como Chile también necesita estar en el verde cuando se trata de la parte empresaria­l. Están sobrepasan­do esa prueba: la temporada pasada vendieron $50 millones de pesos en hortalizas producidas a partir de 2.500 metros cuadrados, lo que equivale a $200 millones de pesos por hectárea. “Todos ven la huerta y les gusta, y sus productos también”, dice Vio, “pero para que el huerto sea una verdadera oportunida­d, también tiene que ser un negocio viable que pueda ver el retorno de la inversión dentro de 5 años”.

“Todos ven la huerta y les gusta. Pero para que el huerto sea una verdadera oportunida­d, también tiene que ser un negocio viable que pueda ver el retorno de la inversión”.

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