Chile’s salmon difficulties continue
Alarms went off in March when the usual blue waters of the Comau Fjord were transformed into a brown tide in a coastal zone close to where Chile’s Carretera Austral, or Southern Highway, begins. An environmental emergency was declared, with concern not just for the ecosystem, but the expanding aquaculture sector in the area witnessed the contamination of a dozen salmon farming centers, with the death of more than 2.2 million kilos of fish.
The harmful algal bloom is often the result of natural processes, but climate change is increasingly playing a significant role as this destructive phenomenon is happening with greater frequency along coasts dominated by salmon farms.
The situation is generated because algae in the waters feed on enormous quantities of organic matter generated by the aquaculture industry, which is releasing a mixture of salmon feces and food not consumed by the fish, which in turn exponentially increases the reproduction of toxic algae that give rise to “dead zones” where salmon and other species simply can no longer breathe.
“The promise was an industry that would have first-world working conditions, strengthen Chilean food sovereignty, and contribute to eradicating poverty in local economies,” says Juan Carlos Cárdenas, director of the Santiago-based Ecocéanos, about the salmon industry model in Chile. Cardenas also refers to the precarious working conditions in the salmon farms, which have a high rate of accidents and illnesses, with the
Chile. Cárdenas también hace referencia a l as precarias condiciones de trabajo en las salmoneras, que tienen un alto índice de accidentes y enfermedades, con la alarmante cifra de 43 trabajadores muertos entre 2013 y 2019. Además, señala que la isla de Chiloé, puesta como ejemplo de desarrollo económico exitoso gracias a la salmonicultura, es hoy una de las tres regiones más pobres del país.
Pero las complicaciones de la industria del salmón se expande ahora hasta el fin de la Patagonia. Uno de los casos más complejos es el que se está generando con la salmonicultura en zonas de la Reserva Nacional Kawésqar, el icónico pueblo ancestral que pobló estas zonas australes del planeta.
El reclamo de los pueblos originarios
Un informe realizado por las Comunidades Kawésqar por la Defensa del Mar y National Geographic Pristine Seas, hace un llamado urgente al gobierno de Chile para que no apruebe ninguna otra solicitud de concesión para la salmonicultura.
David Alday, dirigente de la comunidad Yagan de Bahía Mejillones, explica estas disputas: “Estaban instalados ilegalmente, llegaron sin consulta indígena, y al adentrarnos en el tema legal fue abismarte ver la cantidad de irregularidades que presentaban. Lo que estamos haciendo es adelantarnos a un desastre ambiental como el de Chiloé o Comau”.
Por su parte, Leticia Caro dirigente del pueblo Kawésqar, dice: “Hemos sido testigos de la disminución de las especies nativas que nosotros mismos pescamos como róbalos y pejereyes, choros y cholgas. Como resultado, muchos pescadores indígenas han tenido que dejar su actividad y comenzar a trabajar en la industria. Eso es esclavizar a un hombre libre.”
También está creciendo la presión internacional de la comunidad científica. En mayo, dos profesores de ecología de la Universidad Austral de Chile, Juan Navedo y Luis Vargas, publicaron una carta en la prestigiosa revista internacional Science en la que piden que se detenga la expansión de la industria salmonera e hizo un llamamiento a los consumidores internacionales para que ejerzan presión sobre la problemática industria.
Escribieron, en parte: “La comunidad internacional, que sirve de mercado para el salmón chileno, puede aprovechar su poder económico para convencer a Chile de que tome medidas para proteger este singular punto de biodiversidad de los efectos medioambientales de la acuicultura del salmón”.
Navedo dijo a Patagon Journal: “Es urgente repensar la salmonicultura en Chile, tomando en cuenta todos sus actores: productores, consumidores, y sobre todo las personas que habitan los territorios. En este momento, lo único que prima es la producción de volumen y esta estrategia esta trayendo costos socioambientales que ni siquiera acabamos de comprender”. (Ana Vallejos y Rodrigo Barría)