Continúa la crisis de la salmonicultura en Chile
Las alarmas se encendieron en marzo cuando las habituales aguas azules del fiordo Comau se transformaron en una marea marrón en una zona costera cercana a donde comienza la Carretera Austral de Chile. Se declaró una emergencia ambiental, con preocupación no sólo por el ecosistema, sino que el creciente sector acuícola de la zona fue testigo de la contaminación de una docena de centros de cultivo de salmón, con la muerte de más de 2,2 millones de kilos de pescado.
La floración de algas nocivas suele ser el resultado de procesos naturales, pero el cambio climático desempeña un papel cada vez más importante, ya que este fenómeno destructivo se produce con mayor frecuencia en las costas dominadas por los centros salmoneros.
La situación se genera debido a que las algas se alimentan de enormes cantidades de materia orgánica generada por la industria acuícola, nutrientes que son una mezcla de fecas de salmones y alimentos no consumidos por los peces, lo que aumenta de manera exponencial la reproducción de algas tóxicas que dan lugar a “zonas muertas” en donde salmones y otras especies simplemente ya no pueden respirar.
“La promesa era de una industria con condiciones laborales del primer mundo, que fortalecería la soberanía alimentaria chilena y que contribuiría a erradicar la pobreza en las economías locales”, dice Juan Carlos Cárdenas, director de Ecocéanos, sobre el modelo de la industria salmonera en