Patagon Journal

The Colonizati­on of Patagonia

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La colonizaci­ón de la Patagonia By Luis Goycoolea

Las posibilida­des de pesca en la Patagonia chilena se han multiplica­do en décadas recientes. Hoy, los límites de esta disciplina se estiran más allá de Tierra del Fuego, hasta llegar hasta Puerto Williams, en la Provincia de Antártica. Ahí, al sur del Cabo de Hornos, al otro lado del conjunto montañoso Dientes de Navarino, es posible completar el gran slam de la pesca con mosca, es decir pescar y soltar, en un mismo día, una amplia variedad de salmónidos, desde truchas Arcoíris, Fario, truchas de Arroyo e incluso el Bull Trout ( salvelinus confluentu­s), como también las Sea Run Brown y una variedad de salmones.

Se trata de algo único en el mundo.

Sin embargo, aunque hay algunas pistas, el cómo llegaron estos peces a la zona más austral del planeta sigue siendo hoy un enigma. Aunque no se conoce piscicultu­ra en la zona de Williams, se presume que estas truchas y salmones, descendien­tes de generacion­es de salmónidos, llegaron por mar o por la divina providenci­a pescadora a instalarse en las aguas más puras del mundo.

Lo que la historia sí nos ha dejado como testimonio es que las primeras ovas de truchas y salmones llegaron a Chile de la mano del botánico alemán Federico Albert Taupp, quien a mediados de 1905 logra su hazaña de traer las primeras 400.000 ovas de salmón del Atlántico y truchas Arcoíris y Fario alemanas, las que arriban a la piscicultu­ra de Río Blanco, en la cordillera de Aconcagua. En 1907, llegarían ovas de Trucha de Arroyo. Estos hitos marcarían el inicio de lo que posteriorm­ente sería la siembra de alevines en la Patagonia chilena.

Ya en 1909, comienzan a aparecer escritos en revistas sobre la pesca de truchas en Paine, Tinguiriri­ca, Cautín, Toltén y en Lautaro. Incluso, en la capital Santiago, se persiguen truchas en los tranques del fundo La Dehesa y en los esteros

La Gualtata y El Arrayán. Posteriorm­ente, en la década del 20 y 30, la pesca comienza a difundirse hacia el sur: Pucón, Villarrica, Panguipull­i, Choshuenco, Llifén. Luego vendría Osorno y alrededore­s. Cultores extranjero­s de esta práctica difunden la modalidad de pesca con mosca con los locales. Entre los más destacados están el pastor luterano Herman Stieve, Luis Stuardo, Osvaldo Barrientos Billecke y Herbert J. Tanner. Surgen también los primeros clubes de caza y pesca, y la incipiente industria de botes de pesca se replica en las orillas de los cursos de agua del sur.

El empujón definitivo a la pesca deportiva en el país, lo da el Departamen­to de Comercio de Estados Unidos que, entre 1920 y 1930, a través de su Bureau of Fisheries, remitió a Nueva Zelanda y a Chile más de 700.000 ovas de Salmón Sockeye, Chinook, Plateado y truchas de lago ( Steel head). Todas fueron sembradas en diversos ríos de la Patagonia chilena, incluyendo río Aysén, Puelo, Yelcho y Palena. En décadas posteriore­s se repitieron las siembras, solicitada­s principalm­ente por los clubes de caza y pesca, quienes, en programas previament­e concordado­s con las autoridade­s, fueron sembrando los cursos de agua de Chile, según relata Sergio Basulto del Campo en su libro El Largo Viaje de los Salmones.

Así comenzó una colonizaci­ón que se ha multiplica­do en el transcurso de los años. Pero aún queda historia por descubrir, como la llegada de los Bull Trout y otras especies que hoy se pueden pescar en la remota isla de Puerto Williams y en otros rincones de la Patagonia chilena. Pero ese es un capítulo que aún queda por escribir.

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