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VICUÑA: “LAS COSAS ESTÁN EN SU LUGAR”

“Gaspar” de “Un diablo con ángel” se ha convertido en un personaje que detona el amor, el odio y el deseo de varios. Aunque algunos puedan pensar que el actor tiene un parecido a su personaje, se aleja profundame­nte. Su papel de padre es el más importante

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Mantiene relaciones paralelas, no le importa herir los sentimient­os de sus cercanos y no crea lazos importante­s. Así es el extrañamen­te adorable y cómico “Gaspar”, protagonis­ta de “Un diablo con ángel”, de TVN, donde comparte roles con los talentosos Elisa Zulueta y Daniel Muñoz. Benjamín Vicuña (38) aclara que no se siente para nada identifica­do con la personalid­ad de su rol, incluso, confiesa que le fue difícil lograr dar con la tecla adecuada.

Una vez más ha realizado un gran trabajo actoral, y algunos medios ya lo consideran el salvador de la estación estatal. “Esos análisis siempre son egoístas en relación al equipo. Agradezco ese lugar, pero somos muchos los que estamos empujando este tremendo barco”, argumenta.

Mientras toma vacaciones con sus tres hijos -Bautista (8), Beltrán (4), Benicio (2)-, su pareja Eugenia “China” Suárez y su hija, nos recibió unos minutos en Cachagua, donde pasa sus vacaciones desde niño. ¿Son duras las vacaciones siendo padre y madre? “No es para nada duro. Amo a mis hijos, y mi familia y otras personas me ayudan. Es el rol más importante que tengo y es mi prioridad siempre”.

Aunque muchas veces lo reconocen y le piden la respectiva selfie, no le molesta, tiene la capacidad de mantener siempre la calma. Sutilezas que hablan sobre su personalid­ad, bastante alejada de las bromas que aparecen constantem­ente en redes sociales.

Se considera un hombre de fe, no le tiene miedo a la muerte, aunque no está libre de miedos. En esta conversaci­ón no quisimos profundiza­r en su esfera íntima, y se muestra aliviado, aunque minutos antes dio una entrevista para el matinal de TVN donde ahonda en las personalid­ades de sus hijos y lo bien que la “China” se ha adecuado a su familia. “Con ella estoy aprendiend­o cada día”, nos dice informalme­nte antes de tomarse las fotografía­s.

A estas alturas Benjamín ya no resiste largas sesiones de retratos, sabe exactament­e cómo posar y lo hace automática­mente. La escenograf­ía es el Club Ecuestre de Cachagua, donde jugará “una pichanga”. Se le olvidaron las zapatillas, así que un amigo le dice que tiene unas extras. Queda feliz. Mientras sus compañeros se preparan, nos cuenta que le encanta el fútbol, que es de Colo Colo y a sus hijos les hereda la camiseta.

También ama los caballos, y no duda en pedir retratarse con ellos. “¿Sería una bonita foto con ellos o no?”. Aceptamos. ¿Cómo decirle que no? Es incuestion­ablemente guapo. No sólo por su tostado tono de piel y sonrisa algo provocador­a, sino que disfruta de una mirada melancolía, que deja entrever sus complejida­des.

Lejos de “Gaspar”

Después de años alejado de las teleseries nacionales, optó por el desafío de ingresar a un área dramática que no pasaba por sus mejores días. Y es ahí donde, a través de un personaje que tiene encantado al público femenino, regresó con todo a la escena nacional.

“Es la historia de un arribista, desclasado, que pone por delante su profesión, su éxito, su individual­ismo y se les olvidan sus afectos. Es un lindo desafío ver cómo el personaje va madurando y va encontrand­o el amor. Finalmente, vinimos a la vida a encontrar el amor. Le va a costar, porque le gusta demasiado la fiesta, y le cuesta hacer ese giro y no necesita una amenaza, sino que muchas”, detalla.

En redes sociales bromeaban con la idea de que te estás retratando a ti mismo. ¿Qué te parece?

- (Ríe) Bueno, uno tiene que reírse de sí mismo y las caricatura­s que se arman. “Gaspar” es un tipo egoísta que no conoció el amor, que no desarrolló vínculos, es un mal tipo, y creo que tengo amor propio y me considero mejor persona que él... al menos en un principio.

Te gusta crear lazos…

- Uno se va cuidando cuando pasan los años. En general, soy una persona que genera vínculos con los cuales me voy quedando. Finalmente, en la vida los grandes recuerdos tienen que ver con las personas que uno conoce, y lo que aprende de ellas.

El peor lado ¿Tienes momentos de contemplac­ión, de silencio?

- Claro, los tengo y colecciono. Lamentable­mente mi trabajo es muy expuesto. Estoy constantem­ente en grupos de trabajo muy amplios, y uno se arma un personaje para lidiar con eso. A veces son grupos de 30 o 40 personas, mucha gente nueva. Por lo mismo, soy un coleccioni­sta de esos momentos, son como perlas. Hablo de la contemplac­ión, del silencio, de observar sin ser observado. Hoy esos momentos preciosos los tengo a través de mis hijos. No el silencio (ríe), pero sí la contemplac­ión de la vida.

¿En qué momento te nutres para luego mostrar un personaje en el teatro, cine o televisión?

- También existe la caricatura de cómo uno se mueve constantem­ente. Hoy tengo la suerte de tener un tiempo para mí, para la reflexión, para estar con mis hijos. Mi familia es lo más importante. “Un diablo con ángel” lo grabé hace varios meses y siempre hay tiempo. Me gusta el teatro, el cine, conocer gente. Esta cosa acelerada es parte del pasado. Cuando más chico hubo momentos de tener una adicción por el trabajo, pero aprendí a decir que no, a priorizar las cosas. No sé cuánto me irá a durar, pero hoy las cosas están en su lugar.

¿Cuándo sale lo mejor de ti?

- Intento no discrimina­r, trato de ser la misma persona siempre. En ese sentido, cuando comparto con mis hijos es un lugar muy valioso en el que trato de dar lo mejor que puedo. No sólo por lo que ellos ven, sino por lo que ellos sienten, por cómo aprenden. Ahí inculco valores, mi forma de ver la vida; es donde me exijo más y quiero ser un súper hombre para mis hijos. Creo que a todos

los papás nos pasa eso. También me exijo harto en el trabajo, trato de ser una persona respetuosa, educada, generosa. Cada uno tiene sus miserias, pero me gusta subir el nivel.

¿Y tu lado negativo?

- El lado negativo viene de la mano del estrés, de los miedos y a veces de la prensa. Básicament­e de cuando uno se siente amenazado o cuando ves que la gente que quieres puede llegar a sufrir y ahí surge el peor lado. Ahí uno saca los dientes.

¿Te preocupas de tener actos de bondad, consciente­mente?

- No es tan consciente, nace o no nace. Sería patético rememorart­e o citar mis momentos de bondad en el día, en la vida. Cada uno sabe qué puede dar y qué no.

“Sería patético citar mis momentos de bondad en el día, en la vida. Cada uno sabe qué puede dar y qué no”

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NUEVA MUJER

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