EL DOBLE ESTÁNDAR CHILENO
Somos expertos en subirnos a un pedestal y apuntar con el dedo a través de Twitter y Facebook cuando alguien no actúa de la manera correspondiente. ¿Pero somos consecuentes en lo cotidiano con esto?
Asumámoslo, todos alguna vez hemos mirado hacia otro lado o cruzado la calle -sin importar por qué motivo- para evitar ayudar a alguien en situación de discapacidad cuando enfrenta alguna dificultad. Pero también hemos condenado a otros cuando están en una situación similar, especialmente escondidos tras el teclado del computador o de nuestro teléfono.
Porque los chilenos nos decimos los “reyes de la solidaridad” pero las denuncias que todos los días aparecen en las redes sociales, donde se ocupan los espacios para personas con movilidad reducida, o micros del Transantiago que no paran a alguien en silla de ruedas, parecen decir lo contrario.
Según el Estudio Nacional de la Discapacidad realizado por el Senadis el 2015 en nuestro país, el 16,7% de la población de 2 y más años se encuentra en esta situación, es decir 2 millones 836 mil 818 personas.
Una cifra que refleja la necesidad de seguir fomentando políticas públicas en pos de la inclusión, una palabra que todos queremos utilizar, pero que no siempre respetamos o entendemos.
Y ese ese punto el que las personas en las redes sociales se dedican a cuestionar, pero que en un simple paseo por los lugares donde supuestamente deberíamos aplicar el concepto de inclusión, casi siempre nos volvemos indiferentes.
Pero, ¿por qué pasa eso? Según el sociólogo de la Universidad Alberto Hurtado, Nicolás Harambour, esto puede suceder tal vez no somos tan solidarios como creemos. “Los chilenos somos caritativos, lo cual se ve parecido pero es muy diferente a ser solidario”.
“Nuestra institucionalidad y cultura son marcadamente individualistas, por lo que la sensación de pertenencia o la identificación básica con un otro concebido como igual resulta muy débil. En cambio, cuando percibimos al otro en una situación precaria, le brindamos ayuda, pero desde una relación asimétrica”, explica a Publimetro.
Un ejemplo de ello, según el profesional, es que somos buenos para organizar rifas en beneficio de alguien que sufre una enfermedad grave, pero no lo somos en cuanto a modificar la estructura del sistema de salud para lograr una cobertura adecuada de una situación como ésa.
Para Harambour, eso va en línea con la falta de empatía que mostramos en nuestras vidas. “Vivimos en un ambiente individualista y competitivo desde la escuela. Nuestro lenguaje mismo construye a diario relaciones jerárquicas, asimétricas. Es algo muy fuertemente incorporado, lamentablemente. Pero no es mera ‘maldad’ o mala voluntad; la vida en Chile sigue mucho la lógica de rascarse con las propias uñas entonces desde temprano aprendemos a ver a nuestros pares más como competidores que como colaboradores”.
Entonces, con ese análisis, se refuerza la idea que nos gusta vender una imagen falsa de nuestras actitudes y no mostrarnos como somos. “Por supuesto! Las redes sociales operan en base a una selección que hacemos - con mayor o menor conciencia- respecto a cómo queremos que los otros nos perciban: desde qué nos gusta, qué estamos haciendo, consumiendo, escuchando y hasta qué opinamos”, aclara.
“Resulta más fácil demonizar una acción particular, que hacer una crítica de fondo -que incluya una autocrítica, por cierto!. Un ejemplo: criticamos a diario a “los políticos” con una vara de impecabilidad y eficiencia que, honestamente, ¿cumplimos nosotros en nuestra vida cotidiana?”, cuestiona el sociólogo.
Pero no podemos ser tan malos, o poco empáticos. La visión de la sicóloga Katherine Frez Ilabaca es que hemos logrado hacer una construcción y un avance en cómo se entiende la integración pero desde la institucionalidad.
“En mis diez años trabajando con niños, niñas y jóvenes en situación de discapacidad he ido construyendo una visión propia con respecto a la inclusión. ¿Que es lo que he visualizado? Pues bien, que en los últimos años ha habido un cambio importante en la manera de entender la discapacidad”, explica la profesional del centro de atención psicológica integral Ceapsi.
“El foco ya no es las limitaciones de las personas , sino hoy se trata de poder visualizar la discapacidad como una consecuencia de la interacción de un individuo con un entorno, que no da cabida a las diferencias o que impide su participación total en la sociedad y que de fondo, no permite brindar una mejor calidad de vida para las personas”, añade.
“En los últimos años ha existido un cambio importante en la manera de entender la discapacidad en Chile” Katherine Frez, sicóloga especializada en discapacidad