COMEDIA MILITANTE Y ACTIVISTA
Fue una de las sensaciones este año en su estreno mundial como parte de la competencia oficial del Festival de Cannes, donde recibió el Gran Premio del Jurado, y efectivamente, ahora que llega a nuestra cartelera, podemos decir que “El infiltrado del Kkklan” es una película muy digna de elogios. De partida, es el regreso de uno de los realizadores más provocadores y personales del cine estadounidense, Spike Lee, quien desde hace más de tres décadas y con clásicos como la notable “Haz lo correcto” o “Malcolm X”, viene removiendo conciencias con sus cintas que cuestionan los estereotipos y prejuicios raciales de la sociedad estadounidense.
En esta ocasión, Lee vuelve a inspirarse en hechos reales, ambientados en la década de los 70, lo que le permite una espléndida ambientación de época, que recuerda a lo que consiguió hace casi 20 años en “S.O.S. Verano infernal”.
La fotografía, dirección de arte, vestuario e, incluso, los peinados, consiguen evocar esos años de manera inmejorable, lo que por supuesto va acompañado por una irresistible y cuidada banda sonora. Pero más allá de la factura visual y sonora, son la historia y sus personajes lo que convierte a este largometraje en uno de los trabajos más logrados del cineasta en mucho tiempo, quizá desde la memorable “La hora 25”, de fines de 2002.
Con un ritmo sostenido y un guión implacable, “El infiltrado del Kkklan” se centra en una historia tan improbable que cuesta creer que ocurriera realmente, lo que permite muchos momentos de verdad hilarantes. Estamos en los terrenos de la caricatura y la parodia más feroces, pero esto está totalmente asumido por Lee, quien guía su sátira con mano firme y gracias a un espléndido y convincente elenco de actores. Como le pasa a menudo en su filmografía, por momentos se hace demasiado evidente que el discurso militante y activista busca ser transmitido de manera directa y sin disimular demasiado, y tal vez en el último tercio el filme se alarga más de lo necesario, pero de todos modos hay que destacar cómo nos hace reír, para finalmente dejarnos con una sensación ambigua e incómoda, si tomamos en cuenta los claros ecos y alusiones al actual Estados Unidos de Donald Trump. Uno de los buenos estrenos de este 2018.
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